Mucha gente puede pensar que los territorios extrapeninsulares de España son Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla. Pero eso es un error, ya que, dejando aparte las islas, hay otro territorio que se encuentra, al igual que las ciudades autónomas, fuera de la península, sólo que esta localidad, a diferencia de todas los anteriores lugares, no tiene salida al mar.
Se trata de Llivia –en catalán, Llívia-, un pueblo situado al otro lado de los Pirineos a 1.223 metros de altura. Sólo se puede acceder a él por Gerona –provincia a la que pertenece-, a través de una carretera de cinco kilómetros considerada neutral, que es la que une esa localidad –que está rodeada de pueblos galos- con España. Ahí se hablan el castellano, el catalán y el francés, precisamente.
Lo curioso del caso es que, si Llivia es una localidad española, se debe a un error burocrático del año 1659. Cuando Felipe IV y Luis XIV firmaron el Tratado de los Pirineos después de la guerra franco-española, España cedió a Francia los 33 pueblos de las comarcas catalanas del Vallespir, el Capcir, el Conflent, el Rosellón y la Alta Cerdaña, que hoy forman, junto con la Fenolleda, el departamento francés de los Pirineos orientales. Estas comarcas habían pertenecido al Imperio Carolingio (Reino Franco) y posteriormente fueron cedidas a la Corona de Aragón.
Sin embargo, Llivia no tenía título de pueblo, sino de villa real –privilegio concedido previamente por Carlos V-, y esa es la razón por la que quedó fuera del acuerdo.
Los monarcas firmaron entonces el Tratado de Llivia (1660), en el que se recogía la excepción de esta localidad, con la condición, eso sí, de que aquella ciudad nunca se fortificara. Desde entonces, Llivia ha permanecido de hecho como un territorio español en medio de Francia.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), Llivia contaba con una población de 1.506 habitantes en 2023. En 2017, el diario The New York Times en castellano publicó un artículo titulado ‘Llivia, la aldea catalana que ya está separada de España’ y donde la periodista explicó que el día del referéndum en Cataluña, el 1 de octubre de ese año, la población local votó abrumadoramente a favor de la independencia de Cataluña. De acuerdo con los funcionarios del lugar, 561 de las 591 papeletas emitidas estuvieron a favor del ‘Sí’.
Según la página web del Ayuntamiento, Llivia es como una isla de Cataluña en territorio francés. Un pueblo acogedor en la falda del pico del Carlit, que se construyó a los pies del que fue un castillo imponente, hoy en ruinas. En el casco antiguo, la torre de Bernat de So y la iglesia son testigos de su pasado medieval. A su alrededor, los lagos, los bosques y los prados invitan a caminar, respirar, observar y disfrutar.
Además, en Llivia se puede disfrutar de los baños termales de Sant Guillem. También se puede destacar la cocina local, con restaurantes y establecimientos hoteleros de primer nivel que han convertido este lugar en una auténtica capital pirenaica de la gastronomía.
La Cerdanya es sinónimo de tradición y fiestas populares. Muchos de los pueblos que se encuentran en la provincia han convertido la celebración del final de las cosechas en su fiesta mayor, una de las citas más importantes de todo el año y que reúne a todos sus habitantes. El valle, además, acoge año tras año danzas y ancestrales ritos populares que alegran y ponen color a las calles de todas las villas y ciudades.
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