Un trabajador del polígono Sepes encontró, sobre las 17:00 horas de ayer, a tres menores escondidos en los bajos de una batea, que esperaba para ser remolcada por un camión. El hombre amenazó a los jóvenes con llamar a la Guardia Civil si no abandonaban el vagón, si bien sólo uno de ellos hizo caso de la advertencia.
Según narró a El Faro el propio empleado del recinto industrial, los pies de dos de los chicos llamaron su atención, al asomar por la parte baja del remolque. El tercero, en cambio, habría conseguido adentrarse más entre los engranajes de la batea, haciendo casi imposible verlo desde fuera.
Tras descubrir a los menores, de acuerdo a la declaración a este periódico del trabajador, éste habló con los chicos y les instó a salir del vagón. Ante la negativa inicial de los jóvenes, el operario les apercibió con una llamada a la Guardia Civil que, finalmente, no se produjo, porque al empleado, según sus propias palabras, “le dio pena”.
En ese momento, uno de los chicos bajó del remolque, aunque no abandonó las inmediaciones del mismo. Los otros dos, por el contrario, permanecieron en su interior, pese al peligro que entrañaba para su integridad física.
Se desconoce, por tanto, qué sucedió con los menores una vez que el trabajador se marchó. El operario, en este sentido, admitió haber puesto sobre aviso a la empresa propietaria de la batea. Asimismo, El Faro contactó con la Guardia Civil, si bien en el Cuerpo no se tenía constancia de ninguna incidencia de este tipo.
El trabajador dice que “es el pan de cada día”
El trabajador que descubrió a los menores en los bajos de la batea estacionada en el polígono industrial Sepes contó a El Faro que este tipo de incidentes se repiten con frecuencia en el recinto. “Este es el pan de cada día”, declaró. Según el operario, quien aseguró que los jóvenes le habían dicho que pertenecían al centro de menores La Purísima, “si hay una batea, hay menores por allí”. El objetivo, de acuerdo a su testimonio, es poder adentrarse en cualquier vagón contenedor que, a posteriori, sea remolcado por un camión hasta el puerto y, una vez allí, poder embarcarse en un ferry con dirección a la península. El empleado, incluso, afirmó que muchos niños intentan subirse a la carrera a cualquier vehículo que pase por el polígono. “En cuanto ven un camión en movimiento por esa zona, corren hacia él”, manifestó.
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