MIENTRAS permanece en nuestra retina la triste imagen de Notre Dame devorada por las llamas –afortunadamente el arriesgado trabajo de los bomberos logró salvar más de lo que la siniestra estampa vaticinaba- aquí, en España, seguimos debatiéndonos en medio de una campaña que, en lo que a Melilla respecta, nos ofrece estos días una lluvia de promesas y buenas intenciones a modo de carta a los Reyes Magos.
Los partidos luchan por presentar propuestas, algunas rescatadas del baúl electoral de anteriores comicios, como el aeropuerto internacional que vuelve a reiterar CpM, y otras, las menos, de nuevo cuño.
También pugnan los partidos, especialmente desde el PSOE, por apuntarse tantos que no le corresponden, como la frontera inteligente, el nuevo instituto del Jardín Valenciano, el futuro Colegio en el ‘Gabriel de Morales’, el aumento de la bonificación para residentes en el precio de los billetes de avión y barco, o la continuidad de las obras del Hospital Comarcal. Mal que les pese, todas son obras que impulsó el PP durante los años de Gobierno de Rajoy, a pesar de la envenenada herencia socialista que en el caso del Hospital provocó cinco años largos de dura batalla legal para reactivarlo, con importantes modificaciones y una ampliación del presupuesto que nada tiene que ver con el original y conflictivo proyecto socialista que nos dejó el Gobierno Zapatero.
Me conozco muy bien el devenir de todos estos asuntos porque tuve la suerte de trabajar durante seis años y medio con el anterior Delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, y me empapé al detalle de todos ellos.
No obstante, lo que echo en falta por parte de las distintas candidaturas opuestas al PP es algún propuesta estelar capaz de competir con el proyecto de ampliación del Puerto, que, justamente, cuando ya había superado los más tediosos y obligados trámites y se hallaba madurado, encontró el insalvable obstáculo de la negación del PSOE, con un claro carpetazo por parte del Gobierno de Pedro Sánchez.
Me pregunto, más allá de las propuestas más grandilocuentes de CpM y de las buenas intenciones del resto de candidaturas, qué grandes proyectos nos ofrecen para conseguir la necesaria reactivación económica de Melilla.
No voy a decir que la ampliación del Puerto sea por sí misma la panacea ni la solución absoluta a todos nuestros problemas, pero sí que creo que es una opción válida y de progreso frente a la que no veo alternativas de peso.
El Aeropuerto internacional que viene proponiendo CpM desde hace años –en 2017 lo presentaba como un aeropuerto intercontinental a construir sobre el mar- es al menos el único que se contrapone aunque, a priori, cuando menos resulta poco práctico para las necesidades de Melilla. De hecho, un puerto ampliado no sólo posicionaría mejor nuestra ciudad frente a las rutas comerciales del Mediterráneo sino que nos permitiría un mayor desarrollo urbano, al conseguir un crecimiento del territorio suficiente para crear nuevos espacios donde trasladar industrias molestas o poco saludables que, como la fabrica de Endesa, ocupan en la actualidad lugares privilegiados junto a zonas céntricas o residenciales.
Es cierto que en Melilla tenemos que mejorar la Sanidad y la Educación, que a pesar de los avances en ambas materias seguimos desbordados por nuestras particularidades demográficas y nuestra realidad fronteriza. Situar ambas parcelas en un plano principal resulta crucial pero más allá creo que falta apostar a lo grande, porque como todo en la vida la ciudad también cambia, evoluciona y requiere de nuevas alternativas para seguir adelante.
Los eufóricos de las pancartas, agoreros de la catástrofe y amigos varios de las buenas intenciones, no pueden convencernos solamente con la pataleta o los mejores deseos. Necesitamos también compromisos de mayor calado, a más larga vista y, en esto, hasta ahora, el único candidato posible que ha venido a comprometerse ha sido Pablo Casado, quien hizo de su apoyo a la ampliación del Puerto un ejercicio de coherencia con lo iniciado por el Gobierno de Rajoy y con su apuesta por el futuro de Melilla.
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