El adelanto de las ofertas en muchos comercios y la coincidencia con los primeros días de Ramadán dejaron una jornada sin colas ni en los probadores ni en las cajas de las tiendas
El 1 de julio era hasta hace dos años la fecha de inicio de las rebajas de verano. El cambio de la legislación permite desde el 2012 que los comercios decidan libremente cuándo quieren poner el cartel de los descuentos en el escaparate y eso es lo que han hecho muchos empresarios de la ciudad. Si en las primeras ocasiones los compradores aún mantenían la tradición y salían en masa a realizar sus compras el 7 de enero y el primer día de julio, este año el furor de las rebajas ha decaído en nuestra ciudad.
Muchos comercios locales llevan más de diez días ofreciendo descuentos, tal y como publicó El Faro la semana pasada. Los melillenses son conscientes de esta nueva realidad y esto ha provocado que ni siquiera en las tiendas que siguieron con la tradición de iniciar ayer sus rebajas aparecieran ayer las típicas colas de un día 1 de julio.
Algunos de estos comercios abrieron ayer sus puertas una hora antes de lo habitual. A las nueve de la mañana las dependientas de estas tiendas de la Avenida Juan Carlos I ultimaban los detalles antes de alzar las persianas y dejar pasar a los clientes. En el interior de los comercios la rutina era la misma que hace un año. Sin embargo, fuera las cosas habían cambiado. Al contrario de lo que pasó el pasado verano o en enero de este mismo año, en la puerta de estos comercios sólo algún cliente esperaba la apertura. Menos carreras de lo habitual, más orden del esperado y probadores en los que no había ningún problema para pasar hacían evidente que la euforia de las rebajas es cosa del pasado.
El aspecto de la Avenida era exactamente el mismo que antes de ayer, no había más bolsas ni más ajetreo que cualquier otro día de la jornada. En el interior de los comercios, los clientes lo comentaban y agradecían la tranquilidad de no tener que esperar haciendo cola para poder comprobar si la talla que habían elegido era la adecuada o para abonar la compra de la prenda.
Alcoba que haya días mejores
Los comerciantes, claro está, no estaban tan contentos. El presidente de la Asociación de Comerciantes de la ciudad (Acome), Enrique Alcoba, afirmaba hace un par de semanas en declaraciones a El Faro que la primera quincena de julio era la clave del resto del verano. A partir del día 15, indicaba, la ciudad se queda desierta y hasta que llega septiembre las cajas tienen poco movimiento. Ayer, Alcoba reconocía que el inicio de la campaña había sido más flojo de lo esperado. No obstante, el máximo representante de los comerciantes locales indicó que confían en que el goteo sea más constante, aunque la primera jornada tradicional haya sido menos ajetreada.
El presidente de Acome señaló, además, que el hecho de que el día de inicio de las rebajas haya coincidido con el comienzo del Ramadán también ha perjudicado las ventas. Asimismo, apuntó que muchos consumidores esperan que lleguen las ‘gangas’ en las segundas o terceras rebajas, para hacer su particular ‘agosto’.
A la espera de más gangas
Precisamente, éste tema de conversación se podía escuchar en el interior de muchos comercios, en los que las clientas reconocían que para algunos “básicos” era mejor esperar un poco para cazar la verdadera rebaja. Está claro que la crisis económica ha convertido a los compradores en expertos cazadores de chollos. Si antes muchos preferían gastar 5 euros más antes que volver a pasar varias horas buscando el vestido ideal, ahora, con la mitad del salario a final de mes o el miedo a perder el trabajo como le ha sucedido a alguien de su entorno, los consumidores se han vuelto más cautos y conocen perfectamente cuál es el mejor momento para comprar.
Si bien es cierto que los hombres son animales de costumbres, no lo es menos que antes o después no tienen más remedio que adaptarse al entorno que los rodea y a las circunstancias en las que viven. Muchas de las que antes presumían de llevar unos zapatos de más de 100 euros, ahora lo hacen cuando los consiguen, un mes después, pero por la mitad de precio. El reto ahora es lograr esa prenda con la que sigamos demostrando elegancia, aunque ahora dispongamos de menos dinero.
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