La activista por los derechos humanos Helena Maleno denuncia que tras el cambio de postura de España sobre el Sáhara "se ha recrudecido la represión" sobre los migrantes subsaharianos en Marruecos y alerta de que difundir la idea de que hay que frenar una "invasión" migratoria supone "un campo abonado para la extrema derecha".
Maleno, portavoz de la ONG Caminando Fronteras, ha mantenido una entrevista con Efe con motivo de su investidura este miércoles como doctora honoris causa por la Universidad de las Baleares (UIB).
¿Qué supone para los migrantes subsaharianos en Marruecos la reciente mejora de la relación entre España y ese país?
Durante tres décadas las relaciones con los vecinos del sur han sido relaciones basadas en el chantaje, o de intereses geoestratégicos o con la migración en medio. No han sido relaciones bilaterales basadas ni en la solidaridad ni en la cooperación al desarrollo real.
Ya estamos viendo el impacto de estas buenas relaciones: en Tánger hay redadas masivas, desplazamientos forzosos. Ha habido un chico que ha muerto en uno de esos desplazamientos forzosos. Hay gente, subsaharianos, que está residente legal y han sido desplazados de forma forzosa.
¿Entonces, tras el acuerdo sobre el Sáhara ha empeorado la situación para los migrantes?
Se ha recrudecido la represión. Inmediatamente se ha iniciado una serie de redadas masivas, también en El Aaiún, contra los inmigrantes subsaharianos. Eso ha sido un efecto inmediato.
Ahora, qué efecto va a tener eso sobre Argelia..., estamos esperando a ver qué impacto tiene.
El mensaje del Gobierno ha sido que las buenas relaciones con Marruecos generarán un mayor control de la inmigración.
El problemas es dónde se pone el foco. En Marruecos se está contando, están hablando las comunidades migrantes. Está en los medios de comunicación, en las redes sociales hay muchísimas personas que están hablando de esto.
Estamos hablando de personas que tienen regularizada su situación administrativa, que tienen una residencia, y que da igual, los pueden pillar en una redada y desplazarlos. Estamos hablando de mujeres que los militares entran en sus casas de noche, y las sacan y sufren violencia sexual durante esas redadas. Eso se cuenta allí pero aquí no se cuenta.
Nosotras (Caminando Fronteras) trabajamos en ambos lados de la frontera. Las relaciones impactan en los dos lados y hay una responsabilidad compartida. Claro que el Gobierno español es responsable de esas violaciones de derechos humanos
Usted también ha atribuido a España parte de la culpa de su expulsión de Marruecos (fue deportada en enero de 2021 tras vivir dos décadas en el país).
Esas buenas relaciones no son así solo para perseguir a las personas migrantes, también supone una persecución mayor de las personas que defiende derechos. Las personas que defendemos derechos somos también perseguidas de forma trasnacional por medio de esa buena cooperación policial.
¿Cree que podrá volver a Marruecos?
Hemos recurrido a los tribunales marroquí la expulsión. Tanto yo como mis hijos tenemos derecho a volver a nuestra casa, aquel es el país de mis hijos también.
Teníamos que ir por esa vía legal porque estas cosas no solo me pasan a mí, sino que pasan a otras personas que están defendiendo derechos. Es importante que las personas que somos más visibles podamos intentar iniciar vías de reparación que si no nos llegan a nosotras puedan llegar a otras personas que vendrán después.
¿Cuál es la dimensión real de la migración proveniente del norte de África?
El número es irrisorio en comparación con la gente que está entrando por avión o qué entra por otras vías terrestres. Es muy curioso cómo se han puesto tantos esfuerzos en visibilizar una especie de invasión desde el sur cuando en cifras no tiene nada que ver con otras vías de entrada en el estado español.
Hay un interés geoestratégico en hacer sentir una presión desde el sur que no tiene la dimensión real que les damos desde los medios de comunicación y las instituciones.
¿Significa eso que el Gobierno usa un relato similar al de la extrema derecha?
Antes fue el relato y después vino la extrema derecha. El relato ya estaba, la extrema derecha lo ha aprovechado. Ese es el gran error que han tenido los dos grandes partidos políticos. Un gran error que además en términos de convivencia nos va a costar caro.
El racismo institucional enquistado, más el racismo social, más todo ese relato que ha puesto el foco en invasión, criminalización, ha dejado un campo abonado para la extrema derecha, y ahora ellos van a recogerlo.
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