David Demaría afirma que todo lo que sucede en el mundo le influye aunque prefiere no hablar de política ni religión l Dice que las redes sociales le dan miedo, aunque las usa en sus promociones.
Es cantautor y compone para muchos artistas. Se hizo famoso con letras como ‘Niña piensa en ti’, que fue interpretada por Los Caños y con ‘Precisamente ahora’, que incluyó en su disco ‘Barcos de papel’. David Demaría lleva más de 20 años subido a los escenarios de toda España. En 2013 sacó su último trabajo discográfico, ‘Otras vidas’ que presentará en la ciudad el próximo sábado a las 22:00 horas en un concierto en la plaza de Armas.
David Demaría estuvo hace unos años en Melilla. En concreto, en una gala que organizaba TVE por varias ciudades españolas. Luego volvió antes de sacar su disco ‘Barcos de papel’. En esa ocasión fue en la Feria donde los melillenses disfrutaron de su música. “Me hace ilusión regresar a Melilla. Conozco la ciudad y la he disfrutado. Es especial”, asegura el cantante a El Faro.
–Regresa a Melilla con un concierto que en nada se parece a los eventos multitudinarios que se organizan en las giras.
–La intención de este concierto en Melilla es continuar con la filosofía del grupo. Cuando podemos ir con toda la banda, lo hacemos. Pero hay otros formatos. Está el semiacústico, en el que me acompañan un par de músicos y luego está la versión que ofreceremos en Melilla: Mi guitarra y yo solos ante el público. Voy a pelo con mi guitarra. Interpretaré las canciones como se compusieron. Quizás en este país ponemos siempre clichés a los artistas y en realidad, llevo toda la vida componiendo a guitarra y voz. Muchas personas te meten en un saco de radiofórmula y puede incluso que haya escépticos que piensen que no puedo ir sólo con la guitarra a cantar. Pero me enorgullece hacerlo así en la ciudad.
–Este tipo de conciertos más pequeños le permiten dos cosas: Ofrecer su actuación a precio más económico y estar más cerca del público.
–La intención por mi parte siempre fue estar en Melilla con el formato de cantautor. Lo que no puedo hacer es meterme con mi guitarra en una feria, un lugar donde la gente va de marcha. En este caso, el público está sentado y atento con los cinco sentidos en lo que ocurre en el escenario, la implicación es mayor y por lo tanto puedes arriesgarte a caminar en ese precipicio que es ir tú solo con una guitarra.
–Describe su último disco, ‘Otras vidas’, como el más fiel a su estilo y en el que no se ha dejado influir por la gente ni las productoras. ¿Es así?
–Sí. Ha sido un disco muy anárquico en su creación. Me fui a mi casa, a las orillas de Cádiz, para terminar de escribirlo y maquetarlo y luego me metí en unos estudios de el barrio de La Latina, donde suelo trabajar a menudo. También en este lugar estuve como otros cinco o seis meses grabando el disco definitivo. He sentido la libertad de poder desarrollar un repertorio, de escoger las canciones y de elegir lo que se arreglaba... De las 30 canciones que compuse, al final incluimos trece temas. Por todo esto, por la libertad que he sentido a la hora de hacerlo es un disco especial. También ha supuesto un cambio de ciclo porque acostumbraba a estar bajo la tutela de un productor y en este disco, he cogido yo la rienda. He sentido la adrenalina de dirigir el proceso entero.
–Pero, ¿no le resulta complicado no seguir las modas ni las metas de las productoras?
–Claro que es muy difícil sortear y surfear estas olas intentando mantener la credibilidad sobre lo que haces. Yo siempre he apostado por canciones que se puedan tocar con guitarra y voz. Soy una persona muy pasional y con una poética personal que no siempre encaja en ese mundo. Es complicado jugar constantemente a lo que quieren de ti en la radio, lo que quiere la compañía y lo que tú deseas hacer como músico y compositor. Llevo muchos años surfeando esta ola. Intento no despegarme del público más comercial, de las emisoras que necesitan un tipo de música y a la vez ser auténtico y no venderte a los estilos que vayan surgiendo. Sólo tienes que escuchar la celebración de un equipo de fútbol o irte a las atracciones de una feria para sabe cuál es el estilo de moda. Yo huyo de eso. No me gustaría que mi canción se escuchase en la celebración de un equipo de fútbol o en unas atracciones. Respeto todo, escucho mucha variedad, algunas músicas porque no me queda más remedio, pero tengo claro que mi camino melódico es otro.
