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El autor de ‘Ser feliz en Alaska’ firmará mañana libros y participará este viernes, a las 17:30 horas, en las jornadas ‘Psicología, Humor y Felicidad’
Asegura que los paraísos están en todas partes. Incide en que solo (nada más y nada menos) hay que reprogramar la mente para ser conscientes de ello. Rafael Santandreu (Barcelona, 1969) participa este viernes en las jornadas ‘Psicología, Humor y Felicidad’, organizadas por el Colegio de Psicólogos, y dará a conocer en su charla (a las 17:30 horas, en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Melilla) su método para forjar personas sanas y fuertes desde el punto de vista emocional. Además, el autor de ‘Ser feliz en Alaska’ firmará mañana jueves ejemplares en La Librería, a las 19:30 horas.
–¿De qué hablará en la ponencia?
–Del método cognitivo para hacerse fuerte a nivel emocional. La terapia cognitiva es la psicología más demostrada científicamente, con más de 2.000 estudios que certifican su eficacia.
–'Mentes fuertes contra viento y marea' es el subtítulo de su libro 'Ser feliz en Alaska'. La teoría parece fácil pero ¿cómo se aplica?
–Tienes que cambiar tu diálogo interno acerca de las adversidades, grandes y pequeñas. Y es algo que se va haciendo todos los días. Se trata de argumentarse correctamente: nada es tan grave como pensamos.
– La postura de ser feliz ante todo también puede interpretarse como muy fría. Los sentimientos de tristeza, ira, miedo… también tendrán su sentido, ¿no?
–Sí, pero cuanto menos los experimentes, mejor. Las personas más fuertes y felices tienen emociones negativas muy suaves y, en cambio, muchas emociones positivas y, con frecuencia, enormes. Incluso de éxtasis.
–¿Por qué no sabemos reconocer la felicidad cuando la tenemos?
–Es que no la tenemos. El 30% de las personas tienen ansiedad o depresión. Un 50% no está mal, pero tampoco bien. Y sólo un 20% es feliz. Estamos en la época de la humanidad con mas infelicidad..
–Hay muchas partes de su teoría que recuerdan a los filósofos antiguos y esa eterna búsqueda de la felicidad. ¿Qué tiene de ello su psicología?
–La psicología cognitiva ha extraído parte de sus contenidos de la filosofía antigua: somos seguidores de Diógenes y Epicteto, por ejemplo. Pero también del budismo, del hinduismo, del cristianismo, de Gandhi y de hallazgos de la psicología del siglo XX y XXI. Todos los que han investigado seriamente como funciona la mente han llegado a conclusiones valiosas.
–Usted habla en su libro de ser feliz en un vertedero. Explíquelo...
–Yo conozco a una monja alemana que se dedica a ayudar a los chabolistas de Chile. Y es súper feliz viviendo entre ellos. Esto nos demuestra que el ser humano puede ser feliz en cualquier situación, siempre que haga la lectura correcta. La psicología cognitiva nos ayuda a ello, de manera que si, por alguna razón acabas en la cárcel, por ejemplo, podrás estar exultante..
–Ha dicho alguna vez que los psicólogos no son muy necesarios…
–La psicología cognitiva puede practicarla uno mismo, a partir de una guía, como lo son mis libros. De esa manera, tienes todo el control de tu terapia y te ahorras ese dinero. A mis colegas psicólogos no les gusta que diga eso, pero es la verdad.
–¿No necesita usted nunca ayuda, no ya de un psicólogo sino de sus amigos, de sus familiares...?
–Claro que no. La vida es tan sencilla que no ‘necesito’ casi nada. Sólo el agua y la comida del día. Y eso es súper fácil obtenerlo. Sin embargo, me encanta ‘colaborar’, hacer cosas juntos, compartir. Pero en libertad. Sin dependencias absurdas.
–Ahora mismo, millones de personas en todo el mundo están perdiendo a un ser querido, han tenido una ruptura sentimental, se han quedado sin trabajo… ¿Qué les diría?
–Que lo que les ha sucedido no es tan grave como, quizás, se están diciendo. Que aún pueden ser felices. Por ejemplo, en el caso de la pérdida de un ser amado: si esa persona, les estuviese viendo por un agujerito, ¿qué querría? ¿Qué fuésemos felices el resto de vida o que la perdiésemos llorando? Pues aunque solo sea por honrar a esa persona, hay que gozar de la existencia.
–Los antidepresivos y tranquilizantes son de los fármacos más consumidos en las sociedades desarrolladas. ¿Son más felices en los países menos ricos?
–La abundancia material es una suerte pero también una maldición. Por un lado, nos da muchas opciones pero, por otro, nos llena de neurosis porque crea ‘necesititis’, la creencia de que necesitas muchas cosas para estar bien. Así que sí: los países pobres tienen problemas pero son más felices.
–Uno de los grandes tabúes de la salud mental es el suicidio. No se habla de ello. ¿Cómo debería abordarse la prevención?
–Mejorando la salud emocional general. Una forma de hacerlo sería enseñar inteligencia emocional en las escuelas. Pero nuestra loca sociedad está demasiado preocupada en competir y enseñar mayormente contenidos tecnológicos. Es una lástima; así que lo más probable es que el número de suicidios siga subiendo.
–No sé si conoce Melilla. En esta ciudad se ven situaciones muy dramáticas. Personas que se han cruzado África entera para entrar al paraíso y se topan con una valla; porteadoras; menores que llegan solos... Asombra muchas veces su arrojo y dignidad. ¿Cómo les pedimos a esas personas que sean felices?
–Es al revés: esas personas son las que nos pueden dar a nosotros lecciones de felicidad.