Sociedad melillense

“Los papas reciben una asistencia especial del Espíritu Santo para llevar a cabo su tarea”

Hay ambiente de final de pontificado. El Faro desea ofrecer a sus lectores un balance sobre el período de Francisco y para ello entrevista al sacerdote Ramiro Pellitero (León, 1956), teólogo y escritor, especialista en los ministerios y los carismas en la Iglesia católica y en el trasfondo ideológico de la catequesis de hoy día.

 -Cada Papa trae consigo sus carismas. ¿Cuál sería el carisma más destacado en la figura de Papa Francisco?

-El Papa Francisco es ante todo un pastor. Le gusta estar con la gente, echa de menos visitar las parroquias, subir a los medios públicos de transporte, conversar con las familias, los jóvenes y los niños, visitar a los enfermos, compartir su tiempo con los pobres y los encarcelados. De ahí brota el mensaje más importante de su pontificado: la primacía de la misericordia sin descuidar la verdad de la doctrina.

-El Papa hace viajes a lugares con minoría católica. ¿Por qué cree usted que lo hace?

-Supongo que lo hace porque se sabe Padre común de los católicos y se siente llamado a acompañar a los más débiles y pequeños. También con una misión de testimonio del amor que Dios Padre ha manifestado en Jesucristo. Un amor que debe manifestarse ante el mundo con hechos, con gestos, a veces pequeños pero claros, en todo lo que hace la Iglesia, con el impulso del Espíritu Santo.

-Nada más ser nombrado, el Papa creó un comité G-9, un grupo de cardenales que iban a asesorar en la reforma de la Curia. Me pregunto cuál es el balance de esta anunciada reforma. ¿Qué está cambiando?

-En medio de la complejidad de nuestro mundo, los cambios que se han producido, tanto en la organización de la Iglesia (por ejemplo, en la reforma de la Curia o el desarrollo de la sinodalidad) como en cuestiones pastorales (la profundización en los fundamentos de la vida cristiana, la formación de los sacerdotes o la enseñanza de la Doctrina social, etc.) tienen como denominador común la renovación en la continuidad. Su origen puede verse, de un modo un tanto simbólico sin dejar de ser real, en las líneas que el cardenal Bergoglio propuso en el pre-cónclave de 2013: la alegría de evangelizar, frente a la autorreferencialidad; la salida hacia las periferias existenciales, frente a un excesivo centralismo; la conversión pastoral o misionera (con acento en la misericordia), frente al riesgo de la mundanidad espiritual.

-¿Por qué este Papa desconcierta con sus declaraciones a algunos fieles y, por el contrario, es amado por personas que se declaran ateas, agnósticas o no practicantes? Es una paradoja aparentemente...

-Quizá a veces desconcierta a quienes están acostumbrados a acentos más tradicionales en cuestiones de fe y de vida cristiana. Acentos que con frecuencia respondían, desde siglos anteriores, a contextos distintos de los actuales. En el Papa destaca su creatividad, tanto en el lenguaje como en sus iniciativas. Plantea cuestiones complejas de forma diferente. Ciertamente, para captar bien sus mensajes conviene conocer el trasfondo histórico y cultural del Papa Bergoglio. Nada de esto es fácil y él mismo ha manifestado que prefiere rectificar, si es necesario, antes que dejarse llevar por falsas seguridades.

A la vez, sus planteamientos atraen a muchos, de dentro y de fuera, porque tienen la fuerza del mensaje del Evangelio, que a nadie deja indiferente. Invitan a todos a preguntarse: ¿Qué hemos de hacer para mejorar? ¿Cómo alcanzar una vida más plenamente humana? ¿Cómo ser cristianos más coherentes?

-Vemos por la televisión las imágenes de un Papa mayor, con problemas de salud y que casi no puede caminar. A menudo en silla de ruedas. Se huele en el aire fin de pontificado. ¿Cómo está el Papa de salud?

-Lógicamente, sin conocer los datos, solo cabe decir impresiones. Podemos acordar en que, para su edad y teniendo en cuenta las enfermedades que ha pasado, está bastante bien. Desde luego, nadie a esa edad desarrolla tal actividad ni se propone semejantes desafíos. Se diría que los Papas, especialmente en su última etapa, reciben una asistencia especial del Espíritu Santo para llevar a cabo su tarea.

