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Las deudas de la UD Melilla

Los resultados de la UD Melilla en el campo de juego no son los esperados por la afición de un equipo de fútbol que este año cuenta con un presupuesto millonario gracias al apoyo de la Ciudad Autónoma. Los azulinos ocupan un puesto en la tabla clasificatoria por debajo de otras escuadras con menos posibilidades económicas. Sin embargo, las victorias deportivas dependen muchas veces de hechos imponderables como que la pelota quiera entrar en la portería o que el equipo esté enrachado o gafado.
Después de unas jornadas nefastas, la UD Melilla parece haber encontrado el camino del éxito ante equipos grandes como el Cádiz y el Jaén. El rumbo empieza a enderezarse en el campo de juego, pero la junta directiva del club parece perdida en los despachos. Ayer, por ejemplo, fue imposible contactar con el presidente del club azulino para saber si los jugadores habían cobrado ya los sueldos que se les adeudan. El máximo responsable del club, el empresario Cristóbal Sánchez, optó ayer por quitarse de en medio después de justificar este lunes la situación del club con la herencia recibida de su antecesor, Francisco Molina.
Cristóbal Sánchez cree que los seguidores azulinos han olvidado que formó parte de la junta directiva que ahora critica y que por lo tanto le corresponde asumir parte de la responsabilidad de esa ‘herencia’ de la que ahora reniega. Piensa Cristóbal Sánchez que los melillenses no conocen que está al frente de varias empresas acostumbradas a trabajar con la Ciudad Autónoma y que, por lo tanto, debe saber afrontar situaciones como la que atraviesa la UD Melilla. Al menos, se le presuponía esa capacidad de gestión cuando aceptó sentarse en el palco del Álvarez Claro. Imagina Cristóbal Sánchez que la afición y sus jugadores no recuerdan la millonaria ayuda económica que ha asignado la Ciudad al club. Supone Cristóbal Sánchez que el Gobierno local no le va a exigir cumplir uno de los principales requisitos con los que accedió al cargo: Sanear las cuentas del club.
En esta situación, debe de ser duro para Juan Moya exigir a sus jugadores que lo den todo en el campo de juego, cuando la gestión en los despachos deja bastante que desear.

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