El 27 de octubre del año pasado Emin y Pisly murieron tiroteados por varios agentes de la Marina Real marroquí en el cabo de Punta Negri. El lunes se cumple un año de la tragedia y sus familias aún no saben qué ocurrió aquella tarde, ni por qué dispararon contra sus hijos. Ni Abdeslam Ahmed (padre de Pisly), ni Driss Mohamed(padre de Emin) han pasado ni un sólo día sin pensar en los dos jóvenes, que salieron de casa a pasar la tarde a bordo de su zodiac y nunca regresaron.
“Han destrozado a mi familia”, aseguró ayer Abdeslam en declaraciones a El Faro. El padre de Pisly no ha dejado de pensar en su hijo ni un sólo minuto desde el día de la tragedia. En la habitación del joven, en la planta superior de su casa, el tiempo se ha paralizado. La puerta está cerrada, quizás para evitar que el recuerdo del joven se difumine. En su armario, aún sigue guardada su ropa y entre las prendas, Abdeslam han querido dejar las últimas camisetas que se puso su hijo, sin volver a lavarlas, para que sigan conservando su olor. “Algunos días entro en su habitación, veo sus cosas y hablo con él, como si me estuviera escuchando”, rememora sin poder contener la emoción. “Es un sinvivir que no se puede expresar con palabras”, recalca.
Los hermanos de Pisly tampoco lo olvidan. El pequeño de la casa acude todos los días al cementerio. Allí limpia las tumbas de Pisly y de su amigo Emin, reza y habla con su hermano. “En la mesa, cuando nos sentamos a comer, aún está su plato, su hueco”, dice el padre del joven.
Fiestas sin celebración
La fiesta de Ramadán y la del Aid El Kebir han sido dos de los momentos más duros para la familia. En el caso de la Pascua Grande, este año ni siquiera han matado al borrego. “No teníamos fuerzas. Yo pasé la mañana en el cementerio y mis hijos, cada uno pasó el día en un sitio distinto”, recuerda Abdeslam.
El padre del joven asegura que no hay un sólo día en el que su hijo no esté presente en su vida y recalca que hasta que no consigan hacer justicia, no descansarán en paz.
Para Driss este año ha sido igualmente difícil. “Aún no he conseguido soñar con mi hijo, pero me levanto y me acuesto pensando en él cada día”, asegura a El Faro. El padre de Emin recuerda perfectamente la imagen de su hijo llegando en coche hasta la cafetería familiar en la que ambos trabajaban. “Torcía la esquina y me decía ahora vuelvo papá. Aún me parece que va a aparecer por esa esquina”, señala.
Familias rotas
Driss, al igual que Abdeslam, apunta que la trágica muerte de su hijo ha supuesto un duro palo para toda la familia. “Mi hija pequeña de sólo nueve años escribía el otro día: Aún creo que es un sueño y espero que llames al timbre, te quiero Emin”, apunta el padre del joven. Su casa, señala, no ha vuelto a ser la misma desde aquel 27 de octubre. Ni su esposa, ni sus dos hijos, ni él mismo han olvidado ni un solo momento a Emin. “En el armario de nuestro dormitorio tenemos guardada una camisa que se había puesto. Le dije a mi mujer que la conserváramos mientras tuviera su olor”, apunta el progenitor del joven.
Para Driss, que trabajaba diariamente con su hijo en su cafetería, resulta complicado ponerse cada día detrás de la barra que hasta hace un año compartía con Emin. “Cada vez que alguien pide un desayuno me acuerdo de él. De sus frases, de cómo servía las mesas. Todos los detalles que parecían insignificantes, ahora cobra mucha importancia”, dice.
Driss asegura, además, que la muerte de su hijo está siendo muy difícil de asumir para su abuelo. “El abuelo está muerto en vida. Antes venía todos los días a la cafetería, charlaba con su nieto, bromeaban. Ahora es casi imposible sacarlo de casa”, lamenta. El padre de Emin aún recuerda la última anécdota entre abuelo y nieto, pocos días antes de la muerte de Emin. “Yo siempre que lo castigaba, le quitaba el coche. Aquel día habíamos discutido y su abuelo le prometió que irían los dos a Alemania y le compraría un Mercedes. A cambio del coche, le dijo a su nieto que tendría que llevarlo a donde necesitara cuando lo llamaran. Recuerdo perfectamente ese día”, rememora Driss.
Ninguno podía imaginar entonces lo que ocurriría unas semanas después en Punta Negri. Al igual que la hermana de Pisly tampoco intuía en aquel momento que el joven no vería crecer a su sobrina, que nació una semana antes de la muerte del muchacho. “El día 19 de este mes celebramos su primer cumpleaños. Fue una fiesta agridulce, porque ninguno pudimos evitar recordar a mi hijo, que apenas vio a su sobrina”, dice Abdeslam.
Los padres de los dos jóvenes coinciden en dos cosas. La primera, que mantienen vivo el recuerdo de sus hijos. La segunda, que no desean a nadie pasar el sufrimiento que les ha tocado a ellos y a sus familias. “No le deseo a nadie que pase por algo así, ni siquiera a los asesinos de mi hijo”, asegura el padre de Emin, al tiempo que el progenitor de Abdeslam asiente.
Justicia para descansar en paz
Pisly y Emin tenían 24 y 20 años respectivamente cuando murieron hace un año. Los padres de los dos jóvenes melillenses no podían ayer contener las lágrimas al recordar a sus hijos antes de su fallecimiento. Ninguno entiende qué ocurrió ni por qué. “Cada noche me pregunto por qué a ti, por qué te tuviste que ir así Emin”, asegura Driss. Los dos son conscientes de que sus hijos no volverán, lo único que les queda es conseguir que se haga justicia, para que tanto los dos muchachos como ellos y sus familias puedan, al menos, descansar en paz.
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