Categorías: Editorial

Las aguas, a su cauce

El líder de CpM, Mustafa Aberchán, defendió ayer su tesis de que el veto a la entrada de borregos marroquíes en la ciudad tiene detrás la “idea premeditada” de intentar que no entren corderos del país vecino en Melilla para “imponerlo como norma”.

Al otro lado de la balanza están (entre otros) la consejera de Sanidad, Paz Velázquez, y el delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, repitiendo hasta la saciedad que detrás de la prohibición de entrada de corderos para la Fiesta del Sacrificio está única y exclusivamente la alerta de fiebre aftosa decretada en Marruecos.
Velázquez sí dejó claro que hasta el año 2018 no podrán entrar borregos marroquíes en Melilla porque “nuestra propia normativa” exige que pasen dos años para poder importar animales de países donde ha habido contagios.
¿A quién afecta el veto de entrada de borregos marroquíes en Melilla? Evidentemente a la mitad de la población melillense que, fiel a su tradición, la semana antes del Aid el Kebir cruza cada año a Marruecos y elige borrego en un zoco o en una finca y se lo trae a Melilla.
El precio no es un obstáculo a saltar porque en 2014, un ganadero vendió cerca de 300 corderos en nuestra ciudad a un precio medio de 250 euros, mientras en Beni Enzar diez días antes de la fiesta ese año se pedían precios altísimos que rondaban entre los 4.200 y los 3.200 dirhams (420-320 euros).
Económicamente, los grandes damnificados de la prohibición de entrada de borregos en Melilla son los ganaderos de la provincia de Nador. Si cada año entran en nuestra ciudad 5.000 borregos y pongamos que cada uno de ellos se vende en Marruecos a 200 euros de media, estamos hablando de pérdidas económicas que rondarán, como mínimo, el millón de euros. Y ese agujero en una región pobre como Nador, notar, se notará y mucho.
Por eso se ha hablado, incluso, ‘sotto voce’, de que en la manifestación convocada por el Voluntariado Islámico de Acción Social para el sábado 20 de este mes, en la Plaza de España, tienen intención de participar representantes de algún partido político marroquí.
Del otro lado de la frontera preocupa el tema de la entrada de borregos en Melilla. De esta parte incluso hay imanes que atacan a los ganaderos que traerán en torno a 2.500 corderos de la península.
Es difícil apaciguar polémicas en las que la tradición y la cultura de un pueblo se ven trastocadas. Pero estas fechas nunca han sido de confrontación y no queremos que lo sean. Todos tenemos que poner nuestro granito de arena para que las aguas vuelvan a su cauce.

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