–¿Por qué eligió el título de ‘Otras vidas’?
–Fue lo último que hicimos. Siempre lo compuse bajo la imaginación de que lo estaba creando en la Atlántida, en ese continente que se supone que existió entre Huelva y Cádiz. Como me encerré seis meses en casa hubiera quedado bien haber titulado el disco ‘Ciudadano Atlántida’ o ‘Ésta es mi Atlántida’, pero al final había una canción en la que se resumía muy bien el estado en el que había escrito este disco y fue ‘Otras vidas’.
–Asegura en una de las canciones de su último disco que algunas veces “se pierden las llaves de la sensatez” y hay que “llegar al fondo del abismo” para encontrarlas.
–Es que desgraciadamente es así. Somos una especie que necesita darse contra un muro o sufrir accidente emocional para darse cuenta de que las ideologías no son bienvenidas en una vida de equilibrio y felicidad. Somos una extraña especie que coloniza este planeta y que es capaz de matarse entre sí. Somos capaces de autodestruirnos y destruir al de enfrente por una ambición desmedida. Para eso está tocar fondo y aprender de los errores. Eso deberíamos hacerlo a nivel individual. Todo iría mejor. El problema es que la ambición humana nos lleva a como está hoy el panorama mundial. Uno intenta reflejarse en sus canciones o verlas como una tabla de salvación o una medicina, pero no tiene más remedio que tragar y digerir el estado de cómo está el mundo. Mi generación se está dando cuenta de que llevamos años siendo manipulados y tratados como ganado por gente que a su vez está manipulada. Es una extraña cadena en la que se necesita tocar fondo para salir, por lo menos a nivel individual para que deje de tener ganas de crear guerras absurdas contra el vecino de enfrente.
–¿Habla de política o de religión?
–De todo. No me gusta entrar en temas políticos ni de ideología religiosa. Pero me afecta todo. Soy una persona que vive de la melodía y de la frase que te queda por escribir. Este estilo de vida te hace ser hipersensible y ante el panorama social...
–Gran parte de las canciones de su repertorio tiene que ver con el amor. ¿Es de lo que más sabe? ¿Es lo que le inspira?
–A todos nos inspira. Jóvenes o veteranos, con y sin talento, creativos, políticos o intelectuales, todos hablan de lo mismo. Lo que ocurre es que detrás de la canción de amor hay otros pensamientos ocultos, camuflados o disfrazados. Pero, sin duda, el discurso del poeta ha sido siempre el amor. Alguno hará su discurso más político, intelectualoide o canalla, pero es el tema por el que existe el arte. Cualquier artista en lo que piensa cuando crea es, de forma egoísta, en el dolor que le han causado o busca una ventana donde encontrar nuevos horizontes. Lo bonito de todo esto es ver que has creado muchas canciones desde los 15 años sobre el tema y que va evolucionando contigo. Cuentas las cosas de otra forma. Ahora que estoy cerca de los 40 hablo con más conocimiento.
–De hecho, hace mil referencias al amor. En ‘Cuando el río suena’ dice: “El amor es un regalo y ahora toca ser valiente”.
–Hay que descifrar día a día los códigos del misterio de la convivencia. Está claro que a veces no valoramos el regalo de sentir, simplemente eso. El sentir que amas y que eres amado. Cuando no se valora, se pierden las formas, se pierde el respeto, se entra en monotonías. Llegamos a buscar alternativas que destruyen vidas. En este caso, el amor hay que valorarlo como el mejor regalo de esto que es vivir.
–Sin dejar las letras de su último disco, en una canción llama al cartero para que llegue cuanto antes. Llama la atención porque con las redes sociales y los programas en los móviles no es habitual recibir la visita de este profesional con una carta de amor en su mochila.
