¿Les damos un voto de confianza?

En Melilla lo tenemos difícil para la vuelta al cole. Las altas ratios de nuestras aulas son incompatibles con las medidas de seguridad recomendadas desde el Ministerio de Sanidad para evitar el contagio del coronavirus. Era cuestión de tiempo que estallara el problema. Y ha estallado. La pregunta del millón es: ¿y ahora qué hacemos?

En ningún caso podemos achacar este problema a la gestión ni de la actual titular de Educación, Isabel Celaá, ni de la consejera de Educación y Cultura, Elena Fernández Treviño ni del actual director provincial de Educación, Juan Ángel Berbel. Por más eficientes que sean, ninguno de los tres podría buscar una salida a esta situación de hoy para mañana. Un colegio no se construye en 24 horas ni en 30 días, especialmente cuando hemos estado años sin inaugurar ninguno en esta ciudad.

Ni Rajoy ni Imbroda inauguraron nuevos centros de Infantil o Primaria en Melilla. Es una realidad como la copa de un pino. ¿Hicieron gestiones? No lo dudo, pero lo que sí sé es que con ellos nuestros niños y niñas han estado como piojos en costura en las aulas.

Basta con salir de Melilla para comprobar que estamos ante un problema autóctono. Hay municipios de Málaga con aulas de Infantil con apenas una decena de alumnos y en Murcia es raro el colegio que supere los 21 escolares por aula.

En nuestro caso ha pesado la inacción y la falta de previsiones de las autoridades ante la alta natalidad que desde hace años registra esta ciudad. Y aún está por comprobar cuántos bebés nos dejará el confinamiento. Cuando no hay otra cosa que hacer, ya se sabe. Aquí las parejas registran una actividad sexual atípica en cualquier otro punto de España. Es lo que tiene vivir en una ciudad de 12 kilómetros cuadrados sin apenas ofertas de ocio y con el comercio atravesando una crisis brutal.

De cualquier forma, tenemos un problema y no es moco de pavo. Se ha hablado de desdoblar clases y eso es algo que no me parece descabellado, pero que exige el doble de docentes. En ningún caso podemos reventar a los profesores con jornadas de mañana y tarde porque sólo provocaremos un éxodo masivo de talento y eso es algo que no podemos permitirnos. Pero por otro lado, ya el director provincial de Educación, Juan Ángel Berbel, ha despejado dudas al asegurar en declaraciones a El Faro que no hay dinero para duplicar plantillas. Vamos, que con los 2.000 millones que el Gobierno central va a destinar a Educación en toda España, del fondo no reembolsable de 16.000 millones de euros, no podemos contar con un pellizco mayúsculo para estabilizar las altas ratios de nuestra ciudad. Vendrán 25 millones a Melilla y con ese dinero hay que afrontar la crisis social, económica y educativa. No es fácil.

No podemos exigir a la Consejería de Educación ni a la Dirección provincial de Educación que hagan milagros, pero algo tienen que hacer. Por descontado. Podemos entender que con la herencia recibida lo tienen cuesta arriba, pero teniendo en cuenta la experiencia docente de Fernández Treviño y de Berbel esperamos de ambos no un prodigio, sino una alternativa que nos ayude a superar el bache como buenamente podamos.

No sé si a estas alturas se ha barajado la posibilidad de habilitar aulas en edificios públicos que ahora tienen otro uso o si no quedará más remedio que apelar a montar barracones. Todo estaría justificado en estos momentos con tal de preservar la salud de nuestros escolares y docentes. Incluso la combinación de clases online con presenciales para aliviar las altas ratios.

Ser maestro en Melilla no es fácil, pero está mejor pagado que en la península. El desgaste es infinitamente mayor, pero en estos momentos la labor de los profesores es vital. Los padres y madres lo hemos entendido durante el confinamiento, cuando hemos tenido que asumir, de alguna forma, la labor docente.

Fernández Treviño y Berbel tienen tres años por delante para demostrar que su paso por Educación no será testimonial. Reconozco que tienen por delante una tarea difícil, pero también, la oportunidad de demostrar que son resolutivos.

Si queremos que el confinamiento no nos deje, además, más abandono escolar y una caída importante del rigor en la enseñanza, necesitamos medidas urgentes porque septiembre está a la vuelta de la esquina.

No podemos ignorar que si los chinos, que son más disciplinados que nosotros, han tenido un rebrote en Pekín, también viviremos rebrotes importantes en España. Es sólo cuestión de tiempo. Y después vendrá la segunda ola del coronavirus. No tenemos por delante un camino de rosas y en medio de tanta incertidumbre hay que mover ficha. Es complicado tomar decisiones sin la más mínima certeza, pero los ciudadanos necesitamos que las autoridades nos aporten seguridad.

El tiempo pone a cada cual en su sitio. De esta crisis tanto Fernández Treviño como Berbel pueden salir reforzados. Depende de la gestión que hagan. La una, con las becas escolares; el otro, buscando solución a las altas ratios y a la reincorporación a las aulas sin convertirlas en focos de Covid-19. ¿Les damos un voto de confianza?

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