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Los comerciantes de El Rastro se ahogan tras la apertura de la frontera

Ya han pasado dos semanas tras la ansiada reapertura de la frontera, pero los comerciantes de El Rastro aseguran que la situación es la misma que cuando estaba cerrada e incluso señalan que antes de su apertura parecían estar mejor. Aún así, comentan a El Faro que sienten que no podrán continuar en este estado durante mucho más tiempo y que la ciudad, como ellos, se está ahogando. 

Durante estos dos años de pandemia, la frontera entre Melilla y Marruecos ha estado cerrada. Una situación que, durante este periodo, ha provocado que muchos comercios locales de la ciudad acaben echando el cierre, incapaces de sustentarse con la población melillense.

Ahora la frontera ha vuelto a abrir, aunque con ciertas medidas que impiden que la circulación del mercado regrese a su estado prepandemia, una situación de la que muchos comerciantes del barrio de El Rastro se han quejado a El Faro. 

En esta zona de la ciudad, la mayoría de los dueños de los negocios apuntan que hasta que la gente de Marruecos no pueda entrar y relajen las medidas, la situación no mejorará.

“Cuando estaba cerrada la frontera, aquí iba hasta mejor”, apunta una mujer encargada de una tienda en la zona.

Ahora que la frontera está abierta venden incluso menos porque la gente de Melilla sale y gasta el dinero en Marruecos. Un comerciante señala que esto es contraproducente para la propia ciudad, ya que el único que está saliendo ganando en este asunto es el país vecino.

“Se van a comprar a Marruecos porque es más barato y nosotros nos quedamos aquí sin vender”, destaca otro comerciante, que quiere permanecer en el anonimato.

Tampoco quieren que el paso por la frontera vuelva a estar como antes de la pandemia, porque saben que eso era insostenible. La solución, según ellos, sería un término medio entre ambos estados.

Aún así, todos coinciden en el mismo punto: si esto sigue así, la ciudad acabará muriendo. Estos comerciantes llevan dos años tirando a duras penas y consumiendo sus ahorros de toda la vida, y afirman que no pueden continuar así. Por este motivo, ante esta situación se muestran pesimistas y ven el futuro cubierto por una total incertidumbre.

Cuando la frontera estaba cerrada, les costaba mantenerse a flote pero lo iban haciendo poco a poco gracias a sus clientes de toda la vida. Ahora, sin embargo, comentan que ya no saben cómo hacer para seguir nadando y ven, entristecidos, como la ciudad se ahoga con ellos.

“Hay muchos pobres aquí en Melilla. Falta trabajo y muchas cosas… Estamos totalmente jodidos”, afirma Ahmed, resaltando que es una ciudad pequeña y que aquí no hay nada. 

Mimu, otro comerciante de la zona, confiesa que está sobreviviendo hasta que llegue el día de su jubilación. “Hoy sabemos lo que hay, pero mañana… Nosotros lo único que hacemos aquí es esperar a que nos jubilemos, no queremos nada más”, explicó. 

A pesar de todo, algunos confían en que las medidas del Gobierno en la frontera se relajen conforme vaya pasando el tiempo y que, de esta manera, los negocios de El Rastro puedan comenzar a salir a flote pronto.  

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