El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha dicho recientemente que las relaciones entre España y Marruecos son casi inmejorables y ciertamente parece que estuviera hablando de países imaginarios, muy alejados de la realidad del día a día, a menos que, claro está, este miembro del Gobierno, como otros muchos de sus compañeros, esté sacando a Ceuta y Melilla de la ecuación que le permite asegurar que "nuestra relación con Marruecos, yo siempre lo digo pero es verdad, es ejemplar". ¿Ejemplar cuando los marroquíes se niegan a permitir el tráfico comercial a través de aduanas en las dos ciudades autónomas? ¿Ejemplar cuando no pierde oportunidad de cuestionar la soberanía de estas tierras? ¿Ejemplar cuando trata de ahogar económicamente a dos localidades que reúnen a más de 170.000 españoles?
Mientras Marruecos no respete nuestra soberanía, hasta que no permita la reciprocidad en el régimen de viajeros como es habitual en todas las fronteras del mundo y ponga en marcha las aduanas comerciales, es un insulto a ceutíes y melillenses que nuestro Gobierno hable de relaciones "ejemplares y casi inmejorables" con el vecino del sur. Puede que Marlaska engañe a los peninsulares con esas afirmaciones pero lo que está claro es que a este lado del Mediterráneo lamentablemente sabemos muy bien y sufrimos cada día la falta de sintonía que existe a pesar de los cantos de sirena a los que se dedica gente como el ministro del Interior.
Es una falta de respeto a los ceutíes y a los melillenses que un miembro del Gobierno hable en esos términos. Mientras de forma prácticamente diaria se humilla y se pone de rodillas a la población española en el norte de África, se ahoga al comercio y se nos califica de "presidio ocupado", a nuestros gobernantes no se les ocurre cosa mejor que decir que todo marcha fenomenal. Pues va a ser que no, que España debe exigir a los marroquíes que se comporten de forma leal y cumplan sus compromisos si se quiere que las relaciones sean efectivamente ejemplares. De lo contrario, estaremos ante una falacia que por mucho que quieran repetir no se va a convertir en una certeza.
Entre tanto esto sucede, la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, estima que será para noviembre cuando se ponga en marcha la llamada frontera inteligente puesto que, según afirma, son los sistemas instalados en toda la Unión Europea los que deben iniciarse de forma conjunta al mismo tiempo, no solo en las fronteras sino también en puertos y aeropuertos. Ahora, a esperar a ver si es verdad que se cumple el plazo porque ya llevamos unos cuantos sin que jamás se haya acertado en la previsión.
Quizás, como se trata de un proyecto de ámbito europeo, esta vez acierten poniendo como tope el mes de noviembre. Ojalá la apertura del nuevo Hospital Universitario fuese también dependiente de la Unión Europea porque así al menos sabríamos más o menos cuándo piensa abrir sus puertas y sustituir a las actuales dependencias hospitalarias, que ya no aguantan un asalto por un mantenimiento que, como mínimo, se puede calificar de mejorable.
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