El presidente de la Asociación del Cerro afirma que actuarán si se vuelve a construir una chabola. Los vecinos del Cerro de Palma Santa fueron testigos ayer de la solución a un problema que llevan arrastrando desde hace años. Parte de las parcelas del Cerro, donde se ubicaba el poblado de chabolas, son propiedad de particulares, quienes veían con impotencia cómo el asentamiento iba creciendo, así como la inseguridad y la acumulación de basuras. El presidente de la Asociación de Vecinos de Palma Santa explicó a El Faro que hace dos o tres días tuvieron conocimiento de la resolución judicial que ordenaba el derribo y desmantelamiento del poblado.
El esperado momento en el que las autoridades melillenses entraron en el asentamiento y lo eliminaron llegó ayer, momento que fue festejado, especialmente, por los vecinos cuyas viviendas están ubicadas al borde de la ladera y sufrían más directamente las consecuencias de la inseguridad y el riesgo de verse afectados por los incendios, peleas, robos y agresiones que se sucedían entre los inmigrantes.
“Menos mal que ha llegado el momento”, afirmó con alivio el presidente de la entidad vecinal, quien explicó que durante estos últimos meses los propietarios del terreno han colaborado con la Administración estatal y local para la resolución administrativa y judicial de este problema. “Todo ha salido muy bien porque se ha hecho bien”, concluyó.
Además, el presidente de la Asociación de Vecinos ha asegurado también que, a partir de ahora, colaborarán con las autoridades para evitar que los inmigrantes vuelvan al lugar. “Esperemos que no vengan otra vez porque no lo vamos a permitir. En el momento que veamos cualquier intento de levantar una chabola, llamaremos a la Guardia Civil”, se comprometió.
Una de las vecinas que observaba en la mañana de ayer los trabajos de derribo y desescombro de las excavadoras y camiones afirmó que en la mañana de ayer el desalojo se realizó sin ningún tipo de incidentes y confesó sentirse un poco más aliviada al ver que el problema que suponía este poblado se ha resuelto finalmente.
Esta vecina, que no quiso desvelar su identidad a El Faro, afirmó que la inseguridad en las calles del barrio obligaba a los residentes del Cerro a no estar en la calle mucho tiempo y utilizar el coche para cualquier tipo de trayecto. Han sido numerosos los problemas de convivencia entre vecinos e inmigrantes a lo largo de estos años, traducidos en peleas y robos. A ello se le suma el problema de salubridad por la acumulación de basuras que obligaba a los vecinos a cerrar a cal y canto puertas y ventanas por el mal olor que llegaba procedente de la ladera del Cerro. “Había mosquitos en invierno y en verano”, apuntó esta vecina, cuya vivienda colinda con el ya extinto poblado de chabolas.