Unas 250 personas acudieron al acto que estuvo presidido por el comandante general, César Muro Benayas, en el que además se rindió homenaje a la unidad de Infantería más laureada del Ejército.
La Plaza Multifuncional de San Lorenzo se vistió ayer de gala para acoger un acto castrense con sabor civil, pues en esta ocasión y con motivo de la cleebración del centenario de la creación de los Grupos Regulares se organizó una jura de bandera para 250 civiles.
En este sentido, los actos comenzaron al mediodía, momento en que formaron las tropas en la plaza tras, lo cual entraron igualmente los guiones de las distintas compañías así como la propia unidad.
Un escrupuloso respeto se adueñó del entorno con la llegada de la enseña nacional, mientras los 250 jurados que tenían que rendir honores a la bandera permanecían en pie, a la espera de recibir la orden de acudir a besarla.
Pese a ello, los actos se iniciaron con la revista de tropas por parte del comandante general, César Muro Benayas, siguiendo los tradicionales pasos que suelen darse en este tipo de actos castrenses.
Tras ello, procedió a la alocución, que en esta ocasión incidió en un aspecto hoy algo “denostado”, en palabras de Muro Benayas, como es el concepto de patriotismo.
El comandante general dió la bienvenida a todos los presentes y recordó que el acto de juramento a la bandera es el acto más importante en el ámbito de las Fuerzas Armadas, “la fiesta del patriotismo”.
Junto a ello, señaló que ofrecían lo mejor que tenían a los españoles, que en este caso no era otra cosa que la bandera nacional y remarcó que el patriotismo no era sólo un sentimiento que compartieran los militares. “Nosotros sólo custodiamos la bandera”, especificó y añadió que el patriotismo era más bien un sentimiento de ciudadanía “y no se aprende en los cuarteles sino en casa”.
En otro orden de cosas, adjuntó que la principal responsabilidad la tenían los padres con sus hijos, pues eran éstos quienes debían transmitir ese sentimiento patriótico.
Además, remarcó que no es algo que dependa ni de ideologías ni de sentimientos religiosos. “El patriotismo es de todos”, concretó.
Alusión a Melilla
Muro Benayas también hizo referencia a la ciudad de Melilla para afirmar que había tenido un pasado duro y eso la hacía diferente a otros lugares de la geografía española.
El comandante general destacó que era una ciudad “abierta, acogedora y dialogante donde la convivencia es su principal punto característico”. Además, añadió que “es una ciudad generosa con un gran futuro”.
Muro Benayas no quiso terminar sin aludir a las tropas Regulares, una unidad que ostenta importantes condecoraciones, entre ellas cinco laureadas colectivas y una medalla militar colectiva.
Sobre las tropas Regulares comentó que era una “unidad ejemplar nacida en Melilla” y a la que “nadie le gana en sacrificio”. “Es el símbolo de esta ciudad”, afirmó y aprovechó su intervención para dar las gracias a todos los civiles que se habían congregado en el acto así como las 250 personas que juraron bandera, pues muchos de ellos habían hecho el viaje desde la península.
Por su parte, el jefe de la unidad, el coronel Fernando González, comentó que había sido un orgullo ofrecer la posibilidad a estos civiles para jurar bandera y adjuntó que la respuesta del pueblo de Melilla había sido “grata”.
En el acto participaron en total 376 efectivos del Grupo de Regulares 52 de Melilla y finalizó afirmando que los civiles que habían jurado eran un ejemplo a seguir.
Jura de bandera
Tras estos actos se procedió a realizar el acto en honor de los caídos, con la peculiaridad de que en esta ocasión fueron dos civiles quienes hicieron la ofrenda floral, en concreto Santiago Conde y María Luisa Galainena. La solemnidad fue la nota más característica en ese momento, pues todo el mundo permanecío en pie en un escrupuloso silencio.
El acto prosiguió con la jura de bandera de los 250 civiles tras lo cual se procedió a cantar el himno de los Regulares. Finalmente, los actos terminaron con el tradicional desfile de las tropas participantes.
Todos los jurados recibieron igualmente un diploma acreditativo de la jura de bandera en un ambiente festivo que no podía esconder la satisfacción de muchos de ellos por haber cumplido uno de los sueños más deseados, besar la enseña nacional en un acto formal organizado por el Ejército, con el marco incomparable de las tropas Regulares.
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