No es que quiera ser reiterativo, pero intuyo que durante mucho tiempo más vamos a seguir hablando de los menas. De ese problema que hace muchos años las ciudades de Melilla y Ceuta se echaron a la mochila, porque si lo llegan a saber nunca hubieran asumido las competencias relacionadas con menores. Un fenómenos que no existía y que se ha convertido en una carga muy pesada, porque la verdad sea dicha, nunca han sentido el calor desde la capital.
El otro día, hablando con el consejero de Bienestar Social, Daniel Ventura, me comentaba que durante años las distintas comunidades autónomas han estado viendo este problema como algo lejano que no les afectaba, pero que ahora han visto, como de sopetón, les ha sorprendido y al final terminan defendiendo lo mismo que el Gobierno del presidente Imbroda viene clamando en el desierto desde hace, porque en realidad nunca en Madrid nadie ha hecho caso a estos pensamientos.
En primer lugar, que estos menores deben ser devueltos a su país de origen y que Marruecos no puede mirar hacia otro lado, porque son nacionales de ese país y no del nuestro. No estamos hablando de niños desvalidos que huyen de la miseria en la mayor parte de las ocasiones, sino de menores que buscan la mejora económica, pero mirando hacia Europa que es su objetivo y no quedarse educándose en uno de los centros que regenta la Ciudad Autónoma.
Por supuesto, también no podemos olvidarnos que la Constitución Española habla de la solidaridad interterritorial entre las distintas autonomías. Pero en ésto de los menas, esa solidaridad brilla por su ausencia. Y buena prueba la tenemos en esa petición que realizó el Gobierno central a las distintas autonomías para que asumieran un cupo de los menores que se encuentran en comunidades que están saturadas como Melilla, Ceuta, Andalucía, Canarias o Cataluña. Querían un reparto de unos seis mil menores y nada más que han encontrado capacidad para ciento cincuenta. Un verdadero desastre.
Sin embargo, la Administración General del Estado y los Ministerios implicados en esta situación que se está convirtiendo en dramática, de manera principal, en las dos ciudades autónomas, deben saber que si el reparto fracasa, que si Marruecos no quiere readmitirnos, al final es una competencia de Madrid, pero de manera muy clara, al igual que establecen dar cobijo a los mayores, con los menas es lo mismo, es un fleco de ese drama que es la inmigración.
Durante muchos años se ha intentando admitir esta situación con más fondos que nunca llegaron en cantidades que verdaramente puedan mitigar el esfuerzo que se hace desde ambas ciudades autónomas. Esfuerzos que, por supuesto, suponen un pellizco importante de sus respectivos presupuestos. Fondos que no han podido gastar en sus verdaderas necesidades y no en las añadidas por ley.
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