Categorías: Sociedad

Los fogones de Francis Aguilera

Que es un gran periodista, ya lo sabíamos, especialmente en asuntos deportivos. Es tertuliano, redactor y portavoz institucional, bien. Pero que es un hombre de fogones especializados, de eso Teníamos poca idea por no decir ninguna. El bueno de Francis deleita a los suyos cada día con sus creaciones culinarias y los deleita porque opta por aportar diferencias, salirse de las normas para agradar a los estómagos y presentar debidamente sus inventos. Ya se sabe que para que la comida guste lo primero que tiene que hacer es entrar por el ojo del comensal.
Me encuentro con el periodista y me dice que sus platos están cargados en el 'Facebook'. ¡Cómooor!. No me lo pierdo: El primero en comparecer es un cochinillo lechal al horno que me parece una tentación mayor que la de la serpiente y la manzana, esas de la Biblia. Qué presencia, qué maravilla. Parece que el lechal dice: "Qué estás esperando para hincarme el diente, chalao". El guarrillo lleva encima un limón decorado y el aspecto del plato es extraordinario, por eso presume el gastrónomo y posa con él en sus manos. Casi se desmaya uno cuando comprueba la escenificación de las tradicionales migas. Llevan magreta, chorizo, ajo y pimientos verdes y están hechas a la candela, nada de horno, 'cocinera automática' o artilugio cocinero de última generación. A la candela y sin perderlas un segundo de vista, en continuo movimiento. Claro, eso implica la permanente presencia junto a la olla pero a Francis eso le gusta, le gusta acariciar a sus platos y comprobar periódicamente, cada minuto, cómo va la cocción de la excelencia gastronómica.
El viaje pasa por unas doradas horneadas con papas fritas y base de cebolla y pimiento rojo. Uf, tela del telón. Aguilera no quiere estridencias en sus creaciones y no quiere que la dorada pierda su inmenso sabor por eso le pega poco más que un golpe de horno. De esa forma, el pescado conserva su carnosidad sin necesidad de estar crudo, la patata es blanca pero cocinada y la base de verdura, preparada lo mínimo para recibir con frescura y sabor a la materia principal: La dorada.
¡Cuidado!, ¿qué es eso?. Mi madre, es un salteado a base de espárragos, jamón y setas. El revuelto de Francis quita el sentío. Cada ingrediente ha recibido un trato especial de modo que, cuando se juntan, triunfan porque parece que el guarro y los productos del campo han nacido juntos o que se llevan a las mil maravillas. El plato sirve tanto para un roto como para un descosido: Es decir, puede ser un magnífico entrante o el fundamental plato base plato base. Creemos que esta combinación ya había sido inventada por los griegos dioses del Olimpo o algo así. Ya se va el hambre.
"¿Que no tienes más hambre?, espera y mira, hombre". El postre: Kiwies a la nuez y la miel con nata fresca. Dice la cultura centroeuropea que las míticas walkirias servían a los guerreros miel en el cráneo del enemigo vencido. Hombre, el kiwy no es una pelota de huesos pero la sensación puede ser de enorme falicidad gracias a los fogones de Francis Aguilera. Tienes mi teléfono, Francis, cuando quieras, colega.

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