Los políticos han vuelto a dar una lección negativa a la ciudadanía. Una verdadera bomba de relojería se produjo ayer en nuestro país iniciándose con el anuncio de la presentación de una moción de censura en la región de Murcia, tanto en la comunidad autónoma como en el Ayuntamiento de la capital. Los de Ciudadanos se quedan con la Presidencia de la autonomía y el PSOE con el puesto de alcalde de la capital. Antes de seguir con la descripción de la jornada indicar que, precisamente, será el segundo presidente de Ciudadanos en nuestro país, después de que también en nuestra ciudad ya está Eduardo de Castro. Entre diecinueve autonomías, los naranja cuentan con dos presidentes y en ambos casos con el apoyo socialista. Pero también los de Inés Arrimadas tienen tres vicepresidencias en gobiernos autonómicos con son el caso de Andalucía, Madrid hasta ahora y en Castilla y León.
Pero continuando con la sucesión de noticias, una tras otra y en pocas horas, y con efecto dominó, nos encontramos que tras el anuncio de Murcia (región autónoma y Ayuntamiento de la capital), la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, comunicó que disolvía el Parlamento autonómico y convocaba elecciones para el próximo día 4 de mayo. A partir de aquí se han conocido diferencias importantes, a lo largo del último año y medio, entre Díaz Ayuso y Aguado y éste último ha puesto el grito en el cielo por la decisión de la presidenta de Madrid. Pero a su vez se registraron en el Parlamento madrileño dos peticiones de voto de censura por parte del PSOE y de Más Madrid con la intención de que no se pueda disolver, desde el punto de vista legal, el Parlamento madrileño. Para terminar la jornada resulta que el PSOE en Castilla y León ha entregado también una petición de voto de censura para que Mañueco no pueda disolver el Parlamento.
Sin embargo, continuaron las declaraciones y tanto en el Gobierno de Castilla y León como en el de Andalucía se ha reafirmado la voluntad de continuar entre las dos formaciones políticas, PP y Ciudadanos, hasta el final de la presente legislatura, que aún no han llegado al ecuador y donde quedan todavía algo más de dos años.
La conclusión a la que se puede llegar con tranquilidad en estos momentos y que hemos repetido en más de una ocasión es que la clase política se encuentra, no importa el partido ni los dirigentes, a años luz de diferencia del conjunto de los españoles. A los habitantes de este país resulta que les preocupan otras cosas como el futuro de la pandemia, los muertos que se siguen produciendo todos los días, las vacunaciones que no llegan, los problemas económicos con cierres de empresas, lo que sucederá cuando se ponga el punto y final a los ERTEs o las llamadas colas del hambre donde muchas familias que tenían trabajo hace un año ahora están en el paro y con necesidad de acudir a las organizaciones no gubernamentales para llevarse comida a sus domicilios.
Mientras tanto, a los políticos los que les preocupa son otras cosas, como ver quién manda, quien tiene el sillón, quien está en la oposición, pero resulta que al final todos ellos señalan que los votos de censura o la disolución de los Parlamentos se hacen en beneficio de los ciudadanos de cada una de esas regiones.
Nadie se da cuenta que nos encontramos ante la crisis más importante que tiene nuestro país desde la época de la Guerra Civil. Y que las consecuencias de todo tipo que tenemos y que se nos vienen encima son de efectos incalculables, porque todas las previsiones que se han realizado sobre el final de esta crisis han fallado de manera estrepitosa.
Y todo ello se ha producido cuando nuestra compañera Tania Costa publicaba en la jornada de ayer un artículo donde señalaba que suenan tambores de guerra en el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Melilla. Ojalá que los políticos melillenses no caigan en las mismas trampas que el resto de los que en la jornada de ayer protagonizaron los de Murcia, Madrid o Castilla y León. Nuestra ciudad no está para muchas aventuras porque los problemas son todavía muchos más fuertes que en el resto de nuestro país, ya que aparte de la crisis del coronavirus también nos encontramos con la crisis del cierre de la frontera de Marruecos.
No pudo ser más oportuno el artículo de Tania Costa porque viene a prender la mecha cuando al día siguiente el tsunami de los despropósitos políticos se extendieron por varias regiones autónomas.
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