Hace tiempo, el gran actor, empresario y director de cine Antonio Bandera se maravillaba en una entrevista por la distinta actitud que mantenían los jóvenes en Estados Unidos (donde él reside) y España. Comentaba que los estadounidenses en un elevadísimo porcentaje se posicionaban a favor de emprender, de montar su propio negocio y prosperar, de desarrollar una idea e incluso asociarse con otros jóvenes para conseguir el objetivo de hacer rentable su actividad. En cambio, ese enorme porcentaje en el caso de los españoles se dirigía a vivir de la Administración Pública. Los jóvenes españoles preferían ser funcionarios y muy pocos se inclinaban por montar su propia empresa.
Antonio Bandera lamentaba muy profundamente el resultado del estudio porque entendía que un país no podía sustentarse exclusivamente en un sector público inmenso. Al contrario, España necesita talento, es imprescindible el emprendimiento, la existencia de un sector privado robusto pero a la vista de lo que piensan los jóvenes, la cosa no va a ser tan sencilla. Cierto es que el sistema fiscal del Gobierno no ayuda ni mucho menos a que la gente se anime a emprender, a tener su propia empresa, aún cuando son esas pymes las que crean el mayor porcentaje de empleo en nuestro país.,
Hay profesores universitarios que cuando preguntan a sus alumnos qué salida profesional ven en su futuro más o menos próximo, se encuentran con que una mayoría muy importante quiere opositar. En un doble grado como, por ejemplo, ADE y Derecho, apenas si son dos o tres alumnos en un curso como tercero, donde puede haber más de treinta jóvenes, los que revelan que quieren trabajar por cuenta ajena o su propio negocio. Todos los demás buscan ser funcionarios, solo anhelan tener una titulación superior para llegar a ser técnicos de la Administración, si bien otros tantos se conforman incluso con ser auxiliares.
Estos indicativos deberían llevar a la sociedad en su conjunto a realizar una profunda reflexión sobre hacia dónde camina. Esos jóvenes que solo quieren ser funcionarios son el futuro de España y ya no solo hablan de opositar para tener una seguridad laboral, sino también para disponer de mayor tiempo libre y disfrutar. Estas personas dan una gran relevancia al descanso, a vivir una jornada que les permita poder compartir con amigos y familia. En muchos casos, lo primero que preguntan cuando se les ofrece un empleo ya no es siquiera cuál es el sueldo sino cuántas vacaciones va a tener y cuál será el horario.
Es evidente que la cuestión laboral ha cambiado mucho en los últimos años y que eso ha llevado a los jóvenes a ver en la función pública su único objetivo para incorporarse al mercado laboral. El problema es que eso no hace país, no permite el crecimiento económico sino un gasto insoportable que empieza a ser inasumible para una clase media que no puede hacer frente a más impuestos.
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