Los pisos de la frontera de Beni Enzar era, hace cinco años, una de las avenidas donde el comercio local florecía por la circulación de personas que cruzaban hasta la Ciudad Autónoma de Melilla para hacerse con los productos locales y volver con ellos hacia el país vecino, Marruecos. Con el cierre de la frontera, los comercios de la calle General Astilleros. En esta zona de la ciudad, los vecinos cuentan a este medio que la vida de la propia avenida ha ido desapareciendo y la mayoría de locales se han visto obligados a cerrar sus persianas por motivos económicos.
El Faro se acercó hasta las inmediaciones de este barrio de Melilla para conocer su evolución y cómo es la relación entre los vecinos que viven en los bloques de pisos de la avenida General Astilleros.
Aparentemente, cualquier ciudadano melillense que se acerque hacia esta zona de la ciudad puede comprobar con sus propios ojos como sus calles apenas tienen tránsito de personas. Las que se aprecian, en su mayoría, tienden a dirigirse hacia la frontera de Beni Enzar para cruzar a Marruecos; y las que no, son aquellos vecinos que acuden a los pocos comercios locales que aun permanecen abiertos.
Sufian es un vecino de los bloques de pisos cercanos a la frontera y quien afirma que la vida vecinal de lo que ellos consideran su barrio “ha ido decayendo con el paso del tiempo tras el cierre de la frontera”. No obstante, explica a este medio que la relación vecinal es “muy buena y cordial”.
“Yo suelo bajar siempre a pasar el rato en esta tienda junto a algunos vecinos, y quienes nos conocemos nos llevamos muy bien. Somos vecinos de toda la vida de General Astilleros y sabemos cómo ha ido evolucionando la vida aquí”, explicaba a El Faro el vecino melillense.
Otro de los vecinos que estaba junto a él, Mohamed, también subraya que la relación vecinal “es fantástica”, pero a quienes no conocen suelen mirarlo “de reojo” porque “así somos en este barrio”.
“Al que no conocen suelen dudar de él porque no están acostumbrados a caras nuevas, pero en general, la vida en el barrio es bastante buena. Nosotros somos de los antiguos, por ejemplo”, dijo.
La mayoría de los comercios en la Ciudad Autónoma de Melilla se han visto afectadas por la actividad comercial, pero sin duda alguna, quienes más se han visto afectados por el cierre de la frontera, hace ya cinco años, y la imposibilidad de poder comercializar con el país vecino, Marruecos, han sido los comercios instalados frente a la frontera de Beni- Enzar.
Así lo han confirmado a El Faro varios de los comerciantes que se encuentran situados bajo los pisos de la Avenida General Astillero, y quienes explican a este medio que “antiguamente la calle estaba minada de comerciantes compraventas que hacían caja a primera hora de la mañana” por toda la gente que cruzaba la frontera de beni- enzar para comprar productos locales de la ciudad de Melilla.
Un vecino que vive justamente en los pisos de esta avenida, se detuvo a hablar con este diario para recalcar que la situación de sus vecinos comerciantes “cada vez va más cuesta abajo porque se han visto afectados por esta situación fronteriza con Marruecos”.
“Esta calle estaba minada de comerciantes compraventas que le faltaba tiempo para hacer caja con la llegada de los vecinos que cruzaban de la frontera de Beni- Enzar para venir a comprar hasta Melilla. No les hacía falta ir hasta el centro de la ciudad para hacerse con los productos que andaban buscando.
Esto era una mina de dinero, y ahora fíjate, la avenida está más vacía que nunca. En frente, está el polígono y todas las persianas están prácticamente bajadas desde que han visto que no les salían las cuentas”, explicaba a este medio Mustafa, vecino de los pisos pegados a la frontera.
Justo en la esquina de esta avenida, colindante a la frontera, uno de los empleados de una tienda de alimentación afirmaba el presagio de Mustafa.
Abdelkader hace hincapié en que la avenida está “más muerta que viva” porque ya nadie “pasa por aquí”.
Subsisten gracias a las personas que cruzan la frontera hacia Marruecos y que asisten al negocio para comprar comida mientras esperan las largas colas de Beni- Enzar o de los propios vecinos de los bloques de pisos que viven encima del negocio local.
“Aquí nosotros vivimos gracias a los vecinos de arriba que ya nos conocen de toda la vida y vienen a comprarnos, o de la gente que se va a Marruecos y pues siempre pasar a comprar cualquier cosa mientras esperan en la cola, pero ya nada es como antes”, aclaraba el trabajador de la tienda de alimentos.
Denuncian que la falta de luz en la zona del polígono cuando cae la noche es un “nido de concentración” para los jóvenes y menores no acompañados que aprovechan para reunirse en esta zona de Melilla para “hacer botellonas”.
Además, los vecinos y comerciantes de los bloques de pisos pegados a la frontera apuntan a que los trabajadores de la limpieza no dan a basto con la zona porque “pasan por la noche” y al día siguiente se encuentran todo “igual de sucio que el día anterior”.
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