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“María Inmaculada es mi hogar y quiero estar aquí toda la vida”

Yousef fue un niño en las colonias, pero este año se ha convertido en monitor l Un total de 17 jóvenes de la ciudad ha ayudado a las religiosas.

Era un niño muy travieso. No quería ir a apoyo escolar. Lo suyo eran los deportes, pero sus monitores le insistían para que fuera a las clases de refuerzo y así tener los deberes hechos para el día siguiente. Era muy rebelde y en más de una ocasión se portó mal, pero los voluntarios que le daban apoyo escolar consiguieron ayudarle. Gracias al esfuerzo de aquellos monitores hoy Yousef tiene terminados sus estudios y ha finalizado un curso de monitor de ocio y tiempo libre. A sus 25 años ha vuelto al Monte María Cristina no para recibir clases de refuerzo escolar, sino para ayudar a niños de familias con pocos recursos que no tienen la oportunidad de irse de vacaciones ni de pagarse una academia ni un campamento. Como él, estos pequeños necesitan la colaboración de las hermanas de María Inmaculada para salir de la calle y disfrutar de talleres y salidas a la playa y a la piscina. Yousef ha vuelto al Monte María Cristina no como niño, sino como adulto. “Es mi casa y quiero estar aquí toda la vida”, afirma a El Faro.
Este joven es un ejemplo de que los talleres y los cursos que ofrecen las religiosas sirven para algo. Asegura que sin la ayuda de las hermanas no se habría sacado sus estudios y quizás sería un joven de la calle. Ahora quiere devolver todo ese cariño y tiempo que recibió cuando era pequeño.
Yousef es uno de los 17 jóvenes voluntarios que han colaborado durante todo el mes de julio en las colonias de Cáritas y en los talleres del centro de María Inmaculada. Gracias a su tiempo y entrega, unos 420 niños han podido disfrutar de todo tipo de actividades, desde los campamentos urbanos a los cursos de manualidades, teatro, baile, deporte, refuerzo escolar y la guardería infantil. Así lo asegura a El Faro la directora del centro de estas religiosas, Mercedes Moraleda.
El viernes, monitores y alumnos celebraron el fin de los campamentos y las actividades. Este mes las hermanas se turnan en el centro para poder coger unos días de vacaciones e ir a la península a visitar a sus familiares durante unos días, pero este hogar estará abierto a todos los necesitados. Además, Moraleda tiene como reto consolidar el grupo de voluntarios locales para que colaboren con ellas en las actividades durante todo el año y no sólo en verano.

La emoción de volver
Yousef explica que cuando entró en el centro de María Inmaculada no pudo evitar recordar aquellos años en refuerzo escolar y en los talleres de deporte. Se emociona al rememorar los nombres de los monitores que tuvo y que ha vuelto a ver este año al coincidir con ellos como un maestro más. También sus monitores se sorprenden al ver que ha salido adelante a pesar de las dificultades y que está buscando un trabajo.
El joven llegó al Monte María Cristina para hacer las prácticas del curso de monitor de ocio y tiempo libre, pero ya tenía pensado acudir al centro para ayudar este verano. Las 150 horas obligatorias que debía cursar para obtener el diploma de este programa se han convertido en muchas más. De hecho, afirma que ya no se va a ir de este lugar nunca más.
Pablo, de 18 años, también escogió el centro de estas religiosas para hacer sus prácticas. Afirma que una vez que estuvo la primera quincena de julio con los niños, ya no pudo marcharse. Asegura que le ha cogido cariño a los pequeños y por eso, ha decido estar todo el mes echando una mano a las hermanas de María Inmaculada. Unos días estuvo en los talleres de deporte y otros en las actividades organizadas con los pequeños del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes.

Otro niño del barrio
Hamete fue otro niño del Monte María Cristina. Sus padres le dejaron en la guardería con 4 años y desde entonces está vinculado a este centro. Un año, la hermana Mercedes le propuso hacerse cargo de un grupo de niños para practicar deportes. De eso hace ya cinco años. Es uno de los monitores más antiguos.
Hamete no sólo está en verano echando una mano, sino todo el año. Los viernes por la tarde se hace cargo de los pequeños que van a apoyo escolar, clases de informática y otros talleres. Así, continúa con esta ‘misión’ el sábado y el domingo. Este joven asegura que se ayuda a muchos niños con este tipo de programas. Para empezar, salen de la calle, donde muchas veces no encuentran nada positivo que hacer.
Además, Hamete resalta que los monitores les inculcan valores, como la convivencia y el respeto en todas las actividades.

“Te alegran el día con sus abrazos y sus besos”

Lidia es otra de las voluntarias de María Inmaculada. Es su segundo año y eso que tan sólo tiene 15. Afirma que no es tan difícil lidiar con los niños a pesar de que es muy joven porque tiene la experiencia de tratar con sus primos pequeños. Señala que de mayor quiere ser profesora de inglés. Le encanta estar con los niños en las clases de manualidades. “Te alegran el día con sus abrazos y sus besos”, resalta. También opina igual Carmen, una joven que estudia Magisterio. Asegura que estar en este centro es una gran experiencia.

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