General Hernández: su Parque tiene dos vidas, la iluminada por el sol y la claroscura del anochecer. No se sabe cuál es más bonita, no, créame. El crepúsculo marca líneas de color de mucha intensidad, aunque parezca que no. El tránsito entre la luz natural y la electricidad es un episodio de belleza natural. Hasta parece que Félix Rodríguez de la Fuente sonríe desde su pedestal de bronce y piedra, y su lobo, también. Es como si esa luz eléctrica maquillara a palmeras, ficus y helechos. En fin, es el famoso espectáculo de luz, color y sonido del que presumen los egipcios de Luxor, Kefren y Micerinos. Bueno, algo menos, pero igual de fantástico. ¡Qué se creen estos faraones!
Sí, sonido también. Don Venancio es que el Parque de usted tiene sonido, el adecuado a cada momento del día y de la noche. A eso del mediodía, hay ritmo, alegría para acompañar al sol en sus delicadas caricias a las especies vegetales y a los seres humanos, faltaría más. Luego, conforme el astro rey se va a la cama, mengua el chinchinpum para que lleguen melodías amables. Un rato sentado en uno de los bancos nuevos –no el de España, ese se va de Melilla–, escuchando un arpa, rodeado de plantas y con buena compañía, hágame caso, general, es un rato para vivirlo en toda su intensidad. Y Félix sigue sonriendo.
Tenía razón Ramón Gavilán. No se ha perdido ninguna especie vegetal e incluso se ha incrementado la nómina arbórea. Lo que pasa es que las antiguas plantas están donde han estado siempre y las nuevas tienen que crecer, paciencia. De plantas entiendo poco, don Venancio, pero imagino que a mitad del naciente 2011 la espesura del Parque va a ser espectacular. O sea, que comprobaremos con nuestros ojos la frondosidad de una magnífica y céntrica instalación ajardinada. Eso es ofrecer más oxígeno para el melillense. Entre su Parque y la prohibición de fumar de Zapatero, Melilla será una ciudad más saludable. Pero, ¿qué tiene que ver ZP con todo ésto? Perdone, ha sido un pequeño desliz pro-gubernamental; es lo que tiene ser de izquierdas.
Y las fuentes. Dicen los historiadores que su Parque tenía más de cinco salidas de agua. Yo creo que la versión actual ofrece más opciones acuíferas, hay más humedales. Pero son humedales artísticos. En los claroscuros del Parque Hernández hay color, por eso le decía, general, lo del espectáculo de luz y sonido. Cada fuente tiene su croma, cada chorro, su pincel. Ya le digo, felicidad en estado puro. Y el doctor Rodríguez de la Fuente vuelve a sonreir. Adiós, general.
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