Los que se van de Melilla

Hace unos días, me comentaban con tristeza que el dueño de Kif Kif, también propietario de la marca Viuda de Gallego, una empresa dedicada al tueste de café con casi un siglo en Melilla, ha decidido probar suerte con el negocio de las especias en la Región de Murcia. Además, tenía tantos problemas para importar café desde la península y procesarlo aquí, que se hartó de pegas en la aduana y ha dejado de traerlo.

También sabemos de un conocido empresario local que ha trasladado su vasto patrimonio a Barcelona, pero hasta que esto de la emigración no te toca de cerca, crees que son casos aislados; que no es cierto que Melilla se esté descapitalizando.

El sábado pasado una amiga pasó por casa a despedirse. Se va a vivir a Alemania. Su marido se fue hace tres meses y en cuanto llegó, encontró trabajo, alquiló un piso y lo preparó todo para que ella le siga ahora. Él aquí tenía un trabajo modesto, pero fijo, y ella siempre encontraba algo porque os hablo de gente buena. Sin embargo, pese a ser jóvenes trabajadores, musulmanes, nacidos y criados en Melilla, e ingresar dos sueldos, han visto en la emigración el camino más corto para construir una familia y asegurarse el futuro. Y, además, allí no estarán solos. Varios parientes ya están instalados allí.

Despedirme de ella me recordó los motivos por los que yo, siendo muy joven, tomé la decisión de emigrar. Uno solo es capaz de separarse de la familia, de sus amigos, de sus muertos, de su tierra y de sus cosas cuando se da cuenta de que se le está yendo la vida, día a día, como si viviera encima de una cinta de correr: por más que aprietas el paso, siempre terminas en el mismo sitio. Con 20 años es difícil resignarse a vivir en bucle.

El problema para mi país, es que yo no fui la única cubana que decidió marcharse de Cuba. Puede que seamos unos 5 millones fuera de la Isla... o más. La mayoría, jóvenes en edad laboral.

La emigración convirtió a Cuba en el país con mayor población envejecida de América Latina. Mi país es, a día de hoy, un país de comunistas y viejitos y viejitas que no han podido o no han querido marcharse. Muchos de ellos entregaron su juventud al comunismo y ahora se dan cuenta, aunque no lo admitan en público, de que les tomaron el pelo. Nunca llegó la prosperidad prometida ni se hicieron los grandes proyectos en mente. Lo peor es que la culpa de que eso nunca pasara no es de los políticos que están al frente del país desde hace 60 años sino de un enemigo externo: los Estados Unidos.

Esos viejitos y viejitas de Cuba tienen más de 70 años y muchos tienen que seguir trabajando para poder comer. Y no es una metáfora. Es literal.

¿Qué creen que va a pasar en Melilla si seguimos perdiendo jóvenes? ¿Quién va a cambiar el modelo económico de esta ciudad? ¿Quién va a formarse para trabajar en las nuevas tecnologías? ¿Quién es responsable de que las cosas no cuajen? ¿Solo Marruecos, nuestro enemigo externo?

La juventud de Melilla está cambiando el buen tiempo de esta ciudad, por el frío y la lluvia de Alemania. Está cambiando el tamazight y el español por el alemán, un idioma siempre cuesta arriba. Y eso pasa porque la gente quiere prosperar y el boca a boca en una ciudad pequeña hace el resto.

Melilla inició la pandemia, con más de 87.000 habitantes (87.076 para ser exactos) y ha cerrado 2022 con 85.170. Hay un descenso de 1.906 personas en solo dos años, que desde el Gobierno lo achacan a ajustes del padrón.

El problema es que no hablamos solo de esos 1.906 empadronados menos, sino de los 1.421 solicitantes de asilo que se marcharon en 2020 y de los 3.277 que cruzaron a la península por esta vía en 2021 tras la sentencia de libre circulación dictada por el Supremo en el verano de 2020. No todos eran migrantes del CETI. Muchos vivían desde hace muchos años en Melilla e incluso trabajaban como transfronterizos en la ciudad.

Y los políticos pueden poner excusas, pero a pie de calle no se habla de otra cosa. De hecho, hace poco, un señor me sugirió que escribiera sobre la desaparición de los clubs de alterne de Melilla. De aquí, me dijo, "se han ido hasta las prostitutas".

También una madre me habló de su tristeza porque su hijo mayor se marchó a estudiar a la península y a Melilla no quiere volver ni de visita. Teme que en dos años, cuando el segundo hijo termine el instituto también se marche a estudiar fuera y ya no le quede nada que le ate a la ciudad. A día de hoy no descarta levantar el campamento y mudarse a una segunda residencia en la península, donde hay pueblos de Málaga llenos de melillenses, como Sierra de Yeguas, en la Comarca de Antequera.

Por eso las próximas elecciones del 28 de mayo son tan importantes para esta ciudad. En ellas se decidirá el Gobierno para los próximos cuatro años. Hay encuestas como el barómetro de diciembre de S&M Consulting que da 12 diputados a CpM, 9 al PP, 3 a Vox y uno al PSOE y este resultado concreto no dibuja un panorama distinto al que tenemos hoy en la Asamblea. Si esos resultados se dieran el 28 de mayo, CpM necesitaría el apoyo del PSOE y ya sabemos cómo ha ido la coalición esta legislatura.

En el lado contrario de la balanza estaría la alianza PP, Vox y PSOE, que eso no hay cómo venderlo a los votantes socialistas.

En cualquier caso el PSOE será decisivo, según esta encuesta en la que CpM no acusa el desgaste de una legislatura convulsa y en la que Somos Melilla se queda fuera de la Asamblea.

En definitiva, que estamos deseando ver los programas electorales con que los partidos concurrirán a las autonómicas de mayo para saber qué propuestas tienen sobre la mesa para crear empleo de calidad en Melilla porque me temo que los Planes de Empleo ya se entienden como lo que son: un parche que no frena la emigración.