La noticia de que la frontera de Farhana cerrará a partir del lunes ha caído como un jarro de agua fría entre los comerciantes que a diario cruzan el paso con sus coches repletos de mercancía. Denuncian que con el cese de la actividad se quedarán sin trabajo. Mustafa se dedica desde hace tres años al comercio atípico y no sólo teme quedarse sin ingresos, sino que, “por culpa de las obras”, tenga que enfrentarse a “grandes pérdidas”. “Perderé clientes porque no quieren esperar a la mercancía y tendré que pagar el alquiler de algún almacén para poder guardar los productos”, explicó. Este comerciante lamentó, además, que no se les haya comunicado que a partir del lunes la frontera de Farhana quedará inoperativa. “Nos lo tenían que haber dicho antes. No nos han dejado margen de maniobra. Hoy (por ayer) es nuestro último día de trabajo”, manifestó. Con el fin de transportar la mayor mercancía posible, Mustafa y sus compañeros aprovecharon cada rincón de dos Mercedes 190. Colocaron paquetes y sacos de alimentos en los asientos traseros, en el maletero, en la guantera y hasta debajo del capó. Sin alternativa Mohamed, otro de los comerciantes afectados, señaló que no cuentan con una “alternativa real” para poder realizar su trabajo. “Los que trabajamos en Farhana no podemos pasar por Beni Enzar. No conocemos a los agentes marroquíes de dicho paso y nos echarán para atrás la mercancía”, explicó. En la misma línea se manifestó Sufjan. “Estaremos sin trabajo. Quien nos diga que usemos otros pasos sabe que eso no es posible”, expuso. Dijo no entender por qué las instituciones no piensan en ellos, apuntando que su trabajo ya es lo “suficientemente complicado”: “Llevo desde el amanecer esperando en la cola, encerrado en un coche y soportando que de vez en cuando algún listo se me cuele”, contó. “¿Este trabajo no es ya lo suficientemente duro para que, ahora nos los dificulten más aún?, se preguntó. Sufjan considera que se tenía que haber buscado una solución para compaginar la obra con el flujo de vehículos. Yemel aseguró que lleva 22 años transportando mercancía de un lado a otro y que “nunca” se ha buscado una solución acorde a los intereses de los comerciantes. “No sé por qué la gente se sorprende. Nosotros no tenemos ni voz ni voto”, señaló con resignación. Yemel aseguró que la semana que viene se tomará un respiro “obligado”. “Si las obras duran más de dos semanas, serán las vacaciones más largas de mi vida”, apuntó.
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