El afamado psicólogo apuesta, en esta entrevista concedida a ‘El Faro’, por la vía diplomática para intentar dar una solución a los menores no acompañados.
Es la tercera vez que visita Melilla y en esta ocasión para ofrecer dos conferencias en el curso de Psicología Forense organizado por el Colegio Oficial de Psicólogos (COP) de España y Melilla y el Centro Asociado de la UNED. Con una amplia trayectoria profesional, Javier Urra, la resume en una tarjeta de presentación en la que destaca su labor docente en la Universidad Complutense de Madrid aunque también se le puede ver en diversos programas de televisión como experto contertuliano.
–Si volviera a nacer, ¿sería psicólogo también?
–Si volviera a nacer elegiría esta profesión preciosa y ser mujer y tengo la idea de que a esta sociedad hay que feminizarla que no afeminarla. Hacer un cierto maternaje porque yo trabajo con sociópatas, con gente que ha matado y muy problemática y les falta empatía y la sensibilidad que encaja más con la mujer y esto hay que generalizarlo en la educación. Doy clases en Psicología y Enfermería y la mayoría son chicas y, por ejemplo, los profesores que tenemos en los primeros estadíos de la vida son mujeres.
–¿Cómo se explica entonces que arrastremos una lacra como el machismo y la violencia de género?
–Creo que hay un mal pronóstico en este aspecto en estos momentos. Hay que hacer una sociedad más sensible; hay que hablar más de la belleza, más de conmoverse con las pequeñas cosas.
–¿Por qué se ha perdido esa sensibilidad?
–Yo no sé si se ha tenido alguna vez. Creo que es porque estamos una sociedad que se está haciendo muy psicopática, muy hedonista, muy de primero yo y luego yo. Por otro lado, con el hecho de que hay que superar al otro. Es verdad que la sociedad es competitiva y es verdad que la cooperación hace que el ser humano avance. Mi experiencia en la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia es que la gente se fía demasiado de la Justicia cuando ésta está para sancionar. Para prevenir está la Educación. Yo creo que se nos escapan los primeros años de la vida de un niño que es cuando se desarrolla el lóbulo frontal que es donde nace la sensibilidad.
–¿Qué otros problemas aquejan hoy día los jóvenes?
–Me preocupa bastante el lenguaje. Un joven maneja entre 300 y 400 palabras para la comunicación cotidiana y eso empobrece al ser humano. Una persona sin lenguaje es muy fácil que pase al acto y que golpee porque no tiene ese mediador. España es el país de Europa con más presos y muy pocas mujeres, ¿por qué? Pues posiblemente por el lenguaje dialógico, expresivo y el lenguaje hacia uno mismo. Yo he conocido a gente en la que su vivencia es negativa y se contamina mentalmente, está encabronao contra el mundo. Eso hay que cambiarlo desde dentro.
–¿Es obvio que también el uso masivo de las nuevas tecnologías influyen en el comportamiento de los jóvenes?
–Yo recuerdo que cuando era niño jugábamos con un balón y las normas las imponía el grupo. Ahora eso no ocurre porque hay miedo a que los chavales estén en las calles entonces pasa su tiempo conectado hasta el punto que se manejan con gente de cualquier lugar del mundo y sin embargo no soporta al que es distinto y está a su lado y es un problema. Falta también mucho el cara a cara...
–¿Es por la frialdad de las nuevas tecnologías por la que se ha perdido esa sensibilidad?
–Y por muchas cosas. Ves algunos programas de televisión, es difícil que la realidad sea positiva cuando les estás metiendo la imagen más zafia de la sociedad. No obstante, la juventud hoy día, en su conjunto, es maravillosa, es solidaria, preparada, con una alta riqueza de policromía. España tiene muchos aspectos de los que sentirse muy orgullosa y no sólo por ganar el mundial de fútbol. Estamos haciendo unos niños de zapping, que están todo el día comunicados pero con frases cortas. Doy clases de quinto en Medicina y los alumnos cuando tienen que hacer una exposición oral se bloquean porque no tienen el vocabulario suficiente.
Ese empobrecimiento ha provocado que hayamos robado a los niños la muerte, es importante que sepan qué es y que hay niños que también mueren y que el abuelo va a morir que no puede vivir eternamente. Tienen que valorar lo importante y que hoy no es un mal día porque esté lloviendo o nublado. Hay que enfrentarles a la realidad y hablar con los jóvenes seriamente de los temas serios.
–¿Qué más se le ha robado a los niños?
–El sentido del humor. La gente va por la vida muy seria y le das la vuelta y no cae ni una idea. Por eso me parece importante relativizar la importancia del yo y pensar en los demás, en el otro.
–Usted conoce la casuística de los menores no acompañados que hay en Melilla, ¿qué solución tiene?
–Es un problema porque cómo proteges a alguien que no quiere ser protegido cuando tiene a la familia al otro lado de la frontera y que España tiene obligación de protegerla. Es un tema problemático que tenemos. Son temas confusos y difusos pero España es uno de los países que ha desarrollado muy bien su legislación y tenemos una serie de obligaciones pero los países exportadores de niños también.
Sin duda es un tema complicado, de difícil solución pero que tiene un pilar esencial en el ámbito diplomático. Nuestra obligación es protegerles pero necesitamos acuerdos con los países vecinos para que haya centros de acogida también allí y tengan sus programas de formación. Es muy difícil pero hay que anteponer el derecho del menor y tratarle con mucho cariño. Es lo que un país como el nuestro tiene que hacer y lo hace.