Lo que nos llega de Marruecos

EL sábado 5 de septiembre, una operaria de la limpieza encontró en la playa de San Lorenzo, sobre las siete de la mañana, el cadáver de Brahim El Hayyani (Nador 1978-Melilla 2020). Su cuerpo blanquecino venía a decir que llevaba al menos una semana ahogado. A día de hoy y con la frontera cerrada, su familia no ha podido recuperar el cuerpo y desde Marruecos pide a las autoridades españolas que, por favor, le den sepultura en el cementerio musulmán de nuestra ciudad.

Brahim es uno de los muchos marroquíes que intentan huir del hambre y la escasez que el confinamiento está dejando en Nador. Mientras las familias van al límite, nos enteramos por El Confidencial de que el rey Mohamed VI se compró un día antes del Discurso del Trono de este 29 de julio un palacete de 80 millones de euros y mil metros cuadrados muy cerca de la Torre Eiffel, en París. Unos con tanto y otros con tan poco.

Mientras los marroquíes se ahogan intentando llegar a Melilla, el monarca alauí vive a cuerpo de rey, nunca mejor dicho. Pero en su discurso no habló sobre su afición al lujo. En su lugar hizo alusión a la difícil situación que viven las familias marroquíes. O sea, sabe que la gente lo está pasando muy mal y aún así, sigue invirtiendo en el extranjero. No puedo hacerme una idea más o menos clara sobre el origen de tanta pasta en un país prácticamente en la ruina.

Mohamed VI conoce la situación de Marruecos, pero parece que le dan igual los estragos que la crisis global de coronavirus está haciendo en su país. Su Gobierno, a día de hoy, sigue sin poner fecha a una posible apertura de la frontera con Melilla.

Mientras ese momento llega nosotros tenemos que soportar el triste espectáculo que vimos el viernes en el puerto de nuestra ciudad, cuando cerca de 200 menores extranjeros no acompañados le echaron un pulso a la Guardia Civil para intentar subir, delante de sus narices, al barco de Málaga.

Los pasajeros que iban a embarcar el viernes pasado se quedaron de piedra. Los que lo vimos en las redes sociales, también. Seguimos sin entender por qué pasan estas cosas en Melilla y no pasan en Ceuta. ¿Por qué aquí sí y en otras partes no? ¿Cuál es el origen del desmadre?

Y en esas estamos, el rey de Marruecos tiene 80 millones de euros para comprarse un palacete, pero no encuentra recursos para abrir una casa cuna y recoger a los cientos de menores marroquíes que malviven en nuestras calles.

Hace poco supimos que las dos ciudades autónomas han pedido la repatriación a Marruecos de casi medio millar de menores y no ha habido respuestas. Estamos llamando a un teléfono roto.

Y mientras Marruecos decide si le criamos aquí a sus niños, los vecinos de Melilla tenemos que ver a los menores por todas partes, deambulando y a merced de los peligros y los vicios.

Ya hemos perdido la cuenta de cuántos menores extranjeros no acompañados han fallecido en nuestra ciudad intentando llegar a la península. Y yo me pregunto ¿lleva esa cuenta Rabat? ¿Sabe el Majzén cuántos niños marroquíes han muerto aquí en los últimos cinco años?

Llevamos mucho tiempo quejándonos de los menores que duermen a la intemperie en nuestras calles. Llevamos mucho más denunciando la desprotección a la que son sometidos. Y también llevamos años sin avanzar un solo paso en este asunto.

Podemos repatriar adultos, pero los menores tenemos que criarlos y educarlos aquí y luego enterrarlos cuando mueren intentando cumplir el sueño de su niñez. A estas alturas creen que basta con llegar a la península para besar el santo. No saben que en España los euros no cuelgan de los árboles. Hay que sudar mucho para comer y la emigración no es fácil. Otro idioma, otras costumbres y encima, el paro. No hay trabajo. Ya no sobran ni los oficios poco cualificados. No hay y de donde no hay no se saca.

La frontera cerrada se ha convertido en la excusa perfecta. Pero no convence a todos. De hecho el Sindicato Nacional Mediterráneo de Transporte y Profesionales de Nador no entiende el ‘stand by’. Esta semana ha interpuesto una denuncia ante el fiscal general de la vecina provincia marroquí por la agresión que sufrió su secretario general el pasado 13 de septiembre, durante la manifestación fallida de los trabajadores transfronterizos.

Según ha podido saber El Faro, los sindicalistas nunca recibieron la comunicación avisando de que la concentración quedaba prohibida. No se explican, por tanto, por qué les impidieron ejercer su derecho a concentrarse y protestar. Mucho menos entienden que su líder haya sido agredido y esto último, por lo visto, no lo ha visto tampoco muy normal el fiscal general porque ha accedido a investigar lo ocurrido.

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