Las siglas MENA constituyen un término jurídico para denominar a los Menores Extranjeros No Acompañados, es decir, niños menores de edad migrantes que viajan solos entre países y fronteras, sin la compañía de sus padres o de algún adulto que tenga su tutela y se haga cargo de ellos. Utilizar este término fuera de un contexto jurídico es incorrecto, de acuerdo con Rosa García, miembro de la asociación Harraga, que ayer participó en el programa radiofónico ‘Carne Cruda’ del periódico eldiario.es. “Llamar ‘mena’ a un niño es invisibilizarlo y deshumanizarlo y ésta es sólo una de las muchas aberraciones que se cometen contra ellos”, lamentó esta activista por los derechos humanos y de la infancia. García enumeró hasta “ocho tipos de violencia” (documental, entre iguales, policial, mediática, poblacional, sanitaria, institucional y sexual) a la que estos niños se ven expuestos en las calles de Melilla.
Señalan que hay muchos mensajes de odio
contra estos niños en redes sociales sobre Melilla
Siguiendo con el debate sobre la palabra ‘mena’, García aseguró a El Faro que el término se ha degradado y se ha convertido en “peyorativo”, ya que muchos melillenses lo han asociado “a imágenes de pobreza y delincuencia”. De esta forma, han convertido a los “mena, en minúscula, en el chivo expiatorio de toda clase de robos o violaciones” u otros actos vandálicos que suceden en la ciudad. “Prueba de ello son los numerosos mensajes de odio y amenazas que corren en múltiples redes sociales de Melilla”, explicó la integrante de Harraga, y añadió: “No ven al niño que hay detrás” de esa palabra.
Desde esta asociación, denunciaron que en estas páginas, sobre todo de Facebook, se hiciera “apología racista contra los niños” e, incluso, se organizaran “grupos para pegarles palizas”, hechos que la entidad denunció ante Fiscalía con capturas de pantalla de todos los comentarios de esta índole.
El fotoperiodista Antonio Ruiz también participó en el programa. “La palabra ‘mena’ desnaturaliza al niño” y aseguró que “usan un lenguaje tóxico intencionadamente”. “Melilla es una ciudad muy clasista con muchos prejuicios. Si ven a un niño sucio se le mira con miedo”, agregó.
“Melilla es una ciudad muy clasista con muchos
prejuicios”, asegura el fotoperiodista Antonio Ruiz
Por su parte, la responsable de la Fundación Por Causa, Lucila Rodríguez-Alarcón, que también colaboró con el programa, comentó a este diario que la palabra ‘mena’ genera diferenciación. Así, consideró que “todo lo que genere diferencia entre unos y otros, puede vapulear sobre todo al otro. Los chavales son chavales. Si hablas de ‘menas’ ya estás dando por hecho que no son españoles y estás generando una barrera entre ellos”, afirmó.
La activista de Harraga Rosa García aseguró ayer que uno de los principales problemas en los que se ven envueltos los menores extranjeros no acompañados cuando llegan a Melilla es la prostitución. “Prostituirse es un tipo de la violencia sexual que sufren en la ciudad, pero también y lamentablemente, una forma de supervivencia y ganar dinero para comer”, relató.
Tras meses de trabajo con los niños de la calle, Harraga publicó a finales del año pasado el documento ‘De niños en peligro a niños peligrosos’. En este informe exponen numerosos casos que las integrantes de la asociación conocieron de primera mano durante su acompañamiento a estos niños. “Después de pasar muchas horas con ellos, vimos que había adultos rondando por la zona y mirándoles. Los más pequeños decían que eran sus “novios”, otros más mayores llamaban “maricones” a los pederastas”, detalló García. Según esta voluntaria, algunos de estos menores habrían recibido diez euros a cambio de una felación.
Harraga reunió suficientes pruebas facilitadas por los propios niños, como el número de matrícula de los adultos implicados, reunió testigos y denunció la situación ante Fiscalía. Sin embargo, “no hicieron caso, rechazaron los testigos”. Por ello, desde Harraga critican que “la Consejería de Bienestar Social no ha cubierto las necesidades de estos menores” en materia de protección.
La asociación Harraga ha definido hasta “ocho tipo de violencia” que sufren los menores extranjeros no acompañados que se encuentran en las calles de Melilla. La primera que señalan es la documental, mediante la cual “engañan a los niños con trámites burocráticos y vacíos legales”. La violencia entre iguales se da entre los propios menores, mientras que “la violencia policial se corresponde con las agresiones ejercicias por las Fuerzas de Seguridad del Estado”.
La entidad también señala la violencia mediática, asociada a los mensajes negativos en prensa y redes sociales y la violencia poblacional, correspondiente a agresiones y rechazo de la propia población. El sexto tipo de violencia es la sanitaria, cuando profesionales de la salud “se niegan” a atenderles, y la institucional, según Harraga, la relativa a la desprotección por parte de organismos de la Ciudad que deberían protegerles. Por último, la violencia sexual también afecta a estos niños.
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