–Yo siempre he ido a contracorriente y eso se ve en el título de mis discos. ‘Barcos de papel’ salió cuando las redes sociales comenzaban a tener presencia. Utilicé la palabra papel, algo frágil, y a la vez algo poético. Luego ‘Relojes de arena’, en plenos años tecnológicos. Reivindico en ese disco que es más bonito tener este tipo de reloj. También escribí ‘Postdata’, que es algo que ya ni se hace porque ni mandamos ni recibimos cartas. Es la época de WhatsApp, los mails o los toques. Pero esta canción de la que hablas sigue haciendo referencia a mi ideología de vida entre tanta tecnología. ‘Corre cartero’ es el mensaje que mando ante el temor o el miedo que hay sobre determinadas situaciones que en esta ocasión simplifico en la relación con una pareja que está distanciada. Pero es que todos hemos escrito alguna vez en un sobre ‘Corre, corre cartero que es para la niña que más quiero’.
–¿No le gustan las redes sociales?
–Las redes sociales me parecen una ventana promocional y de acercamiento a los fans. Me crié buscando información de mis grupos favoritos en las radios y en las revistas especializadas. Ésa era la forma de como me enteraba hace 20 años de dónde estaban mis artistas. Ahora las redes sociales, con una sola tecla, te dan información de todo el mundo. A nivel promocional y para una carrera artística es una bonita ventana. Pero el problema es que se puede volver a la corrupción del ser humano. Tener tanta información nos puede llevar a que no siempre se utilice bien. Me da mucho miedo a la vez que las aprovecho para mi carrera artística. Pero intento distanciarlas de mi intimidad.
–¿Se puede exponer a contar cosas de su vida que no quiere y de ahí ese miedo?
–Todo en su medida está bien. También hay que tener cuidado de no engancharse y pensar que toda tu vida es estar delante de un smartphone tecleando, que parece que es donde estamos llegando últimamente. Espero que sólo sea un ciclo pasajero y que nos demos cuenta de que existe el contacto humano y el diálogo. Además, lo que me da miedo de las redes sociales es que da a pensar muchas cosas de forma distorsionada. No hay nada mejor que tomarse un vinito e iniciar una conversación mirándose a los ojos.
–¿Qué pueden hacer los artistas para superar esta crisis de la que tanto se habla?
–Acoplarnos a la situación, no dejar de trabajar ni acomodarse. Está claro que lo que hace la crisis es que los artistas estemos trabajando el doble, pero bueno, como cualquier otro ciudadano. Todos estamos trabajando el triple en peores circunstancias. Esto al final tiene como consecuencia que te hace mejor músico, que te preocupes más por tus discos... Es cierto que la cosa va a peor, pero intento hacer buenos trabajos discográficos. Es la única forma que uno tiene para luchar contra todas las complicaciones. Para un artista el simple hecho de alquilar un teatro es un riesgo, pues hay que poner entradas a la venta, pagar a un equipo de sonido, los seguros, los músicos, dar el porcentaje respectivo a la SGAE, a tu mánager y al final... Casi te cuesta dinero actuar en el teatro con ese 21% de IVA. Sin embargo, lo que se hace es ofrecer ocio, entretenimiento, cultura y pasajes de vida que quedarán en la memoria del público. Estamos llegando al punto de que el artista lo tiene muy complicado para autogestionar su carrera con tantos impedimentos e impuestos y también, por la falta de respeto a la cultura. No interesa que seamos cultos,que haya buena música, que haya buena televisión. Lo que interesa es que metamos goles y que fulanito se acueste con menganito para que el ganado esté más entretenido. Éste es el miedo que tiene el artista. Pero a la vez el que es orgulloso y tiene claro lo que desea hacer en la vida acaba luchando. Yo peleo contra estas circunstancias a la vez que intentas ser feliz con lo que tienes y encontrar en el escenario el motivo por el que llevo más de 20 años dedicándome a esto.
–Su música ha evolucionado, pero también sus fans. ¿Cómo son ahora?
–La verdad es que es bonito ver esa evolución una vez superadas todas la barreras del niño guapito y esa imagen muy juvenil, que no me ayudaba a mantener una carrera de largo recorrido. A los conciertos vienen cada vez más parejas y matrimonios y las hijas de las niñas que hace diez años cantaban mis canciones. Aquellas adolescentes tienen ahora niñas de ocho años que vienen a la firma de discos y a los conciertos. Es bonito ver que has llegado a un público muy especial porque también pasa de esas modas pasajeras. Ella dan a sus hijos la misma música que escuchaban y es emocionante. A parte de componer y producir para otros artistas, es una gran satisfacción saber que muchas de estas fans de hace 15 años ahora son mamás y vienen a los conciertos con toda la familia.