Más de un millar de turistas británicos llegó ayer a Melilla a bordo del crucero ‘Braemar’. Pasadas las ocho de la mañana el buque atracó en el puerto de la ciudad y la mayoría de los cruceristas optó por bajar para conocer de cerca los encantos melillenses. El buen tiempo acompañó a los visitantes que, sin embargo, volvieron a encontrarse la mayoría de los comercios cerrados.
Una vez que tocaron tierra, algunos optaron por hacer una de las excursiones organizadas que les propusieron desde el barco o a través del Patronato de Turismo de la ciudad. Otros decidieron conocer la ciudad por ellos mismos. La sorpresa, para muchos de los visitantes fue que al llegar a la Avenida Juan Carlos I, la principal vía comercial de Melilla, se encontraron con que casi todas las tiendas tenían las persianas bajadas. Ni los comercios locales, ni las franquicias se animaron a aprovechar la visita de los turistas y abrir sus puertas en día festivo. Sólo algunas de las tiendas de souvenirs, que habitualmente abren los fines de semana y un negocio de venta de maletas de la Avenida ofrecieron a los viajeros la opción de poder comprar algún recuerdo.
A pesar de la recomendación de la Cámara de Comercio a los negocios para que abrieran sus puertas a los turistas, la mayoría decidió cerrar. Hay que tener en cuenta que el ‘Braemar’ sólo permaneció en la ciudad poco más de cinco horas, ya que antes de las dos de la tarde estaba zarpando para continuar la travesía, por lo que los turistas tampoco hubieran tenido mucho tiempo para comprar.
Actividad en los bares
Los que sí aprovecharon el tirón de los visitantes fueron los hosteleros de la ciudad. El buen tiempo fue un aliado para que las terrazas del centro presentaran muy buen aspecto durante la mañana. Decenas de cruceristas se sentaron en la Plaza de las Culturas o en Menéndez Pelayo para disfrutar del sol y tomar un aperitivo.
No obstante, desde la Asociación de Hosteleros de la ciudad, su presidente, Hassan Amaruch, señaló que la llegada de los turistas se había notado “poco” en las cajas de los bares. Amaruch indicó que al estar tan pocas horas en Melilla casi ninguno había almorzado en los restaurantes y que tampoco fueron muchos los que tomaron el café, porque en general desayunan en el barco. “Los que ha parado en los bares ha sido para tomar el aperitivo, no está mal, pero no es algo que vayamos a notar mucho los empresarios”, indicó.
Amaruch aseguró que siempre es positivo que lleguen visitantes a la ciudad, aunque sólo sea porque después de conocer Melilla puedan promocionarla en sus lugares de origen. Sin embargo, insistió en que cuando el barco pasa sólo unas horas atracado en el Puerto es difícil que la economía local note los efectos de la llegada de estas personas.
Segunda visita
El crucero ‘Braemar’ ya estuvo en Melilla el pasado domingo 29 de septiembre. En esa ocasión, la llegada fue un poco más tarde, alrededor de las 12:00 horas, por lo que los visitantes sí tuvieron tiempo de almorzar en bares y restaurantes. No obstante, en aquella ocasión los comerciantes tampoco abrieron las puertas de sus tiendas y los visitantes se encontraron, al igual que ayer, una ciudad casi desierta.
Tal y como ha afirmado el viceconsejero de Turismo, Javier Mateo, en varias ocasiones, desde la Ciudad quieren conseguir que Melilla se convierta en un puerto de referencia para el atraque de cruceros. En los últimos dos años han logrado que aumente el número de embarcaciones que deciden hacer una de sus escalas en nuestra ciudad. Sin embargo, lo que sigue sin lograrse es que los empresarios locales opten por abrir sus negocios cuando la llegada de estos visitantes coincide con un día festivo.
Tanto los hosteleros como los comerciantes aseguran que el volumen de ventas que genera la llegada de estos turistas no compensa los gastos de abrir las puertas de sus negocios un día más de lo habitual. La consecuencia es que los visitantes se encuentran a su llegada con una ciudad prácticamente sin actividad, con muchas cafeterías cerradas y casi ningún comercio con las persianas subidas.
Eso sí, la mayoría se queda sorprendido con el encanto de la Ciudadela o la arquitectura modernista de los edificios del centro histórico. Dar un paseo por la playa o aprovechar para conocer los templos de las diferentes religiones que se profesan en la ciudad son otras de las opciones, alternativas a las compras, que les ofrece Melilla a estos viajeros. El Patronato de Turismo continuará trabajando para atraer más cruceros el próximo año.
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