Prodein indica que el único lugar de esparcimiento que tienen los residentes del CETI.
La ONG melillense Prodein quiso ofrecer en la jornada de ayer algunas pinceladas sobre el asentamiento de chabolas que hay cerca del Cerro de Palma Santa, donde cientos de inmigrantes residentes en el CETI se acercan todos los días para desarrollar su vida cotidiana.
El máximo dirigente de esta ONG, José Palazón, indicó que no se trata de un poblado, sino del “único centro de esparcimiento” que tienen estas personas en Melilla, ya que pese a vivir en el CETI, se encaminan a diario a las chabolas para estar con sus parejas, sus familias o sencillamente cocinar aquellos platos de su tierra.
Una situación que para la ONG, está motivada por el régimen interno que se practica en el CETI, que “impide que puedan desarrollar una vida normal y corriente”.
No obstante, y ante las quejas de los vecinos de la zona, Palazón aseguró que la cotidianidad de las escenas que se ven allí a diario ocurren en otros puntos de la ciudad “sin que nadie se escandalice”.
“Dicen que venden drogas y hay prostitución. Nada más lejos de la realidad. Cuando un joven español hace botellón o va con su pareja a algún lugar tranquilo nadie cuestiona este comportamiento. Ellos son también personas de mediana edad con las mismas inquietudes, cuando están en las chabolas es cuando son ellos mismo”, recalcó.
Actualmente hay en la zona entre 50 y 60 viviendas, lo cual ha sido motivo de protesta por parte de los que viven en los aledaños del Cerro de Palma Santa. Sin embargo, Palazón señaló que, detalles como la suciedad del lugar, están motivados sencillamente por la falta de estructuras urbanas que hay alrededor.
“Es la única válvula de escape que tienen, si permanecen en el CETI los anulan como personas, son cuestiones relacionadas con su propia cultura y el ambiente familiar que tanto añoran y que es imposible recuperar en el centro”.
Perfil de los habitantes
Según la ONG, por regla general son jóvenes de entre 25 y 30 años, la mayor parte de ellos con familia o pareja dentro del CETI. En cuanto a las nacionalidades, hay de todo, desde un amplio abanico de inmigrantes de origen subsahariano a paquistanies, indios y argelinos.
En cuanto al uso que le dan a tan peculiares viviendas, hay uno más socorrido que el llevar allí una vida lo más normal posible, el de ocultarse cuando comienza a haber rumores de deportación entre algún colectivo. En definitiva, un mundo paralelo oculto, literalmente, entre la maleza, en tan sólo doce kilómetros cuadrados de ciudad.
Pisos tutelados, un sistema alternativo al CETI
Al hilo de las críticas al régimen del CETI, culpable según Palazón de haber convertido el centro “en una olla a presión”, señaló que existen sistemas alternativos que permitirían que los inmigrantes pudieran sentirse más cómodos en la ciudad. Como ejemplo, puso un método empleado en Alemania, el de los pisos tutelados, en el que residen varios grupos de inmigrantes (dando preferencia a las familias) en un mismo bloque.
De la gestión del mismo se encarga una empresa estatal que realiza inspecciones y visitas de manera periódica, tanto para tomar nota de las necesidades de los residentes como para imponer sanciones a aquellos que no respeten una normas mínimas de convivencia, tal y como la limpieza de los apartamentos.
Un sistema que para Prodein resulta “más flexible y favorable para el día a día de los inmigrantes”
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