Made in Melilla

UN vídeo del sargento primero del Ejército de Tierra Ramón Bugallo, arengando a los nuevos soldados antes de la Jura de Bandera, se ha hecho viral. No en Melilla, sino en España.

Mucha gente se ha quedado prendada de un discurso para nada impostado. Él siente cada una de las palabras que dijo a sus discípulos: “Desfilad como si estuvieseis flotando”, “en cada rincón hay una tumba de un soldado español y eso lo tenéis que llevar grabado a fuego”.

Melillense de toda la vida, nacido y criado en el Tesorillo, el sargento Bugallo no deja indiferente a nadie. Hay quienes sólo conocen de él sus defectos, que puede que los tenga porque es humano, pero no pocos tienen la dicha de conocer sus virtudes. Y son muchas. La principal: su perseverancia. De él se podrá decir que no llegó, pero nunca que no lo intentó.

Cuando hace un par de años lo destinaron a la Brigada de Paracaidistas de Madrid, muchos creyeron que no lo conseguiría. Él ya no es un niño. Si a cualquiera de nosotros, con diez años menos, nos hubiesen tirado de un paracaídas, incluso con el colesterol en su sitio, lo más probable es que la hubiésemos palmado.

Pero el sargento Bugallo se lo tomó como un juego. Disfrutó todos y cada uno de los días que estuvo lanzándose desde el cielo. Él es así, puro nervio, lleno de personalidad, con su bigote XXL y sus ganas de comerse el mundo.

El tatarabuelo de Bugallo, también vinculado al Ejército, estuvo en la guerra de Cuba. Su abuelo fue jefe de la banda a caballo de artillería de Melilla y ganó una medalla militar individual y dos cruces rojas. Su padre terminó sus días en el Museo Militar.

Al sargento primero Bugallo, que imparte las asignaturas de ­armamento y tiro, la vida castrense le corre por las venas. Lo ha mamado y por eso su charla, ante cientos de soldados que ­empiezan su carrera militar, ha trascendido fronteras. Las redes sociales le han rendido honores, pero eso es anecdótico. No es lo importante.

Él es militar porque quiere. Se lo ha ganado. Ha peleado por seguir siéndolo. Se lo merece.

Para el sargento primero Bugallo, la Legión es la pieza que encaja a la perfección en el puzzle de los amores de su vida. Sin el uniforme de legionario, la vida, al menos la suya, no merece ser vivida.

Da gusto escuchar los cinco ­minutos de la charla improvisada que han dejado a España con la mano en el corazón. Da gusto que este sargento primero sea de Melilla y también da, mucho, pero que mucho gusto, que los jóvenes que se incorporan a nuestro ­Ejército tengan profesores que les enseñen a amar la vida castrense con un poco de poesía. Por qué no.

Esto no es sólo mérito suyo. Es también mérito de la Comandancia Militar de Melilla, donde Bugallo se ha formado. La arenga del sargento primero es un orgullo para quienes lo han educado. Nadie nace sabiendo. Todos vamos creando nuestro mundo y nuestra realidad con lo que escogemos de aquí y de allá; con lo que nos aportan las personas de nuestras vidas. De eso va esta arenga viral.

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