Asistidos por Guisasola, mantienen su acusación de “brutalidad policial”. Los cinco jóvenes de nacionalidad marroquí y belga que acusaron el pasado día 16 a la Policía española de un supuesto maltrato en la frontera de Beni-Enzar ratificaron ayer su denuncia en los juzgados de Melilla.
Los jóvenes, Yassine, Khalid, Samir, Youssef y Mohamed, de edades comprendidas entre los 18 y 28 años, nacidos y residentes en Bélgica y hermanos en tres de los casos, se personaron en las dependencias judiciales, acompañados por su abogado, Javier Guisasola, para iniciar un proceso por un supuesto delito de extralimitación o brutalidad policial, así como de lesiones.
El incidente ya fue denunciado por las propias autoridades marroquíes, a través de su Ministerio de Asuntos Exteriores, mientras que la Delegación del Gobierno en Melilla, por su parte, calificó la actuación policial como "proporcionada, en función de la situación provocada”, para garantizar el normal funcionamiento de la frontera.
Versión de los denunciantes
Los hechos se produjeron el pasado 16 de julio cuando los jóvenes se disponían a cruzar la frontera en un vehículo descapotable, según la versión de su abogado, con el fin de celebrar en la ciudad el cumpleaños de uno de ellos.
El letrado añadió que sus representados sostienen que, una vez en la frontera, un agente de la Policía española les solicitó la documentación y que ellos la facilitaron, por lo que después se la devolvieron. Sin embargo, añaden que en ese momento la Policía advirtió que llevaban, en el asiento trasero del vehículo, una bandera marroquí de 20 centímetros y que un agente les obligó a quitarla “de malas maneras”.
Bandera y huida
A partir de ahí, según la versión de lo denunciantes, se inicia el conflicto, porque según sostienen los denunciantes, al negarse a la petición alegando que se trataba de una bandera de su país, un policía español decide arrebatársela “bruscamente” e intenta romperla, lo que el conductor del vehículo, Yassine, dice que impide.
Los jóvenes afirman que la situación se volvió extremadamente tensa y que el agente en cuestión no sólo intentó quitarles de nuevo la bandera sino que empezó a insultarles llamándoles “perros marroquíes” e instándoles a que volvieran a su país de “perros”.
Fue entonces, aseguran, cuando hicieron acto de presencia unos diez agentes de la Unidad de Intervención Policial, a los que acusan de rodearles y golpearles durante 30 ó 40 segundos.
Los mismos denunciantes reconocen que, entonces, gracias a que el conductor del coche aceleró y pudieron entrar en territorio marroquí, lograron zafarse de “la agresión policial”.
Mohamed, quien se declara el más damnificado porque asegura que recibió golpes con la porra en la cara y el pecho, llegando incluso a perder el conocimiento, aseguró ayer, en su comparecencia ante los juzgados locales, que no habían hecho nada. Como sus compañeros, se mostró convencido de que el trato que les dispensó la Policía española tiene mucho que ver con su origen marroquí, a pesar de su condición de ciudadanos europeos.
"Toda la atención se centró en la bandera", declaró Khalid, que, junto con sus amigos, consideró "normal" que una persona pueda llevar la enseña de su país. Es más, recordaron que cuando la selección española ganó el Mundial de Fútbol, ellos mismos salieron a festejarlo por la calles de Marruecos con la bandera de España.
Grabación de seguridad
Guisasola destacó que todo lo ocurrido fue grabado por las cámaras de seguridad de la frontera, por lo que ha pedido que se establezca una comisión judicial con objeto de recuperar las imágenes.
El abogado añadió que es incomprensible el trato recibido por sus representados, ya que no es ni mucho menos ilegal llevar una bandera de otro país y, como prueba, aludió al hecho de que, por ejemplo, en los hoteles luzcan distintas banderas diferentes a la española.
Los cinco jóvenes, que ayer volvieron a cruzar la frontera, se declararon "traumatizados", ya que lo que para ellos comenzó siendo unas vacaciones de verano en el país de origen de su familia se ha convertido en una "pesadilla", que, dicen, no les deja dormir.
Hoy regresan a Bélgica, donde continuarán, la mayoría de ellos, con sus estudios, aunque alegan que, a raíz de lo ocurrido, no quieren retornar nunca más a Melilla.