“El fieltro es un material artesanal elaborado a partir de fibras de lana o pelo prensadas entre sí al vapor, hasta conseguir una superficie uniforme de un grueso que puede variar. Las piezas de fieltro pueden teñirse de todos los colores. El fieltro es muy usado en la fabricación de complementos como sombreros, broches, pendientes,zapatos etc... es conocido por lo fácil que es trabajarlo”. Esta es la definición oficial del fieltro pero, de facilidades, nada de nada y mucho menos si el creador o creadora se inspiran, mezclan colores o temáticas y aspiran a confeccionar una pieza de calidad que sea susceptible de ser admirada por cualquiera que pase por allí.
¿Allí?, sí hombre, en la papelería 'Códex', la de su hermana Eva. Allí, María José Martínez ofrece su marca ‘Fieltropiezo’, como complermento a las ventas que se facturan por papelería, librería y componentes informáticos; es, digamos, la cara amable del establecimiento. ‘Códex’ es exclusivista de agapea.com, la papelería digital mundial con más libros en español, que no es moco de pavo. María José elaboró un día una cartera para sí misma pero jamás se la quedó porque se la quitaron de las manos. Entonces, la emprendió con el fieltro y hoy, pese a que poca falta que le hace, vende como rosquillas desde ese rinconcito literario e infomático situado en la calle de Querol, frente a la Plaza de Toros de Melilla.
La Martínez confecciona broches, carteras, bolsas, camisetas e incluso pamelas. Trabaja el cristal al horno para cualquier recuerdo personalizado, ha entrado en un mundo de creatividad del que no se va a salir porque le gusta y porque tiene una mente capaz de adentrarse por cualquier camino del mundo del regalo. Ella, inconformista, lucha contra lo 'lógico' o o lo de ‘toda la vida’, por eso crea materializando ideas propias. Es barata su línea de creación: “no me hace falta dinero pero hay que darle valor al trabajo. Creo que es barato porque mis amigas y clientas así me lo confirman”. De todas formas, Martínez no quiere hacerse millonaria. Crea sus productos en base a un ejercicio de autosatisfacción que suele funcionar.
Vivimos tiempos de crisis –a quién vamos a engañar– y las instituciones se agarran como a un clavo ardiendo a la figura del ‘emprendedor’. A veces no entendemos porque suponemos que crear una empresa precisa de unas inversiones que, por la crisis precisamente, no están ni en el bolsillo ni en la cuenta corriente del emprendedor, pero no sabemos qué puede deparar una mente creativa e innovadora, como las de estas dos hermanas que han aprovechado unos metros cuadrados del barrio de los Pintores para granjearse la vida con algo distinto: Los libros, la informática, el fieltro, la personalización del regalo que va a garantizar una perdurabilidad en el tiempo, todo sirve para emprender, si no que le pregunten a María José y Eva Martínez.
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