LEER alienta no solo el conocimiento y entendimiento, sino el pensamiento y la crítica fomentando su expresión. Incentivar la lectura es impulsar la cultura de la diversidad, la tolerancia hacia ella y el respeto por la opinión y visión diferentes. Visión y opinión que cuestionan y aportan, no destruyen y por el contrario edifican espacios aislando muros.
Opiniones y visiones diferentes en permanente combate con el pensamiento único. Los libros son un magma que fluye en libertad y abiertos, siempre, al alimento de la mente y a la formación humanística. No hay inversión que devuelva mayores dividendos que la educación y en ella mucho tiene que ver la lectura como factor decisivo.
Libreras y libreros son héroes del comercio y de la resistencia a la uniformidad. Bibliotecarios y bibliotecarias se funden cada día en el reto de ofrecer, a cambio de nada material, tan solo su vocación, su nómina o simple voluntad, un catálogo de vida real o imaginario desde el mérito de agrandar, sin más ambición, el número de acudientes. Dolor, desesperación o el simple aburrimiento; la fractura del éxito y la consiguiente victoria del fracaso, tantas veces, encuentran su antídoto en la liturgia de leer.
Leer es una especie de empirismo, realidad o ficción, traslada a experiencias ajenas vividas o imaginadas que, relatadas se abren al conocimiento general desde el entretenimiento, el análisis o la reflexión, o todo a la vez, propiciando la creación interior pero también la conversación, el debate y la disputa de las ideas. Leer talla a contendientes, en el mérito o la excelencia, o simple y fundamentalmente en la formación humana. Y es un espacio para la libertad.
Y ante esa injustificada confusión entre la igualdad y la mediocridad, la lectura lucha contra la segunda ampliando la protección para el reparto justo de las oportunidades que siempre, también, conlleva la preparación y la actitud ante ellas. Por ello y seguramente por más, la educación y el hábito de leer no se entenderían disociados.
La fijación en una palabra escrita en la unión y cadencia junto a otras hacia la expresión y contenido de una frase, y su continuación, nunca mermarán en su valor.
Ahora que de nuevo o quizás desde hace ya demasiado tiempo, la educación va por siglas y no tanto por necesidades sociales, los libros y su libertad hacia ellos siguen siendo, además, una alternativa a lo impuesto y que a veces es cuasi doctrinal. Porque una cosa es la política de educación que ofrezca garantías de acceso a la generalidad y otra la educación política que suele acabar desembocando en ideológica y tan repetitiva de mensajes en beneficio de unos pocos.
Los libros, leer, tiene gran competencia en un mundo tecnológico y audiovisual galopante pero no dejarán de ser ese espacio “intimo”, personal, de desarrollo de la persona, de su ocio o creación de la opinión propia y, por supuesto, combustible de la formación. La inversión por parte de los estamentos de cualquier índole en la lectura, nunca dejará de ser rentable.
La segmentación geográfica no funciona. Compruebe si la geolocalización IP está habilitada en su cuenta…
En la obra pictórica presente en Melilla de escultor y pintor Pepe Gámez (Melilla, 20…
Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un asunto que nos interpela, casi en igual medida,…
De Galicia al Mediterráneo Si vemos la imagen de una colonia de percebes (Pollicipes pollicipes)…
Dedicaba el diario El País dos páginas de su publicación dominical del pasado domingo, 4…
Queridísimos; Si algo caracteriza a la señora Díaz Pérez (doña Yolanda, "Yoli", "Yoli O' Trapiño"),…