Cambia la temática, pero la idea del escritor José María Linares, era reproducir la métrica y estrofas de San Juan de la Cruz, pero incorporando un asunto de nuestra vida actual como es la migración. También hay otra diferencia con la obra de ‘Cantico espiritual’ de este místico y es que, en lugar de haber 40 liras, hay 39. La última es el silencio sobre el que puede reflexionar el lector tras acabar la obra.
José María García Linares nació en Melilla en 1977. Es filólogo y doctor por la Universidad de Granada. Imparte clases en la Comunidad Autónoma Canaria. Ha publicado los poemarios ‘Oposiciones a desencuentro’ (2007), ‘Neverland’ (2010), ‘Muros’ (2010, accésit del XXXI Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla); segunda edición aumentada con prólogo de Alberto García-Teresa, 2014), ‘Novela Negra’ (2013), ‘El Salón Barney’ (antología de poesía española contemporánea en la red, 2014), ‘Palabra iluminada’ (2018), ‘Entonces empezó en viento’ (2019) y la edición crítica de ‘Templo Militante’.
En ‘Cántico’ habla de un viaje que recorre una persona desde su aldea hasta llegar a una ciudad fronteriza. También describe qué significa dejar atrás tus raíces, cómo es el camino y lo duro que puede ser este recorrido, en el que se puede perder la vida, y la llegada a una ciudad de la que no se sabe nada más que es frontera.
–¿Cómo fue el proceso de crear ‘Cántico’? ¿Buscó hacer un poemario sobre inmigración o salió así?
–Pues ya publiqué un libro sobre un tema parecido por el que me dieron el accésit del Premio de Poesía Ciudad de Melilla y que se titula ‘Muros’. Ese libro iba explícitamente dedicado a la verja de Melilla. Pero se hizo una edición y siempre se vende en la edición negra se vende, pero el de la colección blanca no y mi poema salió en esta última.
Y éste es el segundo libro que escribo tratando el tema de la inmigración. Pero la realidad es que siempre lo he tenido muy presente en todas las obras que he publicado. En algunas, de forma puntual, pero en éste segundo es exclusivo de esta temática.
–¿Por qué ese interés por la inmigración? Los melillenses ven la inmigración como una realidad más de la ciudad, pero no es un tema que normalmente rompa la rutina de los ciudadanos.
–A mí es que la imagen de la verja cuando llegas al Dique Sur siempre me ha llamado mucho la atención. Vas por ahí paseando y tienes el puerto del Nador al lado, tienes las mismas aguas y se ve todo perfectamente... Me ha resultado todo muy llamativo pasear por ahí y ver esa verja artificial que al andar lo ves tan anómalo.
Además, las imágenes que hubo de una de las avalanchas de migrantes, que creo que eran del año 2007 o 2008, esas fueron las que definitivamente me llevaron a escribir sobre una realidad que yo creo que hemos normalizado.
Los melillenses lo tenemos más fresco porque lo vivimos diariamente. Pero me parece que es una situación que hemos normalizado y en la península se da por hecho que la gente salta la valla. Y nosotros vivimos nuestro día a día viendo a ver cuánta gente salta y cuánta se queda al otro lado.
Esto es una realidad que quería contar de alguna forma. Pero sobre todo porque no se ha contado nunca en poesía.
–¿Aparece su punto de vista en esos versos? ¿Narra la historia desde el punto de vista de un melillense o desde la otra perspectiva de la persona que quiere llegara la ciudad?
–En el otro libro jugaba con diferentes puntos de vista. Pero en ‘Cántico’ lo que he hecho es, siguiendo la misma estructura del cántico espiritual de San Juan de la Cruz, de las cuarenta liras que hablaba de la salida del alma en busca de Dios, yo he codigo y le he dado la vuelta a la temática. He mantenido la estructura, la rima y vocabulario, pero ahora no es el alma que sale a buscar a Dios, sino que es un inmigrante que sale de su aldea en busca de la ciudad de la frontera. Va preguntando a alguien si ha visto a Dios, por qué está solo y por qué no lo ayuda.
Es un punto de vista totalmente ficticio y la clave del libro está en jugar con una retórica específica que era la de un místico y bajarla al terreno de la lucha cotidiana del día a día. La idea es que se produzca un contraste entre el mensaje que tenemos aprendido de la poesía del siglo del Oro y de esa belleza del alma en busca del amor y la otra temática. Crear un choque y ponernos frente a la contradicción de la vida diaria.
‘Cántico’ está enganchado con la obra de San Juan de la Cruz porque además, para quienes lo conozcan, verán que las estrofas coinciden. El tipo de rima que se usa en la primera lira de San Juan la uso yo. El vocabulario de la lira tercera está también en la mia. La única diferencia es que San Juan tiene 40 liras y yo tengo 39. Dejé una página en blanco al final para significar el silencio.
Cuando el inmigrante logra saltar la valla y se queda bocarriba tirado en el suelo y suena la sirena. Debería haber una última estrofa, pero yo la dejo en blanco para que sea el lector el que complete, si lo desea.
–Hablan de ‘Cántico’ que es un ‘road-poem’, es decir, un poema que habla de un camino o un viaje hasta un lugar concreto.
–Esto lo dice el crítico Juan Peregrina, que me hizo la contraportada del libro. Explica que es un camino desde el momento que sale de su casa hasta que salta la verja de madrugada. Lo llama ‘road-poem’ y dice que es un viaje compuesto por esas 40 liras.
Sí que es un viaje porque habla del camino desde que sale de la aldea hasta la llegada de la ciudad de la frontera. No digo en ningún momento que sea Melilla ni Ceuta. Lo llamo la ciudad de la frontera.
–¿Ha sido complicado adaptar este tema a la poesía o, al contrario, ha sido más sencillo abordar de esta forma este viaje de un migrante?
–Bueno el libro tiene un trabajo métrico y formal importante. La complicación fue ajustar unos metros y estructura clásica que estaba muy fosilizada en una temática muy concreta, ponerla ahora en una realidad que no tiene nada que ver.
Es verdad que fue complicado pero también fue muy satisfactorio. Si conoces los dos libros, el mío está continuamente generando chirridos, generando sorpresa. Y es que llama mucho la atención el uso de algo tan clásico en unos tiempos en los que la gente está escribiendo poesía sin tener en cuenta el ritmo ni la rima ni nada. Se escribe ahora cualquier cosa en Twitter y ya dicen que es poesía. Y lo que hago aquí es defender también la métrica, la forma y solo es expresar un sentimiento, como dicen los youtubers y los influencers. La poesía es otra cosa. Es crear también espacios de sentido e indagar en una realidad que tiene mucho en donde escarbar.
–Dice Juan Peregrina de su obra que los poemas recogen cómo es la pérdida de las raíces y la obligación de hacer una búsqueda de una tierra nueva para una persona.
–Sí. Todo el viaje a es un viaje trágico porque desde la primera estrofa hasta la última, la persona que viaja está continuamente expresando soledad, olvido y la dureza del camino. Todo lo que habla el libro sobre las raíces rotas es en relación a que, no solo hay un viaje en donde te puedes jugar la vida, sino que hablamos de personas a las que se les ha sesgado el vínculo con su tierra. Y no solo tienen que vivir en una tierra nueva y extraña, sino que vienen con la amputación de algo que es muy humano, que es el enraizamiento del lugar y del entorno en el que viven.
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