UNOS 300 manifestantes recorrieron ayer el centro de la ciudad para expresar su indignación por la muerte de dos jóvenes melillenses a manos de efectivos de la Marina Real de Marruecos el pasado 27 de octubre. La protesta no contaba con la autorización de la Delegación del Gobierno por el simple hecho de que ésta no había sido solicitada en la forma y los tiempos legalmente establecidos, lo que no impidió que se desarrollara sin incidentes.
Los participantes en ese acto dejaron patente el enfado que sentimos la totalidad de los melillenses ante unos hechos que acabaron con la vida de dos jóvenes, Pisly y Emin, que si cometieron alguna infracción, fueron ‘ajusticiados’ de una manera salvaje, reprobable y atroz. En ningún país civilizado ocurren unos hechos de esa gravedad sin que sus autores tengan que dar cuenta de los mismos ante el juez. La respuesta de Marruecos ante este suceso servirá para determinar el nivel del respeto de los derechos humanos que ha alcanzado nuestro vecino. El tiroteo tuvo lugar en sus aguas, estuvo protagonizado por miembros de sus Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y a sus jueces corresponde valorar los hechos y dictar la correspondiente sentencia.
A este lado de la frontera, el conjunto de los ciudadanos sólo podemos estar al lado de las familias de estos jóvenes y velar por que nuestras autoridades y representantes políticos garanticen de la mejor manera posible sus derechos en el país vecino.
Aún estamos en tiempo de espera hasta ver cómo actúa la Justicia marroquí. De momento hemos podido comprobar que no es más rápida que la nuestra. Cuando conozcamos los pasos que va dando, podremos criticar o alabar sus decisiones y exigir la correspondiente respuesta por parte de nuestras autoridades y representantes políticos. Hasta ahora, a éstos sólo podemos demandarles firmeza ante las autoridades marroquíes, interés por esclarecer la muerte de los dos jóvenes melillenses, cautela en sus actuaciones para no entorpecer la investigación y apoyo absoluto a las familias de los fallecidos.
Ayer los manifestantes empezaron lanzando sus gritos de protesta contra las autoridades del país vecino y acabaron dirigiéndolos hacia Abdelmalik El Barkani, delegado del Gobierno. Se exigía al máximo representante del Ejecutivo central en Melilla mayor contundencia en sus declaraciones a la hora de calificar los hechos ocurridos en Marruecos. Quizá El Barkani hubiera querido utilizar otras palabras para referirse al tiroteo: “Brutal asesinato”, “crimen” o “fusilamiento salvaje”. Todas ellas están ‘prohibidas’ para una ciudadano que ocupa un cargo como el suyo en la Delegación del Gobierno y que cuando abre la boca, habla por todo el país.
Caminar por los resbaladizos pasillos de la diplomacia obliga a moverse con cautela y a silenciar las apreciaciones personales para no dificultar la defensa de los intereses del país y de sus ciudadanos, en este caso los de los familiares de Pisly y Emin.