Los titulares de la cofradía de la Medalla Milagrosa salieron puntuales a la calle, donde les esperaban los melillenses más fieles. La saetera Ana Hernández se entregó con pasión y sentimiento a la Virgen.
Minutos antes de la salida en procesión del Flagelado y la Virgen del Mayor Dolor, decenas de melillenses se agolpaban en las puertas de la hermandad para ver salir a sus titulares. El padre Serafín fue el encargado de llamar a la puerta para que el Cristo saliera y así lo hizo. El presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, solicitó la salida de la Virgen a la calle. Los momentos críticos y tensos durante la salida de las imágenes concluyeron con éxito y así lo agradeció el público presente con sus aplausos.
El Cristo comenzó su recorrido acompañado por los soldados de La Legión y la Virgen, con su escolta de la Guardia Civil. El número de portadores este año ha sido desigual para los tronos. El Flagelado llevaba poco más de 40 personas y, en cambio, la Virgen fue llevada por las calles de la ciudad a hombros de 69 fieles.
La saeta de Ana Hernández
Nada más salir de la Casa Hermandad, uno de los cofrades se subió en los varales para ofrecer a Nuestra Señora del Mayor Dolor a los bebés nacidos en el último año, aunque otros estaban más crecidos. No había dado casi tiempo para que la Virgen doblara la esquina, cuando la melillense Ana Hernández comenzó a entonar su saeta. Al principio apenas cantaba con un hilo de voz, pero a medida que se hacía el silencio en el lugar, su dulzura, pasión y sentimiento contagió de emoción a todos. El aplauso final puso en marcha nuevamente a las imágenes de la Hermandad del Flagelado.
La multitud que esperó la salida de sus titulares prácticamente desapareció cuando el Cristo y la Virgen se alejaban de la parroquia de la Medalla Milagrosa. Y es que al mismo tiempo estaban procesionando el Cautivo y la Virgen del Rocío, y a las 20:30 horas saldría el Cristo de la Paz.
A pesar de que el número de espectadores descendió al comienzo de la procesión, los más fieles no dejaron por un momento solos a los cofrades que portaban a los titulares de la hermandad ni a los que les acompañaban.
Los niños fueron los protagonistas de la tarde pues precedían cada imagen portando los estandartes de la cofradía, las cruces y el incensario. Todos ellos bajo la mirada atenta de sus capataces y de sus padres, que llevaban los carritos para los más pequeños y agua para mitigar el cansancio, tras horas de lento caminar. La Policía Local iba cortando el tráfico rodado a medida que avanzaba la comitiva y un equipo de voluntarios de Protección Civil estaba siempre atento para atender cualquier incidencia.
Con la cofradía del Flagelado comenzó la Semana Santa y con la misma hermandad terminará el próximo domingo, cuando los cofrades vuelvan a vestirse con su túnica roja y su capirote blanco caído para recorrer con alegría y emoción al Cristo Resucitado. El Domingo de Resurrección, el Flagelado y la hermandad del Rocío protagonizarán en la Plaza de España el tradicional Encuentro entre el Resucitado y la Virgen.
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