Categorías: Cultura y Tradiciones

Los torneos de caballos abren las puertas del Mercado Medieval

A pesar del persistente viento, los melillenses no quisieron perderse el espectáculo en la plaza de las Culturas, antesala de la vitalidad y energía que llenan después las calles y plazas de Melilla La Vieja. El plan del fin de semana no puede ser más redondo. Diversión, entretenimiento, música, teatro, marionetas, juegos de ayer y hoy y un sinfín de sorpresas aguardan a los melillenses en su Mercado Medieval. A pesar del viento y a causa de él, las calles de Melilla La Vieja comenzaron a rebosar vida pasadas las 20:00 horas. Los torneos de caballos sigue siendo la actividad que atrae a los ciudadanos de todas las edades para después darse un paseo por el mercado. Es un plan redondo porque niños y mayores quedan altamente satisfechos.
Mientras los caballeros en sus monturas exhiben sus destrezas, dentro de las murallas del Pueblo, los melillenses pueden demostrar las suyas. Tiro con arco, lanzamiento de cuchillos, hachas y lanzas, juegos de habilidad ponen a prueba las virtudes de los lugareños que se arriesguen y prueben suerte en este tipo de arte.
Los que prefieran un plan más tranquilo y, obviamente, menos peligroso pueden optar por intentar hacer diana con un arco de plástico o aprender el arte de la imprenta y la escultura.
Desde la plaza de Armas a la de los Aljibes, el ambiente medieval empieza a notarse más y más. El loco de la jaula da la bienvenida a los visitantes mientras el olor de las viandas al fuego hace sonar los estómagos.
Subiendo las escaleras, la música celta del grupo ‘Rapas’ adentra a los melillenses en el mundo medieval, mientras miran y remiran los numerosos de puestos de venta de todo tipo de productos. Los que quieran ropa pueden elegir entre una amplia variedad de prendas estilo hippie para mimetizarse con el entorno.
En las transitadas calles se pueden encontrar a Juan ‘El Indio’ con sus simpáticas pitones y a un fauno, mitad hombre, mitad cabra, que precisamente hace ‘la cabra’ con sus espectaculares saltos. Pero hay que tener cuidado y no despistarse ni un momento porque el kracort puede llevarte por delante con su troncomóvil o, de repente, puedes chocarte con alguno de los burros que pasean por la calzada.
Como cada año, la comida merece un apartado especial, pues desde los clásicos dulces, tartas, pasteles y rosquillas, los melillenses pueden llenar la panza con los mejores ibéricos y quesos, entre los que podemos encontrar el popular queso de tetilla, cabrales, de oveja, curados y semicurados.
Los que tengan un estómago más agradecido pueden optar por una cena contundente a base de costillas a la brasa, morcilla y chorizo criollo.
De vuelta a casa, qué mejor manera de terminar la jornada que con una torta con chocolate en la Crepería en la plaza Pedro de Estopiñán.

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