Los taxis voladores, una entelequia en Melilla

Los taxis aéreos o taxis voladores pueden parece ciencia ficción, pero la empresa VPorts ya está diseñándolos con Dubai, capital de los Emiratos Árabes Unidos, como centro de pruebas.

Según la página web Business Insider, si se pueden sortear los límites de las emisiones contaminantes, estos vehículos podrían ponerse en funcionamiento en 2028 si la Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos no retrasa el proyecto. Algunos fabricantes, como Archer Aviation o Joby Aviation, hablan incluso del año que viene para comenzar estos vuelos. A día de hoy, según la página, existen 700 prototipos de unas 350 empresas que podrían ser usados como taxis voladores eléctricos.

En cualquier caso, el negocio plantea varios problemas. El primero, que habría que ver cuántos ciudadanos estarían dispuestos a subirse en estos taxis. El segundo, que la autonomía no pasaría, en principio, de los 250 kilómetros. Además, se desconoce qué tipo de licencia se necesitaría para conducir esos vehículos.

En la ciudad autónoma, el presidente de Unitaxi Melilla, Mohamed Lamrani, cree que, aunque serían “ideales” para pasar la frontera, teniendo en cuenta el alto precio de estos vehículos –que él cifra en 2,5 millones-, costaría mucho trabajo sacarles rentabilidad, porque ¿a cuánto habría que cobrar el viaje?

A Lamrani la idea le resulta, de momento, “ciencia ficción” teniendo en cuenta también el tamaño de la pista del aeropuerto de Melilla. Además, la autonomía de estos taxis ni siquiera les daría para llegar a Málaga o a Almería.

En su opinión, estos taxis pueden valer para evitar atascos en ciudades como Nueva York, Londres o Tokio, o Madrid, Barcelona, Bilbao o Valencia en España. Lugares donde, por cierto, viven ejecutivos con un alto poder adquisitivo que podrían costear el servicio.

Según informa Efe, sin embargo, la operadora de vuelos privados iJet, no descarta, para 2030, unir la península con el norte de África y volar a Ceuta, Melilla y algunas zonas de Marruecos. Estas rutas de taxis aéreos incluirían viajes a los complejos hoteleros de la Costa del Sol y a Puerto Banús (Marbella), así como a destinos de interior como Ronda y su circuito de automovilismo de Ascari y otras zonas como Gibraltar.

La centralita, difícil

Mientras se desarrolla este proyecto, Melilla continúa sin centralita y sin aplicación para pedir los taxis. Lamrani insiste en que ellos no disponen del dinero para adelantar los 60.000 euros anuales que costaría montar el dispositivo a través de Málaga, cantidad que en Melilla se incrementaría para la contratación de cuatro trabajadores para cubrir todos los turnos y un informático para el mantenimiento del sistema.

El presidente de Unitaxi Melilla aclara que la Ciudad Autónoma no puede, por ley, adelantar el dinero. Sí podría subvencionar una parte, pero los taxistas continuarían sin poder adelantar esa cantidad. “Es como la pescadilla que se muerde la cola; yo te digo ‘te ayudo, pero págalo tú y luego te lo doy’. Ese es el problema”, explica de una manera gráfica, teniendo en cuenta que la subvención para los nuevos vehículos híbridos o eléctricos tardó un año en llegar.

El verano, la OPE y la frontera

Por otra parte, el representante de los taxistas melillenses ha indicado que el verano está marchando “como siempre” y ha vuelto a criticar que los viajeros de la OPE apenas dejan dinero en Melilla, sino que se van con sus coches a la frontera y apenas compran en la ciudad “una bolsa de patatas y una botella de agua”.

En este sentido, Lamrani ha criticado los privilegios que se concede a estos viajeros, ya que en la parte española hay dos carriles para ellos y uno para los melillenses. Este domingo, sin ir más lejos, él pasó a Marruecos y, mientras estaba esperando en la cola, pasaron diez coches de la OPE por uno de Melilla.

El presidente de Unitaxi Melilla recuerda que en todos los pasos fronterizos del mundo hay vida salvo en el que hay entre Corea del Norte y Corea del Sur, al cual el de Beni Enzar cada vez “se está pareciendo más”. “Esto se está convirtiendo, como el de Argelia con Marruecos, en un paso fronterizo cerrado. O sea, un embudo ancho para unos y estrecho para otros”, critica Lamrani, quien se pregunta qué está haciendo al respecto la delegada del Gobierno, Sabrina Moh.

Así, el extra de los taxistas en esta época del año se reduce a los visitantes peninsulares que lleguen sin coche en barco o avión, pero, por lo que se desprende de sus palabras, no son suficientes: “Jamás va a haber turismo en Melilla, porque faltan plazas hoteleras y por el precio del billete para el no residente, que es carísimo”.

De hecho, Lamrani va más allá y asegura que, tal como lo ve él, si el Gobierno central y la Ciudad Autónoma no buscan un “plan B” para Melilla, “la ciudad se muere definitivamente al cabo de dos o tres años”.

A su parecer, con Marruecos sin dar “su brazo a torcer” en cuanto al régimen de viajeros y la aduana, “Melilla es prácticamente una isla y a quien se está ahogando es al ciudadano de aquí”. Lamrani se pregunta “qué perspectivas de futuro tiene la juventud” como no sea buscar “que lo enchufen” en la Administración, hacer oposiciones o meterse a metopa.

Pero, claro, añade, “cuando se acabaron las juras de bandera y la mili, aquí se acabó todo”. Y, pese a lo mucho que se habla de Europa y Marruecos, mientras tanto, los melillenses no ven “soluciones reales”, apunta, e insiste en que a la ciudad le puede suceder como a los peñones e islas, donde ya no vive nadie. “Y en Melilla, una ciudad que no tiene vida, la gente se irá de aquí”, concluye Lamrani.