Melilla ha tenido suerte en la afección de la pandemia del coronavirus. Distintas medidas adoptadas han sido, desde luego, esenciales a la hora de que la propagación haya sido mucho menor que en otros puntos de la Península. Es una circunstancia que ha sido reconocida no solamente por las administraciones competentes, sino también por el conjunto de la ciudadanía. Por ello, en EL FARO publicamos hoy el suplemento Los Esenciales, como reconocimiento a todos los que han estado en la primera línea de la lucha contra el coronavirus.
Las dos primeras circunstancias que han ayudado a esa escasa propagación en la ratio número de habitantes y número de contagiados, en los dos primeros meses, fue la decisión de España de cerrar la frontera aunque ya estaba clausurada porque Marruecos, así lo decidió unilateralmente, y la segunda la restricción establecida por el Ministerio de Transportes de reducir al máximo la movilidad de personas tanto para salir de nuestra ciudad como para la entrada a la misma. Esa sensación de isla que muchas veces nos invade a los melillenses en sentido negativo, en esta ocasión ha sido una verdadera suerte. El estar prácticamente cerrados por mar y totalmente clausurados por la frontera nos ha salvado de manera indudable.
Otro aspecto a considerar es la gran colaboración que han prestado la mayoría de los melillenses, siguiendo a rajatabla las recomendaciones dictadas por parte de las autoridades sanitarias. Salvo puntuales incumplimientos, la gran mayoría permaneció en sus domicilios durante las primeras seis semanas y abandonándolo únicamente para la realización de las tareas más urgentes y perentorias. Luego, a medida que se han ido levantando las medidas de restricción y relajando el confinamiento ese mismo comportamiento ha seguido siendo esencial. Por supuesto, es imposible que el 100% de la población sea totalmente responsable. Ni se consigue en Melilla ni en ningún punto del mundo afectado por la pandemia. Pero hay que agradecer a los melillenses , en general, su responsabilidad y su solidaridad.
Y en tercer lugar igualmente hay que destacar la gran labor, siempre hay lagunas, de las dos administraciones con responsabilidades a la hora de las competencias en materia sanitaria y de salud pública. Todos han puesto su máxima energía y en especial debemos dar las gracias al conjunto de los sanitarios en general por ese trabajo desarrollado con todas las personas que han estado contagiadas y con sus familias.
Un agradecimiento que igualmente debe ser extensivo a todos los sectores que han estado en primera línea para que el confinamiento del resto de la población se pudiera llevar de la mejor manera posible. Citar a todos sería desde luego una temeridad porque siempre quedaría alguno fuera. Por ello, a todos en general, gracias.
Sin embargo, se ha ganado una batalla pero no la guerra. El virus sigue estando en la calle. Hasta que no haya una vacuna, y no existe ninguna previsión hasta los primeros meses del próximo año, está claro que no quedará más remedio que convivir con el virus. No nos podemos relajar. Se debe continuar con todas las medidas recomendadas por las autoridades sanitarias para controlar ese rebrote que ya es una realidad y al que todos tenemos miedo.
Pero también esta pandemia ha tenido unas consecuencias económicas muy importantes que en Melilla se han añadido a las existentes como consecuencia de la decisión de Marruecos de suspender el comercio atípico. Las dos administraciones competentes en nuestra ciudad están obligadas al entendimiento, al igual que el consenso debe ser generalizado con el conjunto de las demás fuerzas políticas, empresarios y sindicatos. No nos queda más remedio si queremos salir de una crisis de la que todavía desconocemos totalmente sus consecuencias. Y para ello no solamente se necesita de ese entendimiento entre los implicados locales sino que la ayuda del Gobierno de la Nación se nos antoja indispensable porque Melilla, por sí sola, debido a sus propios condicionantes, no lo puede hacer sola.
Este suplemento especial pretende ser un homenaje pero también una llamada a la responsabilidad.