-De las encíclicas escritas, ¿cuál cree que ha sido la de más impacto?

-Encíclicas propiamente solo tiene tres. La primera fue escrita “a cuatro manos”, preparada por Benedicto XVI y terminada y firmada por Francisco, sobre la Luz de la fe (Lumen fidei, 2013). Es breve y a la vez teológicamente profunda, y quizá no se le ha prestado la atención que merece. La segunda, sobre el cuidado de la casa común (Laudato si’, 2015), amplía la doctrina social con la ecología integral, mediante un desarrollo de raíz teológica y un formato antropológico. La tercera, sobre la fraternidad y la amistad social (Fratelli tutti, 2020), es también una encíclica importante en el plano de la doctrina social en el actual momento de nuestra cultura, que es en gran medida individualista, como ya puso de relieve el gran san Juan Pablo II.

De igual o más impacto que las encíclicas ha sido su documento programático: la exhortación apostólica sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual (Evangelii gaudium, 2013). Ahí se recoge en síntesis el proyecto del Papa Bergoglio, que luego se ha ido desplegando, en diálogo con los acontecimientos, algunos de los cuales, como la pandemia del Covid-19, eran totalmente impredecibles.

El Papa desarrolla siete cuestiones como claves que entonces le parecieron centrales: “La reforma de la Iglesia en salida misionera; las tentaciones de los agentes pastorales; la Iglesia entendida como la totalidad del Pueblo de Dios que evangeliza; la homilía y su preparación; la inclusión social de los pobres; la paz y el diálogo social; y las motivaciones espirituales para la tarea misionera" (n. 17). De fondo está el gran tema de su pontificado, como vengo diciendo: la compasión o la misericordia, entendida en profundidad y también con sentido práctico.

-¿Se ha entendido mal en la sociedad lo de la bendición a parejas del mismo sexo?

-Me parece que, entre otros factores que cuentan para las dificultades en la recepción del documento, está el contexto de la diversidad cultural y a la vez de la globalización tecnológica en la que nos encontramos.

Además de la profundización en la teología de la bendición y de su sensibilidad ante las personas homoafectivas, destacaría en el documento la defensa de la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio y algunas condiciones para estas bendiciones: la buena intención de quienes las piden, el necesario discernimiento de los pastores, algunas indicaciones para que no se confundan con la asistencia a un matrimonio ni se utilicen formas rituales que pudieran dar esa impresión.

En estas bendiciones, señala el documento, se puede “pedir para ellos la paz, la salud, un espíritu de paciencia, diálogo y ayuda mutuos, pero también la luz y la fuerza de Dios para poder cumplir plenamente su voluntad" (n. 38). Se trata, pues, de oraciones de intercesión que también se consideran, con propiedad, bendiciones. Por tanto, lo que se bendice en esas personas es, al menos (puesto que las circunstancias pueden ser muy diferentes), la confianza en Dios y los esfuerzos por hacer el bien y ayudar a otros, aunque sean pobres esfuerzos y pequeñas ayudas a nivel humano.

La Iglesia es familia. Y en una familia la madre abraza a todos de modo incondicional, aunque a veces no esté de acuerdo con su conducta. Pero no les cierra la puerta. Todos pueden saber que esa puerta está siempre abierta, en defensa de la dignidad de la persona y de la vida de cualquier ser humano, especialmente de los más frágiles y necesitados, en lo material o en lo espiritual. En una familia se evitan las exclusiones y los muros. Y se procura acompañar a cada uno con realismo, valorando los pequeños pasos que pueda emprender.

-Benedicto XVI y Francisco: ¿qué tienen como personas en común y de diferente?

Tienen mucho en común: el ser hijos de su tiempo, los dos llamados a un alto ministerio de unidad y testimonio de la fe, hombres de Iglesia con una fuerte autoexigencia personal, que los lleva a sentir su deber de dar cuentas, ante todo a Dios, de la tarea confiada y de las decisiones tomadas.

Ese cuadro se completa con diferencias, matices y tonalidades propias del carácter, humus cultural, formación y experiencia, punto de vista de cada uno, manteniendo los mismos horizontes en lo fundamental.

 

 

 

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