Opinión

Lo que queda en el Gurugú

El ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, estuvo este fin de semana en Melilla para dar aliento a los agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional y también para frenar, sólo con su presencia, cualquier conato de entrada masiva a las ciudades autónomas. Estando él en Melilla, Marruecos no se atrevería a 'colaborar' a su manera. Sería algo más que una provocación.

Los migrantes que entraron la semana pasada en el Centro de Estancia Temporal de Migrantes (CETI) comentan que en el monte Gurugú quedan unos 4.000 migrantes con los ojos fijos en Melilla. Son cifras de las que no habíamos oído hablar nunca. Es difícil entender cómo han podido concentrarse tantos inmigrantes irregulares en las inmediaciones de nuestra ciudad, teniendo en cuenta que carecer de documentación legal en Marruecos es delito en este país.

Según explicó el ministro Marlaska, la ciudad dispondrá, como refuerzo, de 50 agentes del Grupo de Reserva y Seguridad de la Guardia Civil y de otros 41 de la Unidad de Intervención Policial. Algo es algo, pero siguen siendo pocos efectivos para frenar a esas 4.000 personas que podrían lanzarse a saltar la valla si Marruecos baja la guardia.

El Faro ha preguntado a los melillenses qué creen de la visita del ministro y la mayoría ve con buenos ojos la presencia del Estado en la ciudad porque envía un mensaje esperanzador a una ciudadanía que se siente abandonada.

Sin embargo, desde el Gobierno, niegan que formemos parte de la España olvidada. La semana pasada también estuvo en Melilla María Gámez, la directora general de la Guardia Civil, y hoy el secretario de Estado de Política Territorial, Alfredo González, explica en una entrevista concedida a El Faro de Melilla que en el Ejecutivo son conscientes de que uno de sus grandes desafíos es garantizar la viabilidad económica de las ciudades autónomas.

Por eso prevén tener listo a finales de este verano el Plan Estratégico Integral que se utilizará como guía para invertir los fondos europeos que, según explica González, ya han empezado a llegar a raudales a Melilla.

Sinceramente no sé si es bueno que hayan llegado y que no lo hayamos notado en nuestro día a día porque ésta es una oportunidad histórica para cambiar las cosas en esta ciudad. Es ahora o nunca. De ahí la importancia de tener al frente de las carteras encargadas de gestionar todo ese dinero a personas competentes y ágiles en la gestión de lo público.

No podemos dar por sentado que la minicrisis migratoria que tuvimos la semana pasada con Marruecos ha sido un incidente aislado, pero al menos ahora tenemos claro que en Madrid están pendientes de lo que pueda ocurrir.

El ministro Marlaska no hizo una visita rutinaria a la ciudad. Estuvo, incluso hasta altas horas de la noche, recorriendo la frontera. Ha podido comprobar cómo es pasar una noche, pegado a una valla entre dos mundos.

De alguna manera, los melillenses no nos hemos sentido desamparados tras los saltos masivos de la semana pasada. Interior es un ministerio que siempre ha estado pendiente de Melilla. Lo estuvo el exministro Jorge Fernández Díaz, algo menos Juan Ignacio Zoido y ahora Marlaska ha demostrado que lo que ha pasado en Melilla merece tomárselo en serio.

No se trata sólo de venir y levantar la moral a las tropas. Se trata, sobre todo, de sentir que nuestros problemas no son sólo nuestros.

Ahora sólo nos queda cruzar los dedos para que la visita de Marlaska sirva para sacar dinero de donde haga falta sacarlo y de esta forma desplazar más agentes a Melilla de manera inmediata, además de reforzar los medios técnicos de que disponemos en la ciudad.

Un centenar de efectivos suena insuficiente teniendo en cuenta que vienen a cubrir las bajas que dejaron los saltos masivos de la semana pasada.

Hay que estar preparados para hacer frente a lo que puede o no venir. Que no nos vuelva a coger por sorpresa.

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