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Las tijjeras de ZP

 

La drástica política de ajustes del Gobierno Zapatero copa todas las conversaciones. Posiblemente sea la peor decisión que en materia económica se haya tomado nunca en este país desde que iniciamos la actual etapa democrática. Que nadie se engañe, por mucho que los socialistas nos digan que los recortes persiguen sacarnos de la crisis lo antes posible, lo cierto es que nos hundirán más en ella o, cuando menos, dificultarán un crecimiento que lleve aparejada la necesaria generación de empleo.
Las medidas del Gobierno Zapatero sólo sirven al sistema financiero, a la salvaguarda del pago de la deuda contraída por España con distintos bancos, en un alto porcentaje alemanes, y a la necesaria preservación del valor del euro.

Hemos sacado los pies del tiesto en el club al que pertenecemos y como regalo a nuestra nefasta presidencia de la Unión Europa se nos ha impuesto un correctivo que ya se nos venía anunciando cuando el comisario europeo Joaquín Almunia –exministro socialista con Felipe González-, empezó a advertir que nuestro nivel de déficit público estaba rozando lo intolerable. Por entonces no estábamos como ahora siete puntos por encima del porcentaje admitido por la Unión Europea.

El descalabro de nuestras finanzas públicas ha sido tan extremo, desaforado y vertiginoso en tan escaso margen de tiempo, que al final han obligado al Gobierno Zapatero a controlar el gasto público. Lo peor es que sus decisiones no han podido ser más nefastas. Una vez más los paganinis no serán quienes más tienen sino los funcionarios y los trabajadores menos favorecidos, los pensionistas, las familias y las personas dependientes, a los que el PSOE prometió que nunca iba a dejar tirados pero a los que no va a poder seguir prestando las medidas sociales extraordinarias con las que se ha intentado paliar la nula capacidad para generar y crear empleo.

Ni equitativas, ni imprescindibles, ni eficientes. Así catalogaban ayer las medias de ZP grupos de expertos más próximos a su ideología que a la del PP que, ahora, de nuevo, según los socialistas, es el culpable de lo que ha sucedido, dicen, por la especulación que permitieron Aznar y Bush.

Verdaderamente, en el PSOE deben pensar que somos tontos. Como muestra un botón: Según dice nuestro socialista particular Dionisio Muñoz, “los brotes verdes ya son tallos en algunos casos” aunque su especie sea de la peor hierba posible.

Zapatero, desde hace tiempo, podía haber optado entre unos y otros, entre los ciudadanos y la banca, pero permaneció callado mientras otros Gobiernos muy lejanos ideológicamente, como el de Ángela Melker o Barak Obama, empezaban a defender impuestos para las transacciones bancarias, o cuando el debate apuntaba a sustituir la subasta de la casa como garantía de una hipoteca por la fórmula de la dación en pago, que si bien conlleva perder cuanto se ha pagado hasta que se deja de abonar la cuota hipotecaria imposible de seguir satisfaciendo, sí al menos libera del endeudamiento bancario a quienes se ven abocados a perder su vivienda.

Nuestro Gobierno, ni en su Presidencia Europea ni en su papel como gobernante de España ha tomado cartas en estos asuntos, no ha liderado en ningún sentido el alcance de un debate que afecta de lleno a la democracia, porque a fin de cuentas hablamos de un ataque frontal a nuestro sistema político en beneficio de una minoría que encarna la dictadura del capital. Hablamos de decisiones que escapan a nuestro control, que realmente no adoptan quienes votamos sino opacos entramados económicos que por supuesto no se presentan a las elecciones pero que acaban marcando las políticas económicas de todo un país.

En Melilla, algunos no ven con malos ojos que se recorte el sueldo al funcionario que dicen trabaja poco y cobra mucho de un patrón seguro. Pero no todos los funcionarios en Melilla son iguales y mucho menos comparables a los del resto de España, donde son poco más que mileuristas por mucho que se jueguen la vida como policías o guardias civiles.

El correctivo que nos han aplicado quienes deben asegurarse el cobro de los intereses de la gran y desaforada deuda contraída en poco tiempo por el Gobierno Zapatero, no tiene que ver nada con la recuperación de la crisis, va a  restar dinero corriente a una economía que sólo se articula en torno al consumo y que necesita de su crecimiento para crecer y generar riquezas. Luego a menor dinero menos consumo, más paro y más crisis.

Estamos en una etapa muy negra que barrunta un túnel de extremo sacrifico para las clases medias-bajas y para los millones de parados que en un alto porcentaje corren el riesgo incluso de sucumbir a la exclusión social. Recordar como hace meses Zapatero bromeaba diciendo que ‘íbamos a aventajar a Francia’ en solvencia económica es hoy mucho peor que una broma pesada.

 

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