Está en la planta baja de la Torre Sur, cuando el médico forense debería tenerla más a mano, pues tiene la titulación para manejar el DEA.
El pasado 3 de julio la planta de jueces de Melilla salió a la calle en protesta por el fallecimiento de un compañero en los juzgados de Madrid, que pudo haber salvado la vida si se hubiera contado con un desfibrilador automático (DEA) en dichas instalaciones. Pues bien, tras la protesta en la ciudad, los juzgados ya cuentan con un DEA, pero, en opinión del juez decano de Melilla, Emilio Lamo de Espinosa, sigue siendo insuficiente. Hay que tener en cuenta que este tipo de aparatos únicamente cuestan 500 euros, una coste insignificante si se tiene en cuenta que puede salvar una vida. Pero es insuficiente porque el DEA se ha colocado, además, en la planta baja de la Torre Sur, en las dependencias de la Agencia Tributaria, cuando debería estar en la primera planta de la Torre Norte, donde está el médico forense.
Lamo de Espinosa considera que éste es el lugar apropiado para el DEA pues en la planta baja de la Torre Sur, el aparato está custodiado por un vigilante de seguridad, que, en el caso de tener que utilizar el desfibrilador, necesitaría una titulación específica.
Las carencias en las instalaciones judiciales melillenses son múltiples. Desde que Lamo de Espinosa es juez decano dice haber presentado múltiples quejas ante la Gerencia Territorial en Málaga, al Servicio de Inspección y el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). “La pelota la tienen ellos ahora”, afirma, pues, además, regularmente el Servicio de Inspección realiza su informe que luego es enviado al CGPJ y al propio Ministerio de Justicia.
A pesar de que la instalación del DEA es un avance, no deja de ser “un parche”, en comparación a las necesidades que presentan los juzgados melillenses. No existe, por ejemplo, botiquines para atender incidencias que se pueden dar y que, de hecho, se dan frecuentemente. Las escaleras de los juzgados son, por ejemplo, un lugar propicio para caídas no solamente por parte del personal público que allí trabaja sino también para los ciudadanos que acuden a diario. Es imperiosa la necesidad de que el médico forense, al menos, cuente con un botiquín de primeros auxilios, pero que no sea sólo con tiritas y agua oxigenada.
Botiquines y aire acondicionado
La falta de una instalación óptima de aire acondicionado, el que existe únicamente funciona en las salas de vistas, que no se averíe constantemente y que dé servicio también en los pasillos y salas de espera ayudaría a evitar que se produzcan desmayos y, en caso de que se den, el botiquín esté equipado para atender estas incidencias.
Al mal funcionamiento del aire acondicionado, se suma el hecho de que el Juzgado de Guardia actualmente no cuenta con unas instalaciones que permita tener una ventilación natural. Según apunta Lamo de Espinosa, este juzgado está “obsoleto”. En él se encuentran las oficinas de los funcionarios, la del juez de guardia y los calabozos en una planta laberíntica sin ninguna ventana al exterior. Ello no solamente impide una ventilación natural sino que implica, según apunta el juez decano, un problema de salud e higiene para empleados públicos y civiles.
No hay aseos suficientes
En la misma planta baja, se encuentra el Registro Civil que no cuenta con aseos propios. Esto supone también un problema de higiene, según Lamo de Espinosa. Pues el personal del Registro y el Juzgado de Guardia utilizan los aseos de la planta baja, que son compartidos con los ciudadanos que acuden a los juzgados.
Los servicios de la planta baja de la Torre Norte son los únicos habilitados para el público y además necesitan imperiosamente un mejor mantenimiento. El resto de plantas cuentan con aseos para el personal judicial y si un ciudadano quiere utilizar el aseo y se encuentra en la novena planta, debe bajar en ascensor o por las escaleras.
Ello conlleva otro problema. Lamo de Espinosa explica que los ascensores se averían “cada dos por tres” y son demasiado lentos, lo que supone una pérdida de tiempo cuando los empleados, los jueces y los fiscales deben desplazarse de una planta a otra.
En definitiva, las Torres del V Centenario ofrecen “unas instalaciones que no están pensadas para unos juzgados” y que estos problemas son “de fácil solución”, solamente hace falta “voluntad”, afirma Lamo de Espinosa.
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