Estudió Derecho pero al acabar la carrera, se matriculó en Filosofía y descubrió que su verdadera vocación eran las letras. Y es a lo que finalmente Elena Fernández Treviño (Madrid, 1974) ha dedicado su vida. Profesora en el IES Miguel Fernández de la ciudad, la poeta melillense presentará su poemario ‘Sexilio Voluntario’ el próximo sábado 28 de octubre en la Peña Flamenca, a las 20:30 horas.
–¿Qué es ‘Sexilio voluntario’?
–Es un libro de poemas que ya lleva tiempo escrito. Lleva un par de años cerrado y lo mandé a varios sitios hasta que decidieron publicármelo. Me lo publica una editorial castellano-manchega que se llama Lastura. El poemario fue finalista en el año 2012 en el Premio Internacional de Poesía ‘Ciudad de Melilla’. Quedó en el aire el proyecto hasta que decidí empezar a moverlo. Consta de tres partes: una más filosófica, una parte central más feminista y la última habla de poemas de amor, pero más desde el punto de vista feminista.
–¿Por qué ha elegido ese nombre para el libro?
–Es una palabra que no existe. Mezcla exilio y sexo. Invita a exiliarse en el propio sexo, en este caso, el femenino. No porque yo quiera renunciar a ser mujer sino porque lo que pretendo es la reivindicación de ser mujer recuperando el sentido, la libertad, el origen de lo que significa serlo; reivindico ser mujer, hombre o lo que cada uno quiera ser desde la libertad. En este caso hablo de mi posición como mujer escritora. Escribo desde el cuerpo femenino, desde el cuerpo hecho palabra. Es la línea existencialista del libro, que explica que es un exilio para volver. El regreso por las huellas que han dejado otras mujeres, con su legado, con su conocimiento, con todas esas huellas de cultura que muchas veces se han invisibilizado. Mi libro está lleno de citas de mujeres y de referencias a la cultura femenina. El libro es una reivindicación, un gesto político.
–¿Cómo animaría a las personas que dicen ‘es que yo no entiendo la poesía’ a acercarse a su libro?
–Hay muchos tipos de poesía. Quizás hay determinada literatura que no puedes empezar a leerla con once o doce años. Pero puedes empezar por una más sencilla. Y luego ir elevando el nivel de complejidad. Con la poesía pasa igual. La que se escribe ahora, sin dejar de perder el carácter lírico, didáctico y transformador que debe tener, llega más a todos los públicos. Aunque no sé si eso es positivo... Porque también pienso que la literatura debe entrañar esa profundidad. Mi libro tiene un lenguaje sencillo y directo, aunque también complejo y lírico. No pienso que sea muy difícil de entender ni de llegar al gran público o a los adolescentes. Yo soy profesora y también intento que cuando escribo, ellos me puedan entender.
–Creó el grupo Etcétera de poesía de Melilla. ¿Qué peso tiene este género en la ciudad?
–Cuando nosotros creamos el grupo en 2012, nos sorprendió porque hacíamos recitales y se llenaban. Éramos cinco poetas con distintas sensibilidades y distintas formas de escribir. Y eso llenaba. Era una poesía atractiva y al leerla directamente quizás llegaba también más al público. Estos dos últimos años hemos hecho menos recitales pero cuando empezamos, se hacían cuatro al año. Pienso que aquí en Melilla la gente tiene hambre de cultura y que la poesía tiene bastante acogida.
–Es profesora de Filosofía, una asignatura que ha ido perdiendo peso. ¿Qué nos sigue enseñando esta materia?
–Es un panorama desolador. Hemos ido perdiendo terreno en la ESO y en Bachillerato. Ha pasado de ser troncal a optativa y hemos perdido horas, lo que se traduce en menos profesores. Eso también hace que luego habrá menos alumnos que se decanten por estudiar Filosofía. Es una pena porque pienso que es una asignatura fundamental. Es la base del saber. No solo está formando al alumnado en cuestiones del conocimiento y en equipar bien sus cabecitas, sino que también les enseña valores. Es fundamental si lo que queremos formar a seres humanos integrales y a ciudadanos emocionalmente bien construidos. En realidad, todo el sistema educativo es una ideología. Tratando de eliminar librepensadores, la ideología está bastante clara. A mí me ayuda mucho dar esta asignatura. Intento poner en valor el saber filosófico femenino en mis clases porque no está en el currículo. Es una historia de la Filosofía protagonizada solo por señores. Le damos al alumnado el mensaje de que la historia de las ideas es nada más que de ellos. También coordino un plan de coeducación en mi centro y trabajo mucho los contenidos feministas y de diversidad afectivo-sexual.
–En Melilla se ven situaciones complicadas. ¿Cómo estamos a nivel de derechos humanos?
–Por ser ciudad fronteriza, a Melilla le ha tocado vivir una situación complicada. La Melilla de ahora no es la de hace treinta años. Está ahí la herida que significa una valla. Pienso que el problema es la valla en sí, lo que se politiza cuando creamos muros para separar a seres humanos. La valla, los menores de la calle... creo a veces no se tratan con toda la sensibilidad que se debería. Los derechos humanos en esta ciudad, a veces, brillan por su ausencia, por cómo son gestionados. Creamos cierta opinión social que estigmatiza al que viene y quiere saltar, al que está en la calle.También traté el tema de las porteadoras en una ponencia en la Universidad de Sevilla denunciando la situación.
–Forma parte de la asociación Genealogías de poetas españolas. ¿Es realmente necesario separar la literatura femenina?
–Lo que nosotras hacemos en Genealogías es rescatar, reivindicar, reeditar, publicar y estudiar todo el legado de poesía de mujeres. Hemos escrito desde siempre. Sin embargo, la proporción en los currículos escolares es mínima. El otro día, vi en un libro de 1º de la ESO que había cinco escritoras frente a 40 o 45 señores. No estamos transmitiendo ese saber. Hay un gran sesgo. No creo que el mérito de esas obras no sea otro que el sexo, en este caso el masculino, y no el valor. Es una cuestión de justicia.
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