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Marruecos bloquea en Melilla a una alemana que quiere emigrar a Senegal

Erika Thea Bartsch Küppers, una mujer de nacionalidad alemana ha intentado cruzar, en hasta cinco ocasiones, las fronteras que separan a Melilla de Marruecos con el fin de llegar a Senegal.

Pretende pedir asilo en este país de forma ilegal, ya que no tiene la documentación requerida. Para viajar al país vecino debe contar con un pasaporte del que no dispone. “He estado en la frontera de Beni-Enzar cuatro veces y una en la de Farhana, pero los agentes siempre me han echado para atrás”, explica a El Faro. Cuando Thea ve las noticias, imágenes y vídeos de los refugiados que luchan por llegar a Europa siente verdadera asfixia. Por una parte porque ella misma ha sufrido en sus propias carnes lo que significa toparse con una frontera, pero sobre todo porque evidencian, según Thea, el drama en el que el mundo está sumergido. En las últimas dos semanas Thea ha intentado en numerosas ocasiones pasar a Marruecos. Sin éxito. No dispone de pasaporte. Ahora lucha por la supresión de este requisito. Su modo de manifestarse es estar en huelga de hambre. “Llevo sin comer algo sólido desde el pasado lunes”, afirma a El Faro. Llegar al consulado de Málaga para pedir el pasaporte parece, a priori, mucho más sencillo que estar varios días a base de leche y agua, pero lo de Thea es mucho más que una cuestión burocrática, es una cuestión de principios. La represión de familias que huyen o que quieren viajar son para esta mujer de 58 años el lento “desmoronamiento” de la cultura a la que ella creía que pertenecía. “No es posible que veamos en qué condiciones parejas, niños y jóvenes buscan refugio en Europa y no nos inmutamos”, explica. “No podemos ser simples testigos de este drama, tenemos que luchar por nuestros derechos”, manifiesta. “Pensaba que procedía de un país con unos valores que parecían irrenunciables, pero poco a poco estoy viendo como Alemania y Europa en general revelan su verdadero rostro”. “Estamos dejando que en Europa sufran e incluso mueran miles de personas”.

“Sistema endemoniado”

Está claro que el paraíso alemán, también tiene grietas en su aparentemente compacto edificio económico, político y social. La evidencia de sus fisuras es tal que hasta algunos que en sus inicios dieron apoyo a su patria se lo han retirado. Thea es una de ellas. “He dicho basta”, señala. Numerosos enfrentamientos con la burocracia germana y la falta de amparo de las instituciones le han llevado a abandonarlo “para siempre”. “Estoy en paro y no recibo ninguna ayuda. ¿Eso es normal en una nación que no deja de proclamar el Estado del Bienestar?, se pregunta en voz alta. “Lo que tiene Alemania es un sistema endemoniado y una vez que estás fuera del mismo lo tienes muy crudo”, lamenta. Hace seis meses Thea vendió lo único que le ataba a su país natal: su vivienda. “Con el dinero que he obtenido con la venta de mi apartamento quiero llegar a Senegal y tener lo suficiente para sobrevivir”, explica. Su medio de transporte es una furgoneta que ha adaptado a sus necesidades. “Mi coche es mi hogar y mi vehículo para viajar”, señala. Su idea inicial era pasar de Marruecos a Mauritania y finalmente a Senegal. Ahora, se encuentra atrapada en Melilla. “Vivimos en un universo cargado de fronteras, es horrible”, dice. Es consciente de que su única opción para avanzar es solicitar el pasaporte en el consulado de Málaga. Explica que aparte de sus principios, el coste del viaje es otro de los factores que le frenan para reiniciar su marcha. “Viajar a la Costa del Sol en barco con mi furgoneta puede costar hasta 200 euros, una cifra desmesurada y solo porque unos agentes no quieren dejar pasar a una señora mayor con su carné de identidad”, dice. Ante la pregunta por su futuro en este estado de África occidental sólo es capaz de subir sus hombros ligeramente. Su rostro muestra incertidumbre. No obstante, asegura que con su viaje pretende evitar “falsos estímulos” a aquellos que quieren hacerse una nueva vida en Alemania.

Corrientes xenófobas

Otras de las razones que llevaron a Thea a abandonar su país fueron el incremento de las corrientes xenófobas y racistas que emergen con fuerza con la llegada de los refugiados. En este sentido, afirma que las respuestas en el mundo, frente a la crisis humanitaria no sólo son “insuficientes”, sino que no corresponden a las “obligaciones internacionales”. “Los países deben tener las puertas abiertas para todo aquel que huye de una guerra”, dice. Para Thea el mundo debe reaccionar y dejar de permanecer en silencio. “Hacerlo más temprano que tarde significará para muchos la diferencia entre la vida y la muerte”.

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