La directora del Servicio de Empleo Público (SEPE), Esther Azancot, anunció ayer un dato que llevábamos tiempo esperando: la bajada del paro en la ciudad.
Aunque la noticia ha sido recibida con cierto escepticismo, le guste a quien le guste, el número de desempleados ha bajado en Melilla... y sin trampas. Febrero cerró con menos parados que enero de este año y que el mismo mes de 2015. Eso, pese a que también registró un aumento de la población y vivió el fin de un Plan de Empleo.
Luego podemos detenernos a analizar la letra pequeña y criticar si estamos creando o no empleo de calidad. Pero una cosa es indiscutible: hemos mejorado.
No vamos a lanzar las campanas al vuelo. No estamos en condiciones de hacerlo, pero pese al parón que vive la política nacional, la ciudad ha notado una leve mejoría y eso, en cualquier, caso, es un dato positivo.
Hay elementos que tenemos que tener en cuenta. El primero, que en Melilla estamos ya por debajo de los 12.000 desempleados. El segundo, que el paro creció en febrero en el resto del país (2.231 desempleados más). Y un tercero, la construcción empieza a despegar por más que los sindicatos digan que no hay empresas privadas levantando edificios en la ciudad.
En una cosa estamos de acuerdo, la bajada del paro ha sido leve, pero más de una autonomía firmaría esa ‘insoportable levedad’.
Ahora de lo que se trata es de consolidar esas cifras y de seguir cuesta abajo. Quizás se consiga con las inversiones prometidas por la Unión Europea en las regiones con tasas de desempleo altas.
Nuestro tejido productivo es el que es y estamos donde estamos. Pero eso no significa que no podamos estar mejor. Siempre se puede estar mejor. Sobre todo cuando se ha tocado fondo. Porque en ese caso, no queda más que mejorar.
Los datos del paro de este mes de marzo, con una Semana Santa tempranera, confirmarán si estamos o no ante una recuperación económica real.
La patronal melillense, de momento, es cauta y cree que la ciudad está en un ‘impasse’: ni mejor ni peor. O lo que es lo mismo, estamos estables.
La sangría parece haber parado. Esto significaría que la crisis económica que ha vivido Melilla ha sido más corta que la que ha dejado devastada la península.
Eso no quiere decir que por el camino no hayamos dejado víctimas. Las hay y no las olvidamos. En ellas tenemos que centrar nuestros esfuerzos para que la salida de la crisis sea real para todos.
Los datos de compra-venta de viviendas demuestran que en Melilla empieza a animarse el mercado. Poco a poco vamos dejando atrás los años de sequía y desasosiego. Salimos a flote con discreción y sin aspavientos. Al fin una buena noticia.
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