Frontera e Inmigración

Los educadores de calle logran recuperar a más de medio centenar de niños en 2 meses

  • Ventura asegura que el programa ha funcionado muy bien y se han hecho unas treinta atenciones sanitarias.La Purísima acoge actualmente a cerca de 400 menores, la mayoría de entre 16 y 17 años

El programa de educadores de calle puesto en marcha por la Consejería de Bienestar Social ha permitido recuperar a más de medio centenar de menores que han accedido a vivir en los centros de protección que dependen de la Administración. En apenas dos meses, estos trabajadores han logrado convencer a los pequeños de que acceder a ser tutelados por la Administración les ofrecería más oportunidades que seguir viviendo en la calle para tratar de colarse en uno de los barcos que unen Melilla con la península. Así lo explicó en declaraciones a El Faro el consejero de Bienestar Social, Daniel Ventura, que destacó los buenos resultados que ha tenido esta primera parte del programa.

Ventura indicó que además de lograr que estos jóvenes vayan a los centros de acogida, también se han realizado más de una treintena de atenciones sanitarias para curar pequeñas heridas que presentaban estos chicos que viven en la calle. Resaltó que los menores que han accedido a ser acogidos no lo han hecho sólo para un día, sino que han entrado en el circuito de protección de forma permanente.

De hecho, el responsable del área de Bienestar Social señaló que actualmente el centro de la Purísima ha batido su récord de ocupación y acoge a alrededor de 400 niños, una cifra muy superior a la capacidad óptima de las instalaciones. No obstante, apuntó que el espacio ya está adaptándose para albergar a más menores. Recordó que a partir del próximo 1 de enero entrará en vigor un nuevo pliego de condiciones para la gestión del centro que, entre otras cuestiones, recoge que el espacio estará preparado para dar atención a 350 niños en condiciones normales y hasta a 400 en momentos excepcionales.

Ventura indicó, como ya apuntó en el pleno del viernes, que en el último mes han llegado a la ciudad más de 250 menores, lo que ha influido de forma determinante en el aumento de la ocupación de los centros.

Los perfiles de los menores son heterogéneos, aunque la mayoría son adolescentes mayores, de 16 o 17 años. Eso sí, también hay algunos niños más pequeños, y se ha detectado asimismo a algunos mayores de edad. Apuntó que se realizan pruebas de determinación de la edad precisamente porque sospechan que hay mayores de 18 años; en el caso de que se confirme, estos son trasladados a otros centros.

El consejero de Bienestar Social resaltó que a pesar de las dificultades que supone atender a un número tan elevado de menores, el esfuerzo de los trabajadores, en muchas ocasiones “por encima de sus posibilidades”, sirve para que puedan sacar adelante la situación y se dé a los chicos el mejor servicio posible. Reconoció que si la cifra de acogidos fuera menor la atención sería más personalizada, pero aseguró que se hace una gran labor con estos pequeños.

Muchos menores llegan animados por amigos que ya han logrado entrar en Melilla

El consejero de Bienestar Social, Daniel Ventura, asegura que gran parte de los menores que llegan a la ciudad vienen de zonas cercanas, pero indica que cada vez son más los que llegan de otros puntos de Marruecos, especialmente de Fez. Ventura explica en declaraciones a El Faro que hay contacto entre los jóvenes que ya están en Melilla y amigos y conocidos que siguen en el país vecino. Los que han conseguido entrar les dan consejos y los animan a venir, la voz se corre y eso provoca que cada vez sean más los que tratan de probar suerte en nuestra ciudad. Apunta que para llegar a Melilla utilizan el tren que parte de la zona de Fez. Una vez en Beni Enzar aprovechan cualquier descuido para colarse por los puestos fronterizos. Hace unas semanas la AUGC (Asociación Unificada de Guardias Civiles) indicaba que habían detectado que los menores se colaban debajo de los coches para atravesar la frontera aprovechando las colas, con el riesgo que esta práctica supone para sus vidas. Ventura reconocía que saben que este es uno los métodos utilizados, aunque apuntaba que hay muchos otros. La Delegación del Gobierno trabaja en coordinación con la Ciudad para tratar de frenar estas entradas, al tiempo que se producen conversaciones entre los gobiernos de España y Marruecos. Sólo este mes han conseguido llegar a Melilla más de 250 menores extranjeros.

El nuevo programa de educadores, entre enero y diciembre

El consejero de Bienestar Social, Daniel Ventura, asegura que confía en que el nuevo programa de educadores de calle pueda estar en marcha entre diciembre y enero.Indica en declaraciones a El Faro que al ser un contrato mayor la gestión es más compleja, aunque recuerda que se está tramitando por vía urgente para intentar que los periodos se acorten lo máximo posible. El objetivo de la Consejería es que este proyecto sea de larga duración para que los educadores consigan hacer un diagnóstico más profundo de la situación de los menores extranjeros que viven en la calle, al tiempo que logran ganar su confianza y convencerlos para que acepten la tutela de la Administración.

Un niño de 10 años: “Mi padre prefiere que me quede en Melilla”

Un niño de sólo 10 años llegaba hace unos días al centro de acogida de La Purísima. Lo hacía después de que su padre lo hubiera traído desde Marruecos y lo hubiera dejado en el lado español de la frontera. Es uno de los cientos de casos de menores que entran diariamente en nuestra ciudad buscando un futuro mejor. El consejero de Bienestar Social, Daniel Ventura, afirma que el director del centro le preguntó al pequeño que si no prefería estar en casa con su familia. El niño le respondió que su padre prefería que estuviera en nuestra ciudad y fuera acogido en uno de los espacios que la Administración tiene habilitados para estos casos. Ventura ha dicho en muchas ocasiones que esta es otra de las realidades de los menores extranjeros que viven en Melilla, la de niños que cruzan la frontera de mano de sus padres, unos progenitores que deciden dejarlos en nuestra ciudad pensando que pueden tener más oportunidades que en Marruecos.

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