Le piden 8 años por robar los móviles a dos menores a punta de cuchillo

  • El acusado es un joven que iba acompañado por otros cinco, según declararon las víctimas

En uno de los juicios celebrados ayer en el Juzgado de lo Penal número 2 de Melilla, el Ministerio Fiscal solicitó sendas penas de cuatro años de prisión para un joven acusado de robar a punta de cuchillo los teléfonos móviles a un chico y una chica, ambos menores de edad, que paseaban por la carretera de la Alcazaba.

El acusado, cuyas iniciales son R. A. P., permanecía preso desde el pasado domingo, cuando sucedieron los hechos. Por ello, compareció esposado y escoltado por dos agentes de la Policía Nacional.

El inculpado necesitó de un intérprete para comunicarse, pues no hablaba español. A preguntas del Ministerio Fiscal, negó encontrarse en aquel momento en la carretera de la Alcazaba y afirmó que estaba con otro chico “en el Rastro, buscando comida”.

Un cuchillo de cocina

“¿Los amenazó con un cuchillo de cocina?”, quiso saber la acusación pública. “¿Les sustrajo dos teléfonos móviles?”. A ambas cuestiones, R. A. P. dio un “no” por respuesta”.

El acusado cree que todo ha sido un error y que lo denunciaron porque lo “confundieron por la sudadera que llevaba” puesta aquella noche (eran las 21:30 horas).

Después de su testimonio, prestó declaración, oculto tras un biombo, uno de los dos denunciantes. Al ser menor, lo acompañaba su madre. “Vinieron seis argelinos. Nos rodearon y nos amenazaron con cuchillos y botellas. Entonces, les dimos los móviles”.

La fiscal solicitó a este chico que observara por una rendija del biombo al acusado, a quien reconoció sin dudas.

El abogado defensor preguntó al menor si su cliente tenía el rostro descubierto. El denunciante señaló que llevaba “una braga” en la cara. “¿Le tapaba hasta la boca, media cara?”, se interesó el letrado. “Sí”, replicó la supuesta víctima.

A continuación testificó, también oculta tras el biombo, la otra testigo perjudicada, que estaba acompañada por su padre, al ser también menor. La chica confirmó la declaración de su amigo y añadió que los desconocidos, después de sustraerles los terminales, les “tiraron las botellas”.

Al igual que el otro declarante, reconoció por un hueco del biombo al inculpado como el que los amenazó con el cuchillo. Pero, a preguntas de la fiscal, declaró algo que contradice una pequeña parte de la declaración del otro testigo, pues señaló que el acusado “llevaba la braga en la cabeza y se le veía toda la cara”.

Después declararon tres guardias civiles, pero ninguno de ellos fue el que detuvo a R. A. P., sino que arrestaron en principio a otro sospechoso. Después, tras escuchar la descripción aportada por las víctimas,  otros agentes procedieron a arrestar al acusado.

La fiscal mantiene su acusación por robo con violencia y reclama ocho años de cárcel, cuatro por cada víctima atracada. La defensa, en cambio, sostiene que su cliente no estaba en el lugar de los hechos y destaca las “contradicciones” de los denunciantes sobre la forma en la que el acusado ocultaba su rostro.

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