Las "setas" de Punta Sabinilla

Chimeneas de hadas

El acantilado de arenisca donde se alzan estos curiosos fenómenos geológicos se encuentra muy cerca de Melilla, aunque es una zona poco transitada por tierra por ser muy agreste, por lo que las “setas” de Punta Sabinilla son más conocidas por los melillenses que suelen navegar por esa zona, ya que son muy visibles desde el mar.

Estas “setas” son lo que en términos geomorfológicos se denomina “chimenea de hadas” o “demoiselle coffée” (damisela peinada).

Una chimenea de hadas es básicamente una columna de material sedimentario blando, en este caso arenisca calcícola, rematada en su cúspide por una roca de material duro, que en el caso de las setas de la Sabinilla son rocas calizas de origen arrecifal.

Esculturas del tiempo y el mar

Este fenómeno geológico se produce cuando una roca de un material duro se posa sobre una superficie de material erosionable. La roca ejerce una presión sobre los materiales situados bajo ella que hace que sean más resistentes a la erosión, por lo que poco a poco, a medida que los materiales blandos que rodean la roca van desapareciendo por la acción de los agentes erosivos y los que se sitúan bajo ella soportan el efecto de estos agentes sin desaparecer, se va formando una columna bajo la roca que irá creciendo con el paso del tiempo.

Hay que recordar que para la mayoría de los fenómenos geológicos de este tipo, el tiempo transcurre a una velocidad muy difícil de apreciar por las personas, ya que una vida humana es apenas un instante en términos geológicos.

Arrecifes y playas fósiles

Las chimeneas de Punta Sabinilla no están allí por el azar; su localización obedece a la confluencia de dos zonas geológicas muy concretas. Punta Sabinilla es un pequeño cabo que separa dos zonas del cabo Tres Forcas: al sur, la costa de Cala Trifa, y al norte, la costa de Cala Blanca.

Gran parte de la costa de Cala Trifa está formada por grandes rocas desperdigadas, a veces de un tamaño descomunal, que son los restos fosilizados de un antiguo arrecife coralino que rodeaba la plataforma terrestre que hoy en día constituye la mitad sur de la península de Tres Forcas.

Esta mitad sur es de origen sedimentario y metamórfico, y es la parte más antigua de esta península, pues la mitad norte, de origen volcánico, surgió del mar con posterioridad. Esta porción del cabo, la más antigua, como decíamos, estaba franqueada por la parte sur por un arrecife de coral en forma de herradura, ya que durante el período en el que se desarrolló este arrecife, que comprende desde el Tortoniense (hace 11 millones de años) al Messiniense (hace 5 millones de años), esta zona era una isla cercada por el Mediterráneo, que en esa época era un mar tropical.

Este antiguo arrecife de coral, formado principalmente por corales de especies extintas del género Porites, tiene sus manifestaciones más claras en la actualidad en las paredes del cañón del arroyo Tigorfaten y en las grandes rocas que salpican la costa de Cala Trifa, aunque su huella es fácil de ver incluso dentro de los límites de la ciudad. Algunas de estas rocas, por su tamaño y aspecto, tienen un apelativo que las identifica, como es el caso de la Piedra Rajá, una gran roca a modo de isla frente a la costa de Cala Trifa separada en dos mitades por una gran fractura que permite pasar a nado entre ellas.

Al norte, la costa de Cala Blanca es un acantilado de arenisca cuyo origen es una antigua playa, como atestiguan los numerosos fósiles marinos que en su día fueron sepultados por la arena, y en la actualidad ven de nuevo la luz conforme la erosión los va descubriendo en las paredes del acantilado, quedando así como artículos en un expositor.

La confluencia en Punta Sabinilla de estas dos zonas ha proporcionado los dos ingredientes que se necesitan para formar las chimeneas: el arrecife fósil de Cala Trifa aporta las rocas que forman la cúspide de las chimeneas, y la playa fósil de Cala Blanca es la base sedimentaria que soporta el peso de estas rocas y se erosiona de esta forma tan peculiar. El resultado son estas esculturas naturales, que se alzan como testigos mudos del pasado tropical de la costa de Tres Forcas.