Categorías: Editorial

‘Legalismos’ en La Cañada

Un residente de La Cañada denuncia que los miembros de la actual directiva de la Asociación de Vecinos de Assalam y Barrio Nuevo se han han hecho con su control de una manera fraudulenta.

A su vez éstos anuncian que denunciarán al autor del escrito publicado en un periódico local y defienden la legalidad del proceso que les ha llevado a ponerse al frente de la asociación.
Es muy probable que ninguna de las denuncias no llegue al juzgado. Y si finalmente se presentan, con toda seguridad la decisión del juez no tendrá demasiada trascendencia en el posicionamiento de cada una de las partes. En cualquier caso, con toda seguridad, quienes no le dan gran importancia a este hecho son los propios vecinos de La Cañada. El barrio tiene demasiados problemas como para perder el tiempo en discusiones sobre ‘legalismos’ que no llevan a ninguna parte, que no aportan ninguna solución.
Hay un grupo de jóvenes que quieren trabajar por su barrio, aspiran a llevar aire fresco a la asociación y tratan de concienciar a sus vecinos de que hay que luchar por el barrio, empezando por la imagen que éste proyecta al resto de la ciudad. Ésos, al menos, son los planteamientos con los que los jóvenes miembros de la directiva se presentaron en sociedad hace meses y que vienen defendiendo hasta la fecha. De momento, su mayor logro ha sido condenar sin paliativos los incidentes que periódicamente se registran en el barrio. El último tuvo lugar este fin de semana, cuando un coche patrulla de la Policía Local y un vehículo de Bomberos tuvieron que abandonar la zona sin poder sofocar el fuego en un contenedor porque unos individuos comenzaron a arrojarles piedras, entre las que también había un cuchillo de cocina.
La lucha contra este tipo de sucesos es lo que debería mantener unidos a los vecinos, en vez de disputas fraticidas que no llevan a ninguna parte. No obstante, hay que señalar que estas disputadas entre vecinos por el control de la asociación no surgen de manera espontánea. Tienen su origen en anteriores prácticas, cuando había que tener en cuenta el ‘clientelismo’ y obligados equilibros para que la clama imperara en la barriada.
La Cañada necesita una importante trasformación, pero no basta con invertir en adecentar sus calles, en modernizar su mobiliario urbano o en ampliar sus servicios. Sus vecinos tienen derecho a esas mejoras, pero la trasformación más productiva que puede tener el barrio es la de sus propios residentes. Precisamente ése es el aire fresco que trata de hacer que llegue la nueva directiva de la asociación. Si estos jóvenes de La Cañada esperan tener algún éxito en la trasformación del barrio, deben de empezar por los propios vecinos, por conseguir su colaboración para que las viejas costumbres basadas en el ‘amiguismo’ y los intereses particulares dejen paso al trabajo por el bien del conjunto de los vecinos.
No es una tarea que hasta ahora esté siendo fácil